Frederick no tenía mucho tiempo, si es que siquiera tenía algo. Con un doloroso veneno de largo efecto en la sangre, ya había comenzado a perder la visión. Aún podía ver, pero muy poco. Su visión era borrosa, difusa. Al menos ese fue el único efecto que surgió, de momento.
Meditaba pensando en cómo hallar una cura, porque debía haberla. Según él, no era lógico que crearan un veneno sin hallar una cura también.
"Tal vez Liza la tenga- supuso, recostado con su cuerpo semi encadenado en la 'cama' de su celda-. Pero ella es una traidora también... Dios... ¿en quién confiar?".
Como no podía quedarse esperando todo el día a la doctora, ni tenía la certeza de si vendría o no, decidió ponerse a trabajar en su otra prioridad: aprovechar las fuerzas que le quedaban para zafarse de las cadenas.
Estaba encadenado desde los tobillos hasta el cuello, con cadenas de metal algo oxidado. Con las manos bien atadas, pegadas a su espalda, a Frederickle sería todo un desafío escapar antes de que comenzara a debilitarse.
Lo primero y principal eran las manos. Afortunadamente, el candado de la cadena se encontraba precisamente ahí. Paso dos: buscar algo pequeño con que abrirla.
"Lástima que Ronin no esté aquí. Él sí que tiene algo pequeño entre las piernas- bromeó".
Buscando cerca de la cama, encontró un pequeño clavo oxidado, el cual tomó tras tirarse al suelo. Con él, pudo abrir el candado, usando un viejo truco que Aren le había enseñado de pequeño.
Librarse de las cadenas fue pan comido. Y aún tenía energías. El veneno solo estaba actuando en sus ojos, cada vez veía más borroso.
"Espero que pase pronto por aquí- deseó, refiriéndose a Liza".
Mientras, se escondió al lado de la puerta, y cerró los ojos, con la esperanza de que si lo hacía, no desgastara tanto su marchita vista.
-Maldición-exclamó en voz baja. Pateó la pared por la frustración.
Frederick estuvo más de media hora esperando en la misma posición a la doctora Liza. Y no solo que de ella no hubo ni una sola señal, sino que nadie pasó por ahí en todo el día.
A este paso tendría que salir él mismo...
O tal vez, eso no hiciera falta. En ese preciso momento, la doctora Liza entró por la puerta, abriéndola de golpe.
Llevaba el pelo atado y unas gafas negras, junto con la bata de doctora puesta, y una planilla con datos sostenida en sus manos.
Frederick no perdió tiempo. Casi al mismo tiempo de notar las cadenas sueltas tiradas en el piso, fue apresada por Frederick.
Un fuerte abrazo de oso que la derribó, dejando a ambos en el piso.
-¡Por fin voy a tener las respuestas que busco!- Frederick se aseguró de disfrutar bien el pronunciar esas palabras.
-¡Ayu...!- ella no llegó a completar la frase. Frederick le tapó boca con una mano y con la otra apretó su cuello.
-¡No!- rugió Frederick-. ¡Ahora soy yo el que habla!
Aún con el cincuenta porciento de su visión solamente, Fred podía distinguir una mirada llena de pánico en los ojos de la doctora, pero también, de arrepentimiento.
-¿Quién eres realmente?- preguntó Frederick en voz baja pero audible, a fin de no llamar la atención afuera. Al escuchar la pregunta, Liza no se asustó, sino que comenzó a llorar-. Me traicionaste, Liza. Podría... No. Debería matarte por ello. Pero...
-¿Recuerdas que te dije que no entendías nada? ¿Que eras un tonto? No fue por nada- explicó Liza con lágrimas deslizándose por sus mejillas-. No estoy trabajando con Ronin porque quiera hacerlo, ni porque sea la villana del asunto. Dime, Freddy, ¿tú nunca has perdido a un ser querido sin poder hacer nada por evitarlo?
Él no. Pero Aren sí había perdido a alguien así. Y desde entonces Fred sintió que eso estaba pasando también entre Aren y él.
-No será humano, pero fue el mejor conmigo- suspiró-. Me acompañó desde siempre y nos cuidabamos mutuamente. Tommy, mi perro...- hubo un dejo de tristeza en esas últimas palabras.
Quizá por empatía o por lástima, Frederick se salió de encima de la doctora, y soltó su cuello, confiando en que no lo delataría.
No lo hizo.
-Él secuestró a mi perro y lo tiene aquí encerrado. Me amenazó con hacerlo explotar si no lo ayudaba en todo lo que quisiera. ¡Le puso una bomba en el estómago, Freddy!- esta vez, fue la doctora quien se la lanzó a Frederick, pero no para tirarlo.
-Lo lamento...
Y más lamentaba que en esta situación no pudiese hacer nada por el pobre animal.
Apretó los puños.
-¿Es cierto que los Snakers no están implicados?
-Todo lo que te dijo es verdad...
-¿Entonces Aren está realmente muerto...?
-No vi el video del que tanto habla. Pero si dijo la verdad en todo, dudo que te haya mentido en eso también.
...
-¿Y lo del cadáver?
-Lo sabía todo, Frederick- respondió sosteniéndose los brazos-. Estaba atada de manos y lo sigo estando...
Hubo un momento de silencio bastante incómodo.
-Ronin es una persona vil, Frederick. Va a hacer lo que sea por lograr su objetivo. Y no va a dejar que nada ni nadie lo detenga. Y si quiero que mi perro viva, yo...
-Me estoy muriendo- confesó antes de que Liza pudiera terminar.
-¿Qué?
-Me muero. Otra doctora me inyectó un veneno que me dejará ciego dentro de poco, y luego me matará (y recemos por que no haya ningún otro efecto)- las palabras salían de la boca de Frederick con desgano-. Ya perdí más de la mitad de mi visión. Necesito la cura, doc.
-Pero si te ayudo y él se entera...
-¿Puedes disimularlo?
-Tal vez. Es riesgoso, y además, ¿por qué debería ayudarte? Está en juego la vida de Tommy.
"Maldición. Este no es el momento para negativas".
-¿Tu forma de ser conmigo también fue una actuación, Liza?
Sus labios no contestaron. Pero sus ojos sí. La respuesta era un "no".
-Liza, si no me ayudas no podré acabar con Ronin, y si no lo mato yo, probablemente le haga algo a tu perro- intentó hacer razonar a la doctora.
Tras pensarlo unos instantes la doctora accedió a la petición.
Sin embargo, ningún fluido salía del laboratorio sin la previa autorización de Ronin. Lo cual a su vez, sería otro problema, ya que el detonador para la bomba del perro estaba en posesión suya. Y no había forma de camuflarse o disfrazarse para entrar allí.
-Ni modo- suspiró Frederick-. Tendremos que bajar a Ronin primero.
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Alexei
Teen FictionLa vida de Alexei no fue muy plena, ni muy alegre. Con una depresión severa desde la trágica muerte de su hermana de pequeño, Alexei vivió prácticamente toda su vida en una burbuja, en la que solamente se comunicaba con su hermano mayor, Frederick. ...