Lluvia

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Un hombre joven sin ojos que reía suavemente lo observaba mientras se acercaba más y más. Le sonaba extrañamente familiar.

Reía.

Y se acercaba.

Podían verse los huecos en donde iban los ojos.


Alexei despertó. Parecía haber tenido una pesadilla. Pero, en cuanto quiso recordar qué soñó, se le olvidó. Solo sabía que era alguien que conocía... alguien...

Miró su reloj despertador, eran las 4:30 de la mañana. En treinta minutos, tendría que levantarse para ir a la universidad.

"Maldita sea- reprochó con los ojos cerrados-. Esa pesadilla rara me quitó el sueño...- suspiró-. Hoy no va a ser un buen día".

Se levantó antes de la cama. Se duchó y preparó un simple pero eficaz desayuno. Por la ventana veía que llovía muchísimo.

-Frederick- llamó desde la cocina-. ¡Frederick!

Al parecer se había quedado dormido. Fue a buscarlo mientras lo llamaba a gritos. Entró conteniendo la ira a la habitación de su hermano.

No había nadie.

Es más, su habitación estaba ordenada.

-Qué extraño...- sospechó Alexei mientras se frotaba la barbilla.

Alexei terminó su desayuno solo...


Más tarde, mientras volvía de la universidad, Alexei se esforzaba por no caerse dormido. La clase que hoy tuvo, más lo mal que durmió lo habían dejado hecho polvo. Además, al llover tanto, no podía sacar su "Libro de Estrategias".

Casi chocó con un par de personas, mitad por estar distraído, mitad por culpa del paraguas que le cubría parte del campo visual.

Al rato de estar caminando, se cruzó con una chica extraña. Parecida en edad a la chica que era idéntica a su her... a ella. Alexei no le dio demasiada importancia al asunto y siguió con su ritmo. Pero esta chica, lejos de hacer lo mismo que Alexei, detuvo el paso, y volteó a verlo, arqueando una ceja.

Esta joven, que no tenía paraguas, había visto algo que se le hacía muy familiar en Alexei, algo que tal vez... no le pertenecía. Impulsivamente y sin pensárselo dos veces, corrió hasta Alexei y se detuvo enfrente suyo, bloqueándole el paso.

Con una precisión robótica lo analizó de pies a cabeza. Los ojos bien abiertos. Parecía una completa psicópata.

-Ahí- se limitó a decir mientras señalaba con el dedo el pecho de Alexei, más precisamente, al pin que la muchacha misteriosa le regaló. De un manotazo, intentó robarlo, pero Alexei lo esquivó tirándose hacia atrás. Dejó caer su paraguas.

-Hey, ¿qué te pasa?- le gritó Alexei, mientras esquivaba sus manotazos sin perderla de vista.

-Ese pin- jadeó mientras intentaba sin éxito acorralarlo- no es tuyo.

Alexei no estaba entendiendo nada.

-Es de... una amiga... y tú... ¡se lo robaste!- Alexei lo entendió. Y esquivó justo a tiempo.

Esa muchacha, parecía que era amiga de la otra chica que estaba buscando. 

"¡Pero que buen golpe de suerte!- y aún más suerte tenía, porque iba con el uniforme escolar".

"Lástima que se esté moviendo tanto- susurró Dementia, hoy mucho más fuerte por la falta de sueño-, así no podrás saber a qué colegio va".

Pesimista y todo, Dementia no se equivocaba. Alexei sabría finalmente, después de tantas semanas, cómo encontrar a esa chica. Pero de nada serviría si la loca que lo buscaba atacar no frenara un poco.

"En ajedrez hay que hacer sacrificios para ganar".

Un pensamiento tan frío y seco como el hielo. Pero aun así, le dolió. Dejó de escapar.

Ella aprovechó su oportunidad y le arrebató el pin con brutalidad, arrancándole un pedazo de remera. Lo miró a los ojos, con esa cara de psicópata que logró su cometido, y como si fuera un animal que atrapó a su presa, se fue. En silencio.

Agachó su cabeza, lamentando haber "perdido" el pin que ella le regaló.

Escuchaba a Dementia riéndose a carcajadas, lo sentía encima.

De todas formas, sonrió maliciosamente. Porque, después de todo, su plan había salido como el esperaba.

Caminó lentamente hacia donde había quedado su paraguas, lo levantó y siguió rumbo a casa. Antes de llegar, se detuvo un momento a anotar la dirección en el "Libro de Estrategias", Winchester High School.

-Por fin.


Un par de horas antes, en la madrugada, un sujeto misterioso se encontraba sentado, mirando por la ventana la lluvia caer.

La zona en la que estaba no era muy amigable, parecía un lugar abandonado, donde ni un vagabundo iría a pasar sus días. Sin embargo, a él, este lugar le venía al pelo.

Un hombre de aspecto fornido entró por la única puerta que había. El otro sujeto, ni se molestó en levantarse.

-Veo que ya estás aquí- comentó, con calma.

-¿El plan ya está listo?- preguntó el fornido, ignorando el intento de saludo del otro.

-Digamos- confesó-. En realidad, aún me faltan unos retoques.

-Pues deberías apurarte- el fornido se cruzó de brazos. Su expresión no era amigable.

Sin embargo, en aquella "sala", no parecía estar definido quién tenía más autoridad sobre el otro. Parecía más bien, como si ambos se controlaran mutuamente.

-Espera un momento- dijo el otro con una sonrisa larga-. Se me ocurrió una idea.

El fornido hizo silencio, esperando a que hablara.

-Esto de realizar los planes- jugaba con un lápiz que pasaba entre sus dedos-, me da mucha pereza. No tienes idea de lo aburrido que puede llegar a ser... Y además, creo que va siendo hora de que nos expandamos más. Creo que ya es momento de que vayamos agregando a un nuevo miembro a nuestro "equipo".

-Ya veo...

La luz del día comenzaba a aparecer, a pesar del cielo lluvioso. El otro estaba de espaldas a la ventana. Pero la luz del nuevo día iluminó al fornido, alumbrando su rostro.

-Quiero que me consigas a un nuevo Master Mind. Uno que consideres apto para nuestro próximo trabajo.

El fornido asintió con la cabeza.

-Ah, y Frederick- continuó el otro-. No me falles.

-Descuida, Aren- respondió, saliendo de la sala. 

El otro sonrió con calma.

AlexeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora