Último día

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-Así que...-dijo Alexei contemplando el paisaje-... esto es "Funnyland, el lugar de todo lo bueno y toda la alegría"...

Alexei había cumplido su promesa, y al día siguiente llevó a Suga al parque de diversiones (aunque en realidad, tomaron un bus para ir). Era el mediodía, así que tenían toda la tarde para divertirse.

Este iba a ser el último día en el que ellos dos vivieran bajo el mismo techo, así que Alexei se estaba esforzando por complacer en todo lo posible a Suga. Incluso en la mañana le hizo el desayuno.

-¿Nunca habías ido?- preguntó ella, casi exaltada.

-Bueno...es muy diferente a cuando iba con ella...- y con "ella" se refería a su hermana. Pero no quería pensar en eso-. Como sea, ¿vamos?

Cambió la que sea que fuera su expresión por una sonrisa y entraron al parque. Una vez allí, ambos jóvenes estuvieron de acuerdo en que la primera atracción que debían visitar era la montaña rusa.

Después de una larga espera y una larga cola, fue el turno de ellos dos. Prepararon todos los requerimientos de seguridad que el viaje exigía, y se encendieron los motores.

La experiencia fue única para los dos. Suga amó la adrenalina que la montaña rusa ofrecía, pero Alexei casi vomita, aunque eso no evitó que haya disfrutado el viaje.

No pararon a almorzar. En lugar de eso, visitaron variedad de atracciones, juegos y espectáculos. Todo estaba saliendo a pedir de boca.

Lamentablemente, se encontraron con unos viejos compañeros del secundario de Alexei. Estos insistieron para que Alexei y "la chica" se unieran a ellos.

Para que no molestaran, Alexei accedió, fingiendo amabilidad, y a la primera de cambio, cuando el grupo se distrajo, se escapó de allí con Suga.

-Hey, Álex.

-Dime- indicó despreocupadamente mientras merendaba un súper-pancho.

-Vayamos al bote del terror- propuso entusiasmada.

El bote del terror era una vieja atracción, similar al paseo de los enamorados, pero con una temática oscura y perturbadora en una cueva prediseñada. Tenía buena fama en Funnyland.

-Por favor- contestó tras soltar una risotada-. No podrías con eso, te asustarías demasiado. Y es un paseo en bote, así que tendrías que aguantártelo hasta que termine.

-¿Quieres apostar?- desafió Suga, totalmente confiada de sus habilidades para no asustarse.

-Era lo que quería escuchar- sonrió Alexei.


-Wow- alcanzó a decir Alexei al salir de la cueva. Ciertamente había sido una experiencia aterradora.

-No fue para tanto- comentó Suga, caminando con total tranquilidad.

Estaba empezando a atardecer ya. Quedaba tiempo para una atracción más.

-¿Podemos ir a la rueda de la fortuna?- preguntó Alexei con timidez.

-¡Ay, Álex! Eso es muy aburrido. Mejor vayamos a la montaña rusa otra vez.

-Por favor- pidió él, con los ojos puestos en la rueda de la fortuna, pero sin mirarla.

Suga comprendió que había una razón más profunda que un capricho que ella desconocía. Así que cedió con una sonrisa en el rostro.

Desde arriba de la rueda se podía ver el atardecer. Cómo el sol comenzaba a bajar. Y del otro lado, las nubes rojas.

-Gracias- logró decir una vez en la punta de la rueda-. Significa mucho para mí. Yo solía venir aquí de pequeño con mi hermana fallecida- soltó de golpe. Casi y no se dio cuenta de lo que dijo.

AlexeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora