Capítulo 21: El refugio

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—¿Qué quieren? —preguntó otro más acercándose. Pronto, nuestro vagón quedó repleto de abandonados. Los reconocí porque ellos utilizaban ropa de cualquier facción (aunque mayormente era la ropa gris de Abnegación) y se notaban algo dejados con respecto a su imagen. Uno de ellos, al parecer el supuesto líder, se acercó hacia nosotros amenazadoramente y señaló unos barriles de bebidas heridos y goteando por las balas que habían llegado hasta el tren.

—Por su culpa, se ha arruinado nuestra bebida —espetó cruelmente, mientras ponía a la luz su rostro con un parche inventado que no parecía muy higiénico.

—Oigan... yo los conozco. Estas cosas digo, yo antes pertenecía a Abnegación, los ayudamos mucho dándoles ropa y comida —comenzó a hablar el hermano de Tris. Los cuatro restantes lo miramos intentando matarlo para poder así callarlo.

—¿Estás diciendo que te robamos todo esto, eh? —dijo el líder nuevamente, empujando a el imbécil erudito que no mantuvo su boca cerrada.

—Caleb, ven aquí —habló Tris poniéndose de manera protectora delante de su hermano. El muy cobarde, ahora con nombre, dio unos pasos hacia atrás quedando apoyado en uno de los barriles lo más lejos posible de aquel líder.

—Siento haberles arruinado su alimento, pero necesitamos llegar a la ciudad, para ir a la sede de Verdad y será todo —habló Cuatro intentando calmar las cosas, y tomando de los hombros a Tris quien se veía lista para luchar con el chico rubio.

—No, deben bajarse ahora. Y ni siquiera esperen a que el tren haga una parada —dijo él, sonriendo sádicamente.

—Iremos a la ciudad —volvió a repetir Cuatro. El líder lo empujó de la misma manera que a Caleb, con la diferencia que a Cuatro no lo hizo tambalear ni dar pasos hacia atrás. Me interpuse entre ellos, eran demasiados que tenían botellas rotas, mientras que nosotros teníamos armas con muy pocas balas y sobre todo: no podíamos dispararles a unos abandonados en su propio tren. Posiblemente lleno de abandonados que nos tirarán del tren en movimiento y nos darán... bueno, una muerte violenta y horrible.

—¡Bájense ahora o los mataremos! —gritó el líder, con el apoyo de todos sus seguidores.

—¿Qué demonios te sucede, imbécil? —habló Eric mientras se acercaba hacia él amenazadoramente.

—Ah, el líder Eric —dijo él con desprecio —¿No te acuerdas de mí, no? Ahora veo por qué quedan siempre las más idiotas en los primeros puestos, supongo que no puedo pagarte como ella lo hace —volvió a decir señalándome con su cabeza y guiñándome un ojo. Inmediatamente me quise acercar a él pero Tris me lo impidió.

—¿Quién diablos eres? —le volvió a preguntar Eric, ignorando (increíblemente) lo que había dicho sobre mí —Dime tu nombre así luego te podrán reconocer cuando desfigure tu rostro por completo, no hables así de mi novia, imbécil.

—Eric... ¿Tan rápido te olvidas de tus iniciados favoritos? —dijo él. Allí fue cuando el líder tuvo un nombre: Edward.

—¿Edward? —soltó Tris confundida, cubriendo momentáneamente su boca con sus manos en forma de sorpresa.

—Me sorprende que me hayan olvidado tan fácil. Ah claro, si fue la facción que me ha mandado a la calle y ha dejado que un asesino suelto ande por allí, sacándole los ojos a las personas cuando duermen, ¿no? —habló Edward con resentimiento. Pronto observé a todos los abandonados que nos rodeaban, que eran alrededor de quince. Entre ellos, encontré a Mayra tal y como lo esperaba, con ropas negras y grises gastadas, y una mirada muy sombría —Creo que ahora les devolveré el favor y los echaré.

Eric recibió un golpe en la nariz que lo hizo enfurecer completamente. Enseguida, él golpeó duramente a Edward justo en el parche haciéndolo soltar un gemido de dolor que no pudo reprimir.

Soldiers - Eric/DivergenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora