Golpe de estado

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-Voy a hacerte pasar un infierno- anunció el Gran Jefe al oído de Frederick, quien se hallaba colgando de la mano de su captor, que le sostenía la cabeza-. Quiero que veas a los ojos a todo tu "público".

Las caras de muchos de los compañeros de Frederick se hallaban en desesperación. En especial las de su hermano, Aren, y Suga.

"Vamos, Frederick. ¡Vamos!- se replicaba mentalmente".

-¡Tú nunca vas a ganarme, Frederick!- ahora gritaba, para que todos oyeran. Para transmitir miedo a su gente-. ¡Tú nunca serás más que yo! ¡Tú...!

-Tcht- se quejó Frederick, con total tranquilidad-. Hablas demasiado para creerte un rey.

Se agarró con las manos del brazo que lo elevaba, juntó las dos piernas y le embocó una patada doble en la boca del estómago que lo dejó sin aire. En consecuencia, Frederick quedó libre, y de nuevo en pie. Listo para seguir la pelea.

-¡Así no funcionan las cosas!- le escupió al Gran Jefe, que estaba de rodillas en el piso-. ¡Nuestra pandilla no es tu estúpido reino ficticio!- le pegó una patada en la cabeza-. ¡No nos trates como a peones sacrificables y ya!- otra patada.

Cuando estaba por atinar la tercera patada, el Gran Jefe tomó su pierna, y revoleó a Frederick contra la pared.

-No me vas a matar con esos golpes tan débiles, Frederick. Fui el más fuerte de la pandilla y lo sigo siendo. ¡Esto no es un juego! ¡Ni una guerra! ¡Es la lucha de voluntades! ¡La voluntad de vivir y la voluntad de ganar! ¡Y LA MÍA ES MÁS GRANDE!- juntó sus dos puños para darle un demoledor golpe doble en picada a Frederick, que se estaba levantando.

Él se defendió cruzando sus brazos por encima de su cabeza. Se levantó del suelo. Sus ojos eran pura furia liberada.

-Si la cosa es así- indicó aguantando todo el dolor en sus brazos-, ¡entonces mi voluntad es la más fuerte!

Agarró las manos del enemigo y le dio un cabezazo. El Gran Jefe hizo lo mismo.

Por cada segundo que pasaba, el Gran Jefe se daba cuenta de que Frederick no era un contrincante cualquiera. Que no era como los demás ingratos desafiantes que había eliminado sin demasiados problemas. Con él tenía que pelear en serio. Muy en serio. Al menos si quería seguir siendo el "rey" de la pandilla.

"Esto está mal- lamentó Frederick-. Cada vez pelea con más fuerza. A pesar de estar más cansado se pone más difícil. ¡Pero no puedo rendirme! Todos están esperando que gane. Se lo prometí a Suga y a los demás. ¡No voy a perder!".

Frederick golpeó el diafragma del Gran Jefe con la rodilla. Vio que su oponente escupió un poco de sangre. Poco a poco lo iba debilitando.

-¡Toma esto!- atacó a Frederick con un golpe en caída al hombro. Él aulló de dolor. Tal vez se lo había dislocado.

-Eso no es nada- mintió. Luego de eso, pateó su rodilla, haciendo que caiga al piso.

"Maldición. Con tanto ruido de la gente no puedo concentrarme bien. Y me empieza a doler la cabeza".

Tanto Frederick como el Gran Jefe se golpearon en el rostro al mismo tiempo. Los dos tuvieron que retroceder.

Sin embargo ninguno atacó.

Estaban a pocos metros de distancia, mirándose el uno al otro. La situación era estática.

Se dio el lujo de recordar la pelea que tuvo hace dos meses contra su hermano, Alexei, sin desconcentrarse de la batalla real. Recordó el modo en el que lo venció. Saltando contra la pared y rebotando. Alexei había caído sobre su hermano con un impulso mortal.

"Tal vez podría emular eso- meditó sin sacarle los ojos de encima al Gran Jefe-. Pero primero tengo que agotarlo más, y atraerlo".

De una manera burlona, lo desafió a acercarse. Aunque el Gran Jefe no tenía un pelo de tonto, sí se acercó, pero no corriendo como Fred imaginaba, sino caminando. Cuando llegó hasta Frederick, le encajó un golpe en el pecho que lo dejó sin fuerza ni aire.

"¿Cuándo...?".

No. No era tiempo para pensar. Se agachó y con una llave, tomó sus piernas y lo tiró al suelo. A pesar de estar sin aire, no era momento de descansar. Si no tenía fuerza tenía que fabricar más. No iba a perder esta pelea.

"El ya está lo bastante nervioso como para analizar si tengo o no alguna estrategia. No va a sospechar nada".

Corrió hasta la otra punta y se dirigió a él con la misma velocidad. Estaba preparado para acometer.

El Gran Jefe se puso en posición para defender el ataque y esperar a que llegara él.

"¡AHORA!".

A un solo paso de chocar contra el Gran Jefe, Frederick cambió el rumbo, esquivándolo y revelando su verdadero objetivo, aquella pared cerca de su enemigo.

Saltó hacia ella, con la mano y los pies se impulsó y dio otro salto hasta el Gran Jefe. El cambio de dirección no le dio tiempo a que se defendiera y recibió de lleno en el cuello el golpe certero de Frederick.

El Gran Jefe cayó al piso, muerto.

Había perdido el combate.

Frederick era el ganador.

-¡SÍIIIIIIII!- exclamó de felicidad el muchacho.

AlexeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora