| Cincuenta.

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Capítulo cincuenta.

—Tu tía me odia —volvió a repetir Izzy. Habían pasado dos días desde que mi madre y mi tía me encontraron en casa con Izzy y el aún pensaba en aquella pequeña escena.

—No creo que te odie —hablé luego de tragar el pequeño caramelo que tenía en la boca. La verdad, mi tía había sido muy grosera con el pero, no iba a decirle que tenía razón—. Solo tiene que acostumbrarse a ti, no te conoce de nada.

—Sí, supongo —se removió en el asiento, fijando su mirada en la puerta de mi casa—. ¿De verdad tengo que ir?

Hacía unos minutos que habíamos llegado a mi casa, íbamos a cenar con mi madre, mi tía y Adam, su novio. Quedaban unos días para la graduación y mi madre quería hacer una pequeña cena para celebrar que por fin terminaba el instituto.

Me crucé de brazos y me quité el cinturón de seguridad—: La verdad, no me pidieron que vinieras —levanté una de mis cejas y me acomodé para poder mirarle—. Te quise invitar yo, para que vinieras y los conocieras mejor, tal vez mi tía esté de buen humor hoy.

—Está bien —se quitó el cinturón y abrió la puerta—. Mira lo que hago por ti —una pequeña sonrisa apareció en su rostro antes de bajar del auto, lo rodeó y abrió mi puerta—. Al menos déjame fumarme un cigarro, luego entro.

Le miré fijamente, achinando mis ojos—: Está bien, no tardes —Izzy asintió con la cabeza y, antes de que diese la vuelta para entrar, depositó un rápido beso en mis labios.

Seguí caminando hasta la entrada y abrí lentamente la puerta, siendo bienvenida por el agradable olor de las velas de vainilla que tanto adoraba mi madre. Cerré con cuidado la puerta y acomodé el vestido que llevaba para seguir caminando hasta el salón, donde ya estaban todos sentados, riéndose y hablando entre ellos.

—¡Sienna! —mi madre palmeó animadamente el sitio vacío que tenía a su lado, recibiéndome con una gran sonrisa.

—Hola —saludé con la mano a los tres, sonriéndole un tanto incomoda a Adam. No le conocía de casi nada, por lo que era un poco raro verle aquí.

—¿Qué tal estás? —pregunta mi tía, pasando una de sus piernas encima de la otra de una manera bastante elegante—. ¿Emocionada por la graduación?

—Sí, bueno —me encogí de hombros. Estaba emocionada por graduarme pero, no tanto por la fiesta que harían luego.

—Bien —me miró fijamente por unos segundos y frunció un poco el ceño—. Estás más delgada que antes, se te notan más los pómulos —levanté las cejas al escucharla, no me esperaba que me dijese eso—. Te ves mejor así.

—Vaya, gracias —susurré, pasando mi mirada hacia mi madre.

—Bueno, vayamos a la mesa —mi madre se levantó del sillón y nos guió a todos al comedor, intentando arreglar aquel momento tan incomodo.

Antes de sentarme, regresé rápidamente a la entrada y abrí la puerta, haciéndole señas a Izzy para que entrara ya. El pelinegro bufó por lo bajo y entró a paso lento.

—Pórtate bien —le señalé con mi dedo índice, achinando levemente mis ojos.

—Siempre me porto bien —me guiñó uno de sus ojos y alejó mi dedo de su rostro. Suspiré levemente y le guié hacia el comedor, donde todos ya estaban sentados esperando por nosotros.

—Hola —la voz de Izzy rompió el silencio y, mi tía levantó la mirada de su plato para poder verle. Sus ojos pasaron de el a mi, mirándonos con sorpresa.

—¡Izzy, hola! —mi madre se levantó de su silla y se acercó a él para saludarle con un beso en la mejilla, Izzy le regaló una tímida sonrisa y se sentó donde le indicó.

La cena fue bastante incómoda y, solo hablaba Adam sobre sus negocios o intentaba conocer a Izzy, ya que mi tía no parecía importarle. Yo solo escuchaba atentamente, procurando que nada saliera mal.

—Sienna —me llamó mi tía. Tuve que quitar mi mirada de Adam, que nos contaba sobre su negocio en Los Angeles, para poder ver a quien me llamaba—, ¿irás al baile? Es en unos días, ¿no?

—La verdad —me encogí de hombros—, no lo sé...

—Claro que irá al baile —interrumpió Izzy nuestra conversación. Dejé la servilleta que tenía en mis piernas sobre la mesa y le miré confundida—. Iremos —me dio una rápida mirada antes de volver a ver a mi tía.

—Bien... —contestó en casi un susurro, pero se acomodó en su sitio y me miró fijamente antes de volver a hablar—. Porque tienes que aprovechar tus últimos días aquí, luego te vendrás conmigo a Los Angeles —abrí los ojos con fuerza al escucharla e inmediatamente miré a mi madre, que estaba igual de sorprendida que yo.

¿Qué?


Izzy.

—¡Pero yo no quiero irme! —se escuchó el grito de Sienna desde el salón. Su madre le había pedido que la ayudara a llevarse las cosas a la cocina y, parece que han aprovechado estar solas para hablar sobre el viaje que se mencionó antes.

Por otro lado, yo estaba sentado frente a su tía y su novio, en un silencio muy incómodo. Ninguno decía nada y tampoco parecía que querían hablar, aunque Adam lo había intentado antes y se había quedado sin temas de conversación.

—Es lo mejor para ella —decidió romper el silencio su tía, mirándome fijamente con una de sus cejas levantadas—. Trabajará conmigo y, cuando quiera puede venir aquí —la escuchaba atentamente, intentando ponerme de su parte.

—Debería elegir ella si quiere o no ir, ¿no? —me acomodé el la silla, apoyando mis manos en la mesa.

Se lo pensó un rato antes de contestarme, parecía estar intentando aguantar las ganas de insultarme—: No te mentiré, Izzy —pronunció mi nombre lentamente, como si le diese asco solo decirlo—. No me gustas para Sienna, nada —se encogió de hombros y miró sus uñas antes de volver a hablar—. ¿Qué tienes planeado para tu futuro? ¿Seguir por las calles metiéndote quién sabe qué? Sienna terminará sus estudios con buenas notas y podrá hacer lo que quiera, no querrá quedarse contigo.

No sabía que responderle, me había pillado. Tan solo pasé mi mirada hacia la puerta de la cocina, donde aún se escuchaba la voz de Sienna y su madre.

—Eso lo decidirá ella —conteste aún mirando hacia la puerta. En aquel momento su tía no era la única que tenía que aguantarse algunas palabras.

Su tía carraspeó, llamando mi atención—: O puedes decidirlo tú —su tono de voz me hizo girar a verla otra vez, me miraba seriamente y se acercó un poco a mi, apoyándose en la mesa—. Dime, ¿cuánto dinero tendría que darte para que la dejes en paz?






ayyyy, perdónenme si hay alguna falta ortográfica jsjsjsjsj.

Good to be bad ; Izzy Stradlin. (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora