Por los viejos tiempos.

144 19 3
                                    


Ran seguía siendo recluida y vigilada constantemente, eso no le dejaba un margen para actuar de forma libre sólo en las noches donde en su oscura y fría habitación se desesperaba.

Apenas recibía esas visitas nocturnas de Ashkore, ¿qué le ha podido suceder? Desde que el dragón se encaró a ella en la puerta de su cuarto, sentía que algo raro se notaba en el trato por ambas partes. Ezarel tampoco ayudaba para hacer que su estancia como asistente de él fuera agradable, era como si tuviera miedo de la pequeña elfa, pues incluso en la sala de alquimia el guardia de Ran tenía que estar vigilándola.

—Ezarel, deja de mirarme así, no es que vaya a saltar encima de ti en cualquier momento. —

—Yo ya no me fio de nadie en este lugar. —

—Si no te conociera pensaría que alguien tan débil como yo te da miedo...— Suspiró antes de mirarlo. —No eres tan fuerte como pensaba. —

—Lo soy, pero ¿quién iba a sospechar qué la persona que está a mi lado casi todo el día quiere matarme? —

—No fui yo, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo? Elfo testarudo. —

—¿Me acabas de llamar testarudo? —

—Prefieres, terco, tozudo, idiota, cabezón...—

—Vale, vale, "señorita sinónimos". Lo he captado. —

—Y si hubiera querido matarte, ahora mismo no estarías hablando conmigo. —

—¿A sí? ¿Te crees tan buena en eso? —

—Paso doces horas rodeada de pociones, libros de pociones y un elfo que me trata mal... Mi plan hubiera sido perfecto. —

—Si, bueno, cuando las otras doce horas estás pululando de un lado a  otro con tus amigas haciendo estupideces. —

Se miraron por unos segundos en silencio, recordando como era todo antes de todo lo ocurrido hasta ahora, eran buenos tiempos.

—Estuve preocupada por ti, creía que ibas a morir realmente y... todos creían que era mi culpa. —

—Supe que Miiko dijo que, si yo moría, tú también. —

—Si... Miiko es bastante temeraria y tampoco me hacía gracia morir en vano. — Miró a Ezarel de una manera divertida y pudo ver como el elfo sonrió ligeramente.

—¿Cuándo se irá? — Señaló con la mirada al guardia.

—Cuando un elfo deje de tenerme miedo. —

—Omitiendo tu broma para nada graciosa, deberá irse, últimamente estoy cansado de tener a alguien observando, así que vete. — Entonó Ezarel al guardia que se quedó sorprendido. —Tenemos trabajo que hacer y no me gusta tener público. —

—Pero Miiko ha dicho...—

—Dile a Miiko que la próxima vez que intente matarme mi asistenta, me defenderé. —

El guardia se marchó dejando solos a los elfos, Ran se quedó sorprendida, aquel guardia no la seguiría más.

—¿Te defenderás? Vaya...— Sonrió Ran mientras volvió a su poción.

Sin darse cuenta el elfo se acercó a ella apoyó su mano en la mesa y esto llamó la atención de Ran encontrándoselo de frente y muy cerca de ella, sin darse cuenta dejó caer el frasco que tenía en su mano y cayó en la olla de la poción que preparaba, Ran dio un paso atrás porque sabía que nada bueno surgiría de ahí, pero Ezarel sin tiempo a reaccionar fue el que se llevó la peor parte. Un humo blanco rodeó al elfo y empezó a toser muy seguidamente.

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora