Se avecina el drama

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Las voces resultaban ser familiares, tanto que se distinguía la voz de ese elfo malnacido que tanto despreciaba.

Intentó saltar varias veces, pues no sabía con exactitud quien era la otra persona que hablaba con él, y tenía la esperanza de lograr ver algo, siendo inútil para su tamaño diminuto respecto a ese gran muro de piedra.

Pero sin duda alguna la otra voz era de una mujer. Intentó sacar sus propias conclusiones. ¿Quién de todas las mujeres que hay en el C.G es capaz de hacer molestar al elfo?

—Todas...— Murmuró para sí misma.

Una vez más la mujer habló, tan alto que parecía que iba a despertar a todos.

—¡ESTOY HARTA DE ESTA SITUACIÓN!— Gritó eufórica.

Y después, nada, solo silencio, salvo unos pasos que se alejaban del lugar.

Cuando parecía que todo volvía a la calma, escuchó como el elfo suspiraba. ¿Estará molesto por lo que acababa de pasar? ¿Dolido? ¿Triste?

Realmente no lograba entender que estaba pasando con Ezarel, y aparte de eso estaba el problema de que se encontraba fuera del refugio.

Se armó de valor y lanzó un "hola" con la esperanza de que le respondiera.

—¿Quién está ahí?— Preguntó el elfo confundido, mientras miraba para todos lados.

—Me...Me he quedado fuera del refugio... Me preguntaba si hay alguna forma de volver a entrar.—

Después de unos segundos escuchó una gran carcajada proveniente del elfo. En ese momento se arrepentía de pedirle ayuda. Pero no había nadie más, empezaba hacer frío y su estómago hacia cada vez más ruido.

—Seas quien seas, lamento decirte que sin ayuda sería imposible abrir esa puerta.—

—¿Y cómo entro?—

—Seré bueno y te daré un consejo. Espero que estés abrigada, esta noche hará frío.—

De esa forma los pasos del elfo se alejaban. Era inevitable que la noche iba a ser larga y desesperante para nuestra elfa.


Cuando el amanecer se acercaba los rayos de sol alumbraron la cara de nuestra protagonista desafortunada. Tapada con su propio abrigo pudo amenizar el frío, por suerte aún no era época de invierno.

Podría haber sido peor, pensó.

Los guardias por fin abrieron la puerta, alguien salía temprano a una misión y aprovechando la situación logró entrar sin que nadie la viera.

De una cosa estaba segura, esta se la devolvería al elfo. Así fuera lo último que hiciera.

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora