DEMONIOS

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•Camila-Abrazame•

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•Camila-Abrazame•

—¿Qué hace esa maldita especie aquí?— preguntó Maximiliano con rabia y asco al mencionar a mi especie.

Salimos los cuatro a ver lo que estaba sucediendo, al llegar al lugar los tres demonios se posicionaron delante de Maximiliano.

— ¿Por qué han entrado a mi territorio?— exigió saber Maximiliano. 

— Alfa—dijo uno de los demonios —un placer conocerlo, vera, nos ha llegado una noticia de que en su manada se encuentra una humana que es muy especial en el reino del rey Logan Demon.

—aquí no hay ninguna humana que les pertenezca— dijo con odio y lanzando palabras llenas de despreció. Abby me miraba, ella quería que fuera al refugio pero no lo haré.

La vista del demonio se dirigió a mí y sonrió de lado

— Y que dice de ella —me señalo —tengo entendido que ella —esta vez señalo a Abby —es la mate del beta pero la otra humana no tiene mate que pertenezca a esta manada ¿o me equivoco?—le preguntó a Maximiliano.

—No, no se equivocan —contesto Maximiliano y sus ojos se tornaron rojos.

Los demonios me miraban, al no tener mate que pertenezca a esta manada ellos pueden llevarme o incluso matarme, sé que no puedo defenderme, no enfrente de ellos. 

Maximiliano ni nadie pueden hacer nada, ellos pueden llevarme y matarme si así lo desean ya que en su especie no existe la norma de no poder matar humanos, al contrario, ellos matan a los demonios que no asesinen. 

Un demonio tomo mi brazo y me atrajo a él oliendo mi cabello, Abby rápidamente saco su arco y flecha y le apunto.

—Suéltala o disparo la flecha—dijo amenazante— Maximiliano has algo ¡no puedes permitir que se la lleven!

—Abby déjalos no pertenezco a esta manada no puedes hacer nada— dije, cuando salga de esta manada lo primero que haré es arrancarles la cabeza.

—suéltenla y largo de mis tierras o sufrirán las consecuencias de entrar a mi manada —advirtió Maximiliano, el demonio seguía oliendo mi cabello pero el olor de él era repugnante.

—ya has escuchado lo que dijo el  alfa—dijo Axel.

—Mmm... No sé si es ella a la que buscamos pero para mí es perfecta para otras cosas—quería defenderme de él, su olor y su presencia tan cerca me daba asco y miedo.

Maximiliano empujo al demonio y me atrajo a sus brazos de manera protectora.

Ellos empezaron a reír y Abril apareció lanzando les cenizas de belladona, una planta que debilita a los demonios. Ellos cayeron desmayados por el olor de la planta.

Empecé a sentirme débil, mi cuerpo pesaba, mi cabeza dolía y el olor de la planta era insoportable.

—No puede ser... ¡Elizabeth!— grito Abril. Vi por última vez a Maximiliano que me sostenía entre sus brazos y por último cerré los ojos que no soportaron estar más tiempo abiertos. 

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El mismo lugar de los espejos...

Escuche sollozos que venían de un espejo, una mujer lloraba.

— ¿Arlet?—pregunte sorprendida.

—tú.... Has matado a mis hijos... Por tu  culpa los asesinaran...—dijo en sollozos levantándose para verme.

— ¿de qué hablas? ¿Yo no he matado a nadie?

pronto matare a tu especie tal y como tú haces con la mía —dijo con odio.

Tú y yo somos de la misma especie...—dije y sentí un olor muy fuerte el cual no distinguía.

—¿eso crees? —preguntó con una sonrisa. 

Abrí los ojos...

—Eli.... ¿estás bien?—preguntó  Abby que se encontraba parada delante de mí.

—Si....—conteste observando en donde estaba, mi cabeza reposaba en Maximiliano que se encontraba junto conmigo en el suelo de la mansión— ¿qué ha pasado con ellos?—pregunte refiriéndome a los demonios.

—Están en el calabozo, llevas desmayada cinco minutos —dijo Abril.

— ¿y que era ese olor?

—era alcohol.

—Será mejor que descanses Elizabeth—dijo Abril —alfa ¿la podría llevar a su habitación?

Él no respondió y solo me tomo en brazos cargándome, aún me sentía débil, esa planta me afecto mucho.

Maximiliano entro a mi habitación y me deposito en mi cama, cuando se estaba a punto de ir lo tome del brazo sorprendiéndolo. 

—Quédate conmigo, por favor —pedí sin soltarlo.

—Tengo asuntos que arreglar en la manada, no puedo —dijo desasiéndose de mi agarre.

No insistí más, tal vez Leonora tiene razón y aunque la poción oculte mi esencia de demonio mi especie nunca conocerá el amor.

Vio que no dije más y se retiró.

Mande a llamar a Leonora para que me ayuda con Arlet, algo debía detener a mi demonio. 

—Cuando la tomes ella no saldrá y te sentirás con más energía —dijo Leonora dándome un frasco pequeño que tenía un líquido rojo.

— ¿Estas segura?—pregunte dudando y ella se molestó.

—tómala Elizabeth, te sentirás mejor y ella se debilitara. Quiero que todos los días tomes una poción, esto ayudara a dormir a Arlet y ti.

Tome la poción y ella sonrió, después salió de mi habitación.

A los pocos segundos después sentí como mi cuerpo recuperaba fuerzas y una gran sed de dañar me invadía.

Abby entro a mi habitación preocupada.

— ¿Ya te sientes mejor?—preguntó Abby

—sí, pero mi cuerpo tiene demasiada energía acumulada.

— ¿quieres ir a ver el entrenamiento de los rogues?

—claro—conteste levantándome. 

Salimos de la mansión para poder llegar a la sala de entrenamiento de la manada, todos los de la manada entrenan para poder pelear por si hay guerra o los rogues atacan. Las mujeres de la manada tienen la elección de decidir si entrenan o no pero para los hombres es obligatorio.

—Pero vean a quien tenemos aquí...—dijo esa chillona voz.

Reina DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora