Capitulo XLVII: Especial de Navidad

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—¡Eric! Vamos, no seas así —dice California ligeramente enfadada. Eric le sonríe, enseñando sus perfectos y blancos dientes a la chica sabiendo que con una sonrisa a ella se le pasaría el enfado. Se acerca a ella con sigilo y le besa el cuello suavemente, mientras toma su cintura con sus brazos.

—Eso no es justo —vuelve a decir ella, con un tono de voz más relajado. Eric la besa nuevamente en el cuello, y ahora desplaza sus húmedos labios por todo su hombro. California se estremece, y se gira para besarlo en los labios.

Cuando se besan, California siente un ligero sabor dulce de la crema que Eric se había robado de su postre. Eso le recuerda que llegarán tarde, así que termina el beso.

—¿Y si mejor no vamos? —le pide suplicante, pero ella niega con la cabeza.

—Si iremos, y es mi última palabra.

California le había comentado a Eric sobre la cena de Navidad que organizaba el Gobierno en la sede. Por supuesto que en el Departamento no estarían las figuras más conocidas, ni siquiera estaban seguros de que alguien del gobierno viajará hacia aquí, pero era una cena formal y todos debían asistir.

—Bien, pero comemos rápido, robamos un postre y volvemos a la habitación —advierte Eric. California lo observa con sus ojos entrecerrados.

—No, comeremos bien y no robaremos postres. Vamos Eric, vivimos en la habitación —le dice casi con un tono de ruego.

—Bien, supongo que tienes razón.

—Siempre tengo razón —murmura California cuando Eric se aleja. Vuelve su atención al postre que estaba preparando, colocando la crema de manera cuidadosa.

Eric se sienta en frente de ella nuevamente y la observa de manera juguetona.

—Sabes que odio que te quedes mirándome —dice ella al levantar la vista y encontrarse con los ojos de Eric—, no lo hagas.

—Puedo mirarte todo lo que yo quiera, es mi derecho.

California se rinde con un suspiro y termina por guardar el postre en un recipiente de vidrio. Con un marcador escribe su nombre en una etiqueta y la pega al recipiente. Abre la enorme heladera de la cocina del Departamento y guarda su postre con los demás.

—Se veía bien, espero que esté rico.

—Lo estará, fue hecho por mí con mucho amor.

Eric se ríe y toma a California de la mano, entrelazando sus dedos y sintiendo así la calidez de ella. Habían pasado apenas algunas semanas desde que habían vuelto a dormir juntos, California no volvió a decirle que lo quería, ni que lo amaba, ni nada.

Pero estaba bien, ella estaba conociendo a Eric nuevamente y suponía que le llevaría tiempo. En todos estos días que pasaron, estuvieron en el cuarto de él teniendo sexo, jugando, riendo, mirando películas y hablando sobre la vida de Eric. Hubo mucho que él tuvo que contarle con detalles, como su paisaje de miedo y la historia con sus padres.

California se sorprendió al conocer el temperamento de Eric y el saber que dejó a sus padres con vida luego de todo lo que habían hecho. A él le afectaba verlos allí, pero ellos no lo recordaban así que supuso que era lo más justo.

Tomados de las manos, ambos volvieron a la habitación de California.

Eric se queda en la cama de la habitación, leyendo uno de los tantos libros que ambos habían acumulado con el pasar de los días. Mientras tanto, California ya había terminado de tomar su ducha, pero tenía tantas opciones de vestidos que no sabía cuál usar.

—Este tiene demasiado... sí, demasiado. Y demasiado grande también —murmura de mal humor. Era el primer vestido que se probaba, y si bien tendría un abrigo encima del mismo por el frío de la épica, quería que le quedara perfecto.

Soldiers - Eric/DivergenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora