Cielo verde

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Un par de días habían pasado desde la asunción de Frederick como nuevo jefe de los Dragones de Berlín y la expulsión pública de Maxwell como miembro de la pandilla.

Todos los miembros estaban muy exaltados con la noticia de la muerte del Gran Jefe. Tantos años reinando la pandilla con mano dura y cruel para terminar muriendo en la arena de batalla en un combate mano a mano.

Fue por eso que Aren le recomendó a Frederick esperar a que la situación se calmara para reunir y hablar con sus pandilleros a cargo. Y por fin había llegado el día.

Fue en la guarida. Esta vez, por motivos de seguridad, Suga tuvo que quedarse en su casa (en contra de su voluntad), cuidando a los perritos. Aren y Alexei prepararon a Frederick para el discurso que daría este a fin de ganarse en un cien por ciento a su gente. Por otra parte, los cinco del norte volvieron a encargarse de la seguridad, aunque por suerte, el ambiente era más pequeño.

Con todos, o al menos la inmensa mayoría presente, era hora de que Fred entrara al escenario, pero no sin antes recibir un empujoncito de su hermano que lo animó a subir.

"Mierda. Se me nubló la mente. ¿Y ahora cómo carajos empiezo?".

-Dragones de Berlín- inició tras unos segundos de silencio-, sabemos bien que los últimos días han sido algo... intensos. Nadie, ni siquiera yo, imaginaba que el Gran Jefe vería el fin de su reinado en nuestra pandilla durante la Sucesión de Reyes. Lo reconozco. Yo fui. Yo vencí al Gran Jefe en un combate justo. Es por eso que ahora soy yo el nuevo jefe de la pandilla.

>> Sin embargo- hizo una pausa. Todo el mundo estaba prestándole atención-, las cosas no pueden seguir como estaban antes. Los conozco a todos ustedes. Muchos apoyaban al Gran Jefe con fervor. Pero una cruda realidad es que sus métodos no eran correctos. Lo único que logró hacer fue establecer algunos tratados de paz con otras pandillas, pero no logró saber cuidar la propia.

>> Me apoyen a mí, o al antiguo reinado del Gran Jefe, no debemos permanecer separados, Dragones. Su muerte hará pensar a pandillas enemigas que estamos en situación de debilidad. Ahora es cuando debemos aprovechar para fortalecer nuestros lazos y así mejorar nuestras defensas. ¡Y demostrarles a esas pandillas de poca monta quiénes somos los Dragones de Berlín!

El público gritó por la pasión que el discurso de Frederick inspiraba.

-Se aproximan tiempos fuertes e intensos, mis Dragones. No debemos dejar que nuestras diferencias nos alejen del camino, como pasó con el joven Maxwell. Hay que respetar el proceso y asegurarse de mantener nuestro honor elevado siempre hasta el final.

>> ¡Somos los Dragones de Berlín!- alzó un puño. El público lo imitó-. ¡Entramos en una nueva era de prosperidad! ¡Y NADIE NOS VA A DETENER!

Entre los gritos de la multitud Frederick desapareció y se reunió con su hermano. Entre tanto, Aren fue a mandar a los demás miembros de la pandilla a retomar sus tareas.

-¡Lo hiciste genial, Fred!- lo felicitó.

-Por fin se acabó- suspiró y se sentó en una silla.

-Emm... Frederick, sé que tal vez este no sea el mejor momento pero, ¿qué va a pasar ahora con los cinco del norte?- preguntó tímidamente.

-Pues... supongo que volverán al norte, a donde pertenecen- miró a su hermano con flojera-. ¿Por qué preguntas?

-¡Ah, no, nada!- volteó la cabeza para que Frederick no viera que se puso colorado.

-¿Alexei...? ¿Eso que anda diciéndome Suga es cierto? ¿Acaso te gusta Rojo?- canturreó, poniendo aún más incómodo a Alexei.

"¡¿Por qué Suga pensaría eso?!".

-¡Para nada!- respondió en un grito-. Pero pienso que con la situación en la que estamos convendría tenerlos cerca a ellos que sabemos que son nuestros aliados.

-Sí, sí. Lo que tú digas- rió por lo bajo.

-¡No miento!


-Queremos hospedaje en lugares separados para cada uno, varias promociones anuales, y un aumento en nuestro pago notorio- demandó Rojo en nombre de los cinco miembros ante Frederick cuando este vino a pedirles que se quedaran.

-Lo del hospedaje me suena lógico, ya que si no, no tienen dónde quedarse. Y lo del pago lo podemos ir discutiendo. Pero en el sur no trabajamos con sistemas de aumento de rango.

-Pues entonces creo que tenemos un trato.

Casi le rompió la mano a Frederick al estrechársela. Fred tendría que tener cuidado con Rojo y esperar que no desee el poder algún día, porque podría representar una amenaza como enemiga.

-¡Genial! ¡Genial! ¡Genial!- celebró Alexei dando vueltitas cuando su hermano le informó de la situación-.¡Sí, sí, sí!

-Pff... lo sabía- murmuró el hermano mayor al verlo a Alexei tan feliz.



-Parece que ya se va a hacer de noche- comentó Aren apoyado en un árbol, alegre por el frescor del aire.

Habían aprovechado la ocasión para ir los cuatro de campamento a un bosque. Hacía mucho que no estaban juntos en una situación alegre y sin preocupaciones.

Había comenzado el atardecer del primer día de campamento.

-¿No es hermoso?- se maravilló Suga al ver cómo el sol bajaba. Al ver el color del cielo...

-Me alegra tanto que hayamos podido ir de campamento- confesó Alexei, recostado en otro árbol, con una sonrisa de satisfacción. Como si su objetivo finalmente se hubiera cumplido-. Los quiero mucho, amigos.

-Mañana será un nuevo y vigorizante día- habló Frederick, sonriendo por poder estar vivo para disfrutar con sus amigos-. Y cielo azul va a ser nuestra señal.


Los cuatro jóvenes permanecieron juntos y felices mirando el atardecer hasta que llegó el anochecer y la hora de comer.

AlexeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora