Mantener la calma

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-¡Oh vamos! ¿En serio no me vas a decir?- preguntó frustrado entre risas Alexei, de un lado de la mesa.

-Nop, tendrás que averiguarlo solitó- negó Suga con una sonrisa de oreja a oreja, del lado opuesto al de la mesa.

Ambos compañeros de casa estaban en una especie de persercusión.

-¡Diiiime!- lloriqueó el muchacho-. ¿Qué significa "Dalhia"?

Alexei no podía alcanzar a Suga, debido a la mesa que los distanciaba. Pero podía estar así todo el día. Sentía mucha curiosidad de saber por qué su madre la había nombrado así. Además, era un juego divertido, y ella también se estaba riendo (una risa que llenaba el vacío que había en el corazón de Alexei).

Suga se llevó el dedo índice a los labios, y le lanzó un pícaro beso imaginario.

-Es un secreto- dio un veloz cambió de dirección esquivando al persecutor.

-¿Y si te llevo a comer... otra vez?- ofreció a fin de llegar a un acuerdo "justo".

Pero Suga negó con la cabeza. De momento no tenía planes para revelarle qué significaba "Dalhia" y quiénes sabían de ello. Habían alcanzado un muy buen grado de relación desde que vivían juntos. Suga se divertía mucho más que cuando vivía sola, y mucho más que con cualquier otro chico. Y Alexei sentía deseos de vivir de nuevo. Es decir, Katrina, su hermana fallecida, lo hacía sentir así, pero Suga... ella llevaba las cosas a otro nivel.

-¿Qué tengo que hacer para que me digas qué significa?

-Emm...

"Si vuelve a decir nada yo..."

-...Creo que lo justo sería un intercambio de información- propuso la caprichosa finalmente.

-¿Información?

-Sí... información- explicó ella-. Tú sabes, tú me dices algo que quiero saber, y yo te digo sobre "Dalhia".

A simple vista parecía un plan llamativo. Pero Alexei ya presumía de conocer a Suga, y sabía que traía algo sucio entre manos. Aunque no pasaría nada si le seguía un poco el juego, con algo de suerte, podría engañarla.

-¿Qué tipo de información?- preguntó él, suspicaz.

-Una que tienes guardada contigo todo el tiempo, y que me da mucha curiosidad saber qué es.

Suga seguía del lado opuesto al de Alexei en la mesa. Él giró la cabeza expresando su confusión.

-Tu libro. Ese que llevas siempre y no sueltas nunca.

-Ahh. Es solo un libro de estrategias para jugar ajedrez- mintió. O al menos, si le hubiera preguntado hace diez años, hubiera sido verdad.

-No te creo, déjame verlo.

-Ni loco- utilizó sus manos para negarlo.

-Si fuera solo un libro de estrategias no estarías haciendo tanto escándalo, ¿verdad?

"Buen punto- señaló Alexei mentalmente-. No quisiera realmente que justo ella viera el libro, pero por otra parte la curiosidad me está matando".

-Solo explícame el nombre y te compro un peluche, el que tú quieras- propuso él.

-Bien... te diré esto: ¡Contraoferta!- Suga estaba decidida.

En su imaginación había sonado mejor.

-Te diré la verdad de "Dalhia", si me muestras el libro. Y, voy a decidir eso de la siguiente manera: si durante el resto del día logras mantenerte totalmente calmado y en armonía, sin ser molestado- hizo énfasis en esa parte-, la respuesta es "te lo explico sin tener el libro". En caso de que pierdas la calma aunque sea por un segundo, me vas a mostrar el libro.

...

-¿Y tú me dirás el significado de ese nombre en los dos casos?

-Ajá.

Todo esto resultaba muy sospechoso. Alexei sentía que algo iba mal con ese plan, y se dispuso a analizarlo, lastimosamente, su boca actuó por cuenta propia y soltó un "Acepto" sin pensar.

Ya era tarde. Había aceptado su propia perdición.


Alexei se encontraba intentando meditar. Lo que sea con tal de permanecer calmado y así no tener que mostrar el libro.

Suga había entrado a la sala con una cacerola en la cabeza, a modo de casco, y con dos cacerolas más, una en cada mano, haciendo ruido y molestando.

El desafortunado joven, trataba de respirar hondo, ya en el atardecer, concentrándose en la calma y no en el ruido interno, por más difícil que fuera.

Sonó el timbre y ambos perdieron la concentración de lo que estaban haciendo, mirando directamente a la puerta. Luego a ellos mismos para decidir quién iría a abrir.

Como el timbre no paraba de sonar, y en caso de que fuera otro intento de homicidio fue Alexei a abrir.

Desde aquel incidente con los tipos que intentaron matarlos en su propia casa, Alexei se acercaba primero a ver que no fuera nadie de aspecto peligroso quien esperara en la puerta. En su momento, le costó tranquilizar a Suga sobre la situación, pero ya se habían encargado bien del tema.

Frederick esperaba detrás de la puerta, y Alexei dudó entre abrirle o no. Le dirigió una mirada a Suga, ella también estaba seria. Pero le asintió con la cabeza. Abrió la puerta.

-Alexei- ya no había un "hermano" o "hermanito". Ni un Frederick preocupado, sino uno sumamente decidido.

-Frederick- saludó Alexei, con un dejo de tristeza.

-Tienen que venir conmigo, ahora- lo dijo sin rodeos, ¿quién sabía cuánto tiempo tenían antes de que algo pasara?-. Están en peligro, y ahora sé quienes son los que están detrás de esto.

-No pensamos ayudarte en tu cruzada, asesino- fue la voz de Suga la que habló desde atrás de Alexei.

Como si se hubiera esperado un comentario así por parte de Suga, respondió con calma:

-No quiero que me ayuden, quiero evitar que mueran. Vendrán tipos malos a intentar matarlos y no pienso permitir que le pongan un dedo encima a mi hermano, ni a ti, Suga.

Fred estaba decidido. Solo necesitaba un poco de fe.

-Por si no lo sabías ya intentaron asesinarnos dos tipos con espadas- replicó Suga, mostrándose orgullosa de Alexei.

-¡Pues vendrán más!- la poca paciencia que tenía Frederick se estaba empezando a agotar a medida que caía la noche-. ¡Vengan conmigo! ¿Qué no entienden que no quiero que ustedes se mueran? Ya tengo bastante con no saber sobre el paradero de Aren.

Tras un minuto de silencio entre los tres, Suga se acercó a Frederick.

-¿Qué quieres de nosotros, Fred?

-Llevarlos a un lugar más seguro- confesó sin saber qué pasaría después.

Ella miró a su compañero de casa, que era el más confundido de los tres.

-Vamos, Álex.

Tanto Alexei como Frederick estaban sorprendidos por la respuesta positiva de Suga.

"Ni modo. Tendré que hacerle caso. Uno no se puede ni imaginar como se pone si le niegan algo estando así de caprichosa".

Alexei suspiró y salió de la casa.

Entraron al auto de su hermano.

AlexeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora