Alexei había recibido el inesperado abrazo de una joven llamada Suga, que recién acababa de conocer. Las cosas deberían parecer marchar bien, pero en realidad, estaba pasando todo lo contrario.
Ella estaba llorando porque se sentía culpable. A pesar de que fuese un abrazo, Alexei no sentía que ese abrazo debiera ser dado a él.
-...Discúlpame...- suplicó ella.
-No... no tienes que...- se forzó a seguir-. Por favor, no te disculpes- puso una voz vanidosa-. Pensaba invitarte, de todas formas.
-¿A una total desconocida?- parecía más animada por el hecho de que alguien se preocupara por invitarla a comer.
-Eh... digamos- ¿desconocida, o doble de Katrina?-. Como sea, Suga querida. Entremos, que yo invito, y pídete lo que quieras, ¿de acuerdo?
-¡Yey!- celebró elevando un brazo.
Ambos entraron al local de comida. Tal como lo pensaron, no había mucha gente por ser un mediodía. Se sentaron en una esquina.
A los cinco minutos de estar conversando, un hombre vestido con ropa típica de mesero de la década de los ochenta les entregó la carta para elegir el menú.
-Yo voy a pedir una hamburguesa con queso y papas- dictó Alexei-. ¿y tú, Suga?
-Emm... yo quiero una... ¡Una súper hamburguesa doble bañada en queso fundido y un plato de papas grandes!
Tanto el mesero como Alexei se quedaron mirándola, atónitos.
-¿Re...realmente puedes comer todo eso, Suga?- preguntó Alexie. Ella asintió con la cabeza.
Al cabo de unos minutos (bastantes, según Alexei), llegó el mesero con la comida.
-Así que... Suga- comentó a mitad del almuerzo. No habían cruzado muchas palabras desde que llegó el mecero con la comida.
-Sí...- respondió ella, meditabunda, mirando su plato-. Oye... ¿a ti te gusta el pan?
El esfuerzo que hacían ambos por remar la conversación se notaba a varias mesas de distancia.
-Me recuerdas a alguien que se murió.
"AHHHHH- la mente de Alexei estalló-. ¡¿Eso lo dije o lo pensé?!".
Ella parecía haber quedado tan impresionada que no reaccionó.
"¡¡¡Rápido, como sea!!! Tengo que inventar una excusa que no me haga quedar como un morboso desagradable- recapacitó a las apuradas mientras veía cómo ella seguía comiendo-. Ya sé: podría decirle que se parece a un personaje de una serie, o... que tenía una tía que se llamaba igual, sí. Eso es... No, un minuto, ¿qué tía se va a llamar Suga? Tal vez si...".
-¿Cómo dijiste?- preguntó Suga-. No te escuché. Me distraje jugando con la comida.
-No... no dije nada...- respondió aliviado.
"¿Qué puedo decir para continuar la conversación?- se preguntó Alexei-. Mi hermano me había recomendado que sacara algo que tuviésemos en común...".
-Suga, ¿tú tienes hermanos?
-Uh- abrió los ojos como platos. Miró hacia otro lado-. No. No tengo, ¿tú?
Este podría ser el momento para sincerarse, por primera vez.
-En realidad- confesó mientras se rascaba la cabeza y miraba hacia otro lado también-, tengo un hermano. Aunque antes también tenía una hermana- tocar el tema por iniciativa propia le causaba un dolor punzante en el pecho.
-¿Antes?- Suga inclinó la cabeza, intentando ver mejor el rostro de su acompañante.
Alexei se llevó una mano al pecho. Lo de el dolor punzante no era broma.
-Preferiría no hablar de eso, Suga. Discúlpame- guardó toda su energía para intentar contener la lágrima que quería salir de su ojo izquierdo-. ¿Podemos ir al parque? Si quieres te puedo comprar un algodón de azúcar.
-¡Sí! ¡Yo quiero!
Corrió directamente hacia donde estaba el señor vendiendo algodones de azúcar. Era idéntica a Katrina, pero totalmente diferente a su vez. Es decir, físicamente era igual a Katrina cuando ... mu... cuando murió.
Aunque en personalidad, ahí varíaba totalmente. Alexei siempre vio a su hermana como una chica genial, o el recuerdo de eso. Fría cuando debía serlo, cálida siempre que pudiera. Y también demasiado buena para lo que él era.
Por otro lado, Suga... se veía genial, sí. Aunque, por algún motivo, no se sentía como si estuviera con su hermana. Este sentir, tan raro, tan nuevo... era divertido. Quería más. Quería algo.
-Esa tiene forma de tortuga- señaló Suga con el dedo. Ambos se habían recostado en el pasto a mirar nubes.
-Esa tiene forma de nube.
-¡No!- regañó. Se sentó-. Tienes que usar la imaginación. Por ejemplo... ¡Esa de ahí! ¿Qué te parece que es?
-Em...- "no puedo decir que se parece a una nube... pero es que no se parece a nada"-... ¡Es un pez!
Suga se tapó la cara con la palma de la mano.
-¿Qué estuviste haciendo toda tu vida?- arqueó una ceja-. ¿Viviste en una cueva?
...
-No tuve mucho tiempo para divertirme- respondió sinceramente, con un dejo de tristeza en su voz.
Un par de horas después...
-Dios mío, ya son las 5:00 P.M.- exclamó sorprendida-. Cielos... si llego a casa más tarde me van a matar.
-Oh, ya veo- asintió Alexei-. Sí, creo que Frederick se preocupará por mí si no llego dentro de poco.
-Frederick... ese nombre me suena- musitó ella-. Como sea, me tengo que ir. Adiós, Alexei- le dio un beso en la mejilla, poniéndose en puntitas, y salió corriendo.
Alexei se dio vuelta y se dispuso a caminar...
-Oye, Álex- gritó Suga desde la otra punta-. ¡Hoy me divertí mucho! ¡¡Volvamos a vernos otro día!!
A Alexei se le cayó el alma, pero de alegría.
-¡SÍ!- llegó a gritar.
Volvió a su casa completamente embobado por la alegría que vivió. Nada podría arruinar ese día, nada.
Lamentablemente, Alexei no podría mantener esa promesa. Porque, cuando estaba por introducir la llave en la cerradura, un salvaje pero sigiloso puño le atinó en la nuca, dejándolo inconsciente.
Cambiando el curso de las cosas, y de la vida de Alexei.
Para siempre.
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Alexei
Teen FictionLa vida de Alexei no fue muy plena, ni muy alegre. Con una depresión severa desde la trágica muerte de su hermana de pequeño, Alexei vivió prácticamente toda su vida en una burbuja, en la que solamente se comunicaba con su hermano mayor, Frederick. ...