Un teléfono sonó en medio de la noche perturbando el profundo sueño de Frederick. Con la mano, buscó bruscamente el celular que estaba en la mesita de luz. Con cuidado, para no dañar su vista, abrió los ojos.
Era la doctora Liza.
Frederick gruñó un poco y cortó. Volvió a cerrar los ojos, concentrándose en dormir y retomar su sueño. A los pocos minutos el teléfono volvió a sonar. Frederick no había llegado a dormirse otra vez. Decidió contestar y tratar lo que sea que quisiese la doctora rápido, así no perdía el sueño.
-Doctora Liza, ¿qué sucede?
-¿Cómo supiste que era yo, Fred?- preguntó cálidamente.
-Doc, estamos en pleno 2018, los celulares dejan agendar contactos.
A Frederick le pareció notar que un sonidito de alegría salir de la boca de la doctora. Se escuchaba más amigable que la última que vez que habló con ella.
-Doctora- llamó simulando paciencia-, ¿qué es lo que sucede?
-Oh, claro, sí- del otro lado del teléfono se escuchaba cómo ella organizaba unos papeles-. Recuerdas tu pedido, ¿verdad? Pues ya lo tengo. Analicé el cuerpo de... de Ronin.
-¿Cuál fue la causa de muerte?- preguntó Frederick, totalmente desvelado ya.
-No, aquí no- negó la doctora con pesar-. Ven a mi laboratorio cuando recibas el mensaje con la ubicación. Asegúrate de estar atento a tu teléfono y de memorizarla porque la borraré a los dos minutos de enviarla. No te tardes, ven de inmediato.
-¿Cuándo la...?
-La tendrás en algún momento del mediodía.
-Ok- concedió él-. Nos vemos.
Cortó la comunicación y volvió a acostarse con un solo pensamiento:
"Ahora dormir me va a ser imposible".
Cinco minutos después estaba roncando a gusto.
Siete horas más tarde, se encontraba en la guarida revisando futuros golpes de menor tamaño y supervisando el recibo un cargamento con una nueva droga lista para salir al mercado.
Maxwell sería el que reciba el cargamento para después transportarlo a la guarida y proponer un plan de distribución, así que estaba con Frederick organizando los últimos detalles.
"Privado", rezaba la pantalla del celular de Fred mientras sonaba.
-Frederick- habló una voz áspera, fría y calculadora que cortó con la tranquilidad del día.
Frederick se alejó de Max para poder conversar con él a solas, sin ningún entrometido.
-Gran Jefe- respondió él con tono imponente-. ¿Qué es lo que quiere?
El Gran Jefe era el verdadero hombre a cargo de la pandilla. El jefe de la organización mafiosa y por ende superior de Frederick, de Aren (cuando estaba allí) y de todo aquel que perteneciera a Los Dragones de Berlín. Hacía más de ocho años que tenía semejante poder y control. Sin embargo, Frederick nunca lo consideró un "rey" de la pandilla, como hacían todos. La razón se debía a que el Gran Jefe se presentaba en la guarida en muy pocas ocasiones.
Al estar tan poco tiempo presente y dejar a la pandilla por su cuenta en prácticamente todos los golpes y atracos, Frederick había desarrollado un alto rechazo hacia él, y un ferviente deseo de ser el que lo destrone de una vez por todas.
Si el Gran Jefe metía su nariz en algún asunto de la pandilla eso quería decir que, o había una cantidad inmensa de dinero de por medio, o algo que le interesaba mucho.
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Alexei
Teen FictionLa vida de Alexei no fue muy plena, ni muy alegre. Con una depresión severa desde la trágica muerte de su hermana de pequeño, Alexei vivió prácticamente toda su vida en una burbuja, en la que solamente se comunicaba con su hermano mayor, Frederick. ...