Reclutamiento

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Sabía perfectamente a quien acudir, nuestra elfa se posó delante de una compañera de la guardia, en mitad del pasillo, con los brazos cruzados mirándola fijamente.

—¿Qué?—

Preguntó aquella chica en un tono seco.

—Te necesito, Meiling— Entonó seriamente como si de una declaración de amor se tratase.

La joven parpadeó rápidamente varias veces. Acto seguido nuestra protagonista se abalanzó a los pies de esta, agarrándose a sus piernas como si fuera un koala.

—¿¡Pero qué...!?— Forcejeó para que la soltara. —¡Suéltame, Ran!— Meiling, asustada por el comportamiento de la elfa, fue la primera en pronunciar el nombre de nuestra protagonista.

Cuando Ran por fin le explicó la situación, después de calmarse las dos, lo comprendió todo.

Mei no odiaba al elfo, le era indiferente, pero jamás pasaría la oportunidad de hacer alguna trastada que tuviera que ver con el jefe.

—Si ya tienes las llaves, lo demás será pan comido— Sonrió de una forma traviesa.

Parece ser que la idea de dejar a Ezarel como su madre lo trajo al mundo era muy tentador como para no hacerlo.

Pero, ninguna de las dos sabía que una tercera persona era espectadora de aquella conversación.

Escondida detrás de los pilares del C.G otro miembro las observaba con ojos lujuriosos por lo que aquellas chicas planeaban.

Aquella misma noche, esa mujer misteriosa se presentó en la habitación de Ran.

Nuestra elfa abrió la puerta tras escuchar como llamaban a ella. La abrió y encontró esa sonrisa pícara que le resultaba incómoda.

—Sé lo que planeas hacer con el jefe, querida Ran.— Sus ojos brillaron intensamente

En cambio, Ran, palideció al escucharla.

—Oye, creo que te has confundido, Halane. Yo sólo...—

No tuvo oportunidad de terminar su frase cuando la otra joven interrumpió sus palabras

—Me apunto a tu plan.—

Anonadada, abrió los ojos como platos.

—¿Cómo has dicho?—

—Cuenta conmigo para dejar en pelotas al jefe, eso no me lo pierdo por nada del mundo.— Frotó sus manos como si de ellas fuera a salir el genio de una lámpara.

Ahora ya no solo contaba con la ayuda de Mei, también se había auto invitado Halane. Una joven conocida por la pequeña obsesión que tenía por el elfo narcisista. Lo suyo no se sabía si era amor, lujuria, obsesión, o todo a la vez.

Pero eso no importaba, lo importante es que cuantas más se unieran, más probabilidades de éxito tendría su venganza.

El día, la hora, el momento adecuado había llegado. Iba a comenzar la siguiente etapa de su plan perfectamente estudiado.

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora