Libro 1/4
Cuando eres un Demonio eres rechazada por todos, incluso por tus padres...Oh mejor dicho, por los que creias que eran tus padres.
¿Qué pasa cuando te enteras de que vives en una mentira?
¿De que no solo un demonio vive en ti?
Lo único que...
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•Camila-Aléjate de mi•
No supe ni como llegue tan rápido a él. Mis manos se volvieron puños y con ellas empecé a golpear al guardia en su asquerosa cara.
— ¡Eres un maldito!—un golpe — ¡cómo te atreviste a tocar a Chad! — otro golpe— ¡pagaras por haberlo golpeado!
Mi puño sangraba con su sangre y la de mis nudillos
— ¡Eres un bastardo!—dije antes de que detuviera mi puño.
Me tomo del cuello y me lanzo al escritorio de Maximiliano.
Maximiliano se dirigió hacia él y de un movimiento le rompió el cuello.
— ¡Por la diosa!¡Eli!—grito Abby asustado corriendo hacia mí y Axel ayudándome a levantar.
Mis heridas dolían cada vez más.
Empecé a caminar a dolorida estaba por salir del despacho pero Maximiliano me detuvo.
—Deja que te curen —dijo sin verme y eso dolía aún más.
—Mírame—le obligue y lo hizo, en sus ojos había dolor y miedo.
—Si algo le pasa a esa familia te juró—aunque sienta algo por ti que es una clase de curiosidad— que te matare, no importa si muero en el intento.
Salí de ese lugar lo más rápido que pude.
Me dirigí a los calabozos pero cuando los guardias me vieron pensaron que era un rogué, les explique que era una invitada, y no dejan de escanearme como si fuera a atacarlos.
Pedí que me dejaran entrar pero no accedieron solo me dejarían entrar si el alfa lo autorizaba y eso no sucedería.
Lo único que quiero es sacar a esa familia que está ahí metida por ayudarme y la niña que está en el hospital.
—déjenme entrar...
—lo siento señorita pero no la dejaremos. Debería ir al hospital para que revisen sus heridas antes de que infecten.
—primero déjame entrar y después iré al hospital.
—lo siento señorita pero no.
—púdrete...
—Que actitud Elizabeth —dijo Axel apareciendo detrás de mí.
— ¿A qué has venido?— pregunte pero su vista se dirigió a los guardias.
—Déjenla entrar y saquen a los rogues que capturaron esta mañana —esta vez su vista se dirigió a mí — el alfa lo ordena.
Mi corazón latía demasiado rápido que los guardias y Axel me miraban asustados, tal vez pensaban que me daría un ataque cardíaco. No puedo creer que los dejara libres.
