Capítulo XLVIII: Especial año nuevo

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California y Eric no se habían separado desde la fallida cena de Navidad hacía ya siete días. Durante la semana estuvieron realizando juntos los trabajos otorgados por el Departamento.

Su trabajo de la semana consistía en realizar dos o tres viajes por día hacia Chicago, donde recolectaban los alimentos que producía Cordialidad y que pertenecían al Gobierno. Ambos disfrutaban de su trabajo juntos, pues debían viajar varias horas por día con todas las entregas y tenían tiempo para hablar.

Durante la semana, Eric había tenido tiempo de contarle a California todo sobre Osadía, la facción que aún seguía fascinandole. Uso todos los detalles que pudo para hablar sobre la iniciación, sus peleas, Edward, los abandonados, Peter, Jeanine, Evelyn, etcétera. Había contado también sobre sus padres en Erudición, y luego en cómo descubrió que no eran sus padres.

California escuchó todo atentamente, mientras admiraba la forma en que Eric hablaba sobre ella. Eso le hacía tener aún más ganas de que finalmente sea primero de enero, de que llegue el día.

—Es hermoso —habla California mirando hacia el frente y observando el atardecer qué caía sobre el Departamento.

—Lo es —responde Eric, con su mirada al frente y sus manos apretando el volante del camión. Hacía mucho tiempo que no conducía ninguno de ellos, o alguna otra cosa, y volver a hacerlo se sentía igual de bien que cuando aprendió a manejarlos.

—Me hubiese gustado tener más tiempo para visitar Erudición —vuelve a decir California.

En la semana de trabajo, se tomaban unos minutos libres para recorrer la sede de Osadía. California había quedado encantada con lo qué vio, y fue la segunda razón por la cuál se decidió a hacerlo. Le encantaría volver a recordar todas aquellas aventuras que Eric le había contado.

—Todavía puedes negarte, y tener más tiempo —le dice, sin perder todavía las esperanzas de que California se negara. Pero la chica estaba decidida, y aún conservaba aquella cualidad: una vez decidida nadie le haría cambiar de opinión. Solo una vez cambio de opinión, fue cuando Eric la convenció de no ir hacia Erudición.

Pero ahora era diferente, California quería realmente recuperar su antigua yo y él, muy a su pesar, la entendía.

—Sabes que no quiero posponerlo más, Eric —le dice ella.

—Sí, de acuerdo.

Eric no discute más, y por algunos minutos ambos viajan en silencio. Ante la incomodidad, California toma los vestidos que venían en la parte de atrás del camión.

Christina pertenecía a Verdad antes de ser de Osadía. Su familia se había quedado en la ciudad de Chicago y ahora ayudaban en Cordialidad. Así que Chris les pidió que le entregaran su antigua ropa de Verdad, ahora teniendo una gran cantidad de ropa blanca para usar en la fiesta de Año Nuevo.

—Todos son hermosos —dice California al sacar más de tres vestidos de la bolsa que le entregaron, todos ellos blancos y con detalles en color negro —, espero que nadie me lance chocolate en ellos o Christina me mataría.

—Estaré delante de ti para cuidarte del malvado chocolate.

—Mi héroe —dice California riéndose.

Pasados los veinte minutos de viaje en el camión, llegan finalmente al Departamento. Desde el lado del Estacionamiento Eric retira uno de los tickets de entrada y le enseña su identificación al guardia que se encontraba en la puerta.

—¿Todavía debo enseñarte identificación, Amar?

—Reglas son reglas, el gobierno insiste —se excusa él, y luego con una sonrisa estrecha su mano con la de Eric. El joven rápidamente estaciona el camión y se baja junto a California, acercándose en dirección a Amar.

Soldiers - Eric/DivergenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora