Comida china

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Había pasado un par de semanas desde la muerte de Alba y desde entonces, las cosas habían estado un tanto tensas entre Alexei y Frederick. Y ciertamente Alexei tenía parte de razón. Durante aquellos días redescubrió a su hermano mayor, aquel que le ayudó a "superar" la muerte de Katrina. De ser un cabeza hueca con un buen corazón pasó a ser un pandillero terrible y de sangre fría, que había asesinado a una chica inocente.

La noche de la muerte de Alba la pasó junto con Suga en un café 24/7. Habían pedido el café más grande que ofrecían, pero estaban tan tensos que no pudieron tomar nada. Ni siquiera hablar. Al amanecer, se separaron. Suga se fue hacia la escuela, necesitaba distraer la cabeza con algo. Mientras que Alexei buscó a su hermano, y lo encontró.

Y discutieron, mucho. Alexei nunca había estado tan enojado desde la muerte de su hermana. 

"Quién sabía si esta Alba tenía hermanos a los que cuidar- lamentaba mentalmente".

Fue una discusión intensa, que terminó mal. Tan mal que Alexei se vio en la necesidad de volver a esperarla a Suga cuando saliera de clases.

-Suga...- le dijo una vez que la miró a los ojos, se notaba que había llorado-. Sé que es algo difícil lo que te voy a pedir (y no tienes que aceptar si no quieres), pero discutí con mi hermano. No quiero vivir más en la casa con él. Yo... me siento muy mal por tener que pedirte esto pero, ¿crees que pueda quedarme unos días en tu casa? Es decir, solo si tú estás de acuerdo y tus padres me dejan.

Actualmente, Alexei se hallaba viviendo con Suga. Ella vivía sola en una casa que sus padres le habían proporcionado hace ya algún tiempo. La vida de Suga estaba llena de muchos consentimientos por parte de una familia adinerada, sin embargo, la presencia de Alexei en esa casa era un secreto por parte de Suga. Un secreto que sus padres ignoraban. Por otra parte, Alexei presuponía que les avisó desde un principio, así que nunca se molestó en preguntar.


Alexei estaba acostado en el sillón, con los pies encima del tapizado, escribiendo tranquilamente su "Libro de Estrategias". Otra vez, anotando de todo salvo estrategias. A veces también dibujaba...

-¡Álex!- regañó Suga acercándose furiosa desde el otro lado del living. Alexei levantó la cabeza-. ¿Cuántas veces te he dicho que no apoyes los pies en el sillón?

-Dijiste que podía hacerlo si estaba descalzo- contestó él con una risita nerviosa. Luego, volvió al libro.

-Pero tú estás calzado, Álex- señaló ella, arrebantándole el libro de las manos. Y efectivamente tenía razón, llevaba puestas zapatillas para correr.

Alexei entró en pánico. Nadie podía ver lo que pasaba en ese libro. Ni mucho menos Suga. De todas las personas en el mundo ella era quien menos debía ver el libro.

Se levantó con velocidad antes de que Suga tuviese tiempo para llegar a ver el libro. Tomó el libro de sus manos y se lo guardó tras su espalda.

-¡Hey! ¿Por qué no puedo ver lo que hay en ese libro?- se había puesto caprichosa. A pesar de ser identica a su hermana cuando tenían la misma edad, Katrina era mucho más seria.

-Porque no.

-¡¡Esa no es una respuesta!!

-Sí-que-lo-es- canturreó mientras subía las escaleras a esconder el libro.

Al bajar las escaleras, Suga lo estaba esperando de brazos cruzados. Con cara de patito enojado.

-Álex, tonto. Me ensuciaste el sillón. Y ni siquiera me quieres mostrar lo que hay en tu libro.

"Si tan solo fuera tan fácil- pensó él-. Pero no puedes saber lo que hay ahí".

-Ahora por eso- señaló a la parte sucia del sillón-, vas a preparar tú el almuerzo (y porque no quiero cocinar yo)- se mordió la lengua con suavidad.

-Veo que no me queda otra opción. Sí sabes que soy pésimo cocinando, ¿verdad?

-¿Entonces pedimos comida china?

-¿Ese fue tu plan desde el comienzo?

-Ji, ji, ji.


-Oh por dios- exclamó Alexei-. Esta comida china habrá salido cara, pero es riquísima.

Habían terminado de comer, y se sentían llenos, pero ambos estaban planteándose la idea de volver a pedir. Alexei terminó por negarse, pues no podía gastar todo el dinero que se llevó de su casa en solo comida innecesaria. Pero Suga tenía otros planes. E insistió. Tanto que Alexei tuvo que volver a llamar al pobre delivery solo para pedirle otra ración.

-¡Uy! Ahora sí- celebró Suga satisfecha, acariciando su estomago-. Ahora quiero dormir- apoyó la cabeza sobre la mesa.

-Un momento, Suga. ¿Acaso no lavaste los platos del desayuno?- señaló con la cabeza a la pileta de la cocina-. Se suponía que hoy te tocaba a ti.

Suga levantó la cabeza, somnolienta.

-Ejem- se aclaró la garganta-. ¿Quién puso los pies en mi sillón importado?

-Pero... ¡no tiene nada que ver!- al lado de Suga, Alexei perdía esa figura seria, orgullosa e imponente que solía tener desde la muerte de su hermana.

-Los pies... en mi sillón- Alexei sabía que no iba ganar. En estas pocas semanas que llevaba viviendo con Suga, aprendió que cuando se ponía caprichosa no había quién la parara.

-Tú ganas- el joven estratega levantó las manos en señal de "jaque mate". Se puso a lavar los platos, que eran muchos.

Mientras iba por la mitad, sonó el timbre de la casa.

-Ya voy- gritó Suga desde el sillón. Casualmente ella sí tenía los pies sobre el tapizado, aunque estaba descalza. Se levantó de un salto a ver quién era.

Vitoria, su madre, la estaba esperando del otro lado de la puerta.

AlexeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora