Amor a la vista. Parte 3.

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Aquellas dos pastillas restantes estaban siendo observadas por un grupo de jóvenes un tanto, desesperadas.

—Solo dos...—Miró Lia a las demás.—¿Qué hacemos?—

—Yo... Creo que haré caso a Yachi. Si Valk se enamora de mi quiero que sea por el mismo, no a través de una píldora, el cual puede que luego me odie cuando se le pase el efecto.—

—Vale, más oportunidades tenemos las demás.—Halane aún seguía insistiendo.

En otro lugar del C.G una elfa seguía a escondidas a su jefe. Este, perseguía a su vez al vampiro.

—Tengo que evitar que ese estúpido elfo haga alguna tontería con Nevra. De lo contrario, la pagará conmigo cuando se le pase el efecto.—Susurró mientras estaba pegada a la pared cual lagartija.

En la entrada del C.G, Ezarel llamó a Nevra. Le pidió que si podían hablar en privado. Llevándose la mano a la cara, nuestra elfa presentía que pronto tendría que intervenir.

Una vez en la fuente, un incómodo Ezarel posaba sus ojos en Nevra.

—Nevra. Tengo que decirte una cosa.—

—Oh...no. Se va a declarar.— Justo en ese momento, Ran avanzó hacia ellos, pero algo, mejor dicho, alguien se lo impidió.

—Ran. ¿Te ocurre algo?—

Los ojos de la elfa se abrieron como platos. No podía creer que la persona que la acababa de parar era la última persona que quería cruzarse.

—Leif...Tengo que hacer una cosa... ¿Hablamos más tarde?— Sonrojada como un tomate intentó evadirse del amable Leiftan.

—Claro...— Dejo libre el brazo de Ran suavemente y esta fue hasta Ezarel.

—Ez...—Interrumpiendo así la conversación de aquellos dos.

—¿Qué ocurre?—El vampiro confundido no sabía qué hacer.

—Nevra... No sé qué te ha dicho Ezarel, pero el... solo intenta gastarte una broma.—

—¿Una broma?— Mas confundido aun, miro a ambos elfos.

—No es una broma. Estoy enamorado de Nevra—

Sorprendidos por las palabras de Ezarel, el vampiro estalló en una gran carcajada. Sin embargo, la elfa sabía que eso no podía acabar bien.

En ese momento vieron a Lia correr, seguida por un Beriflor, y este seguido por el dueño de dicho familiar, todos los presentes miraron aquella escena tan curiosa y rara.

Pero siguieron hablando sobre lo que el elfo acababa de decir.

—Ez, tus bromas cada vez son más raras.— El jefe de la guardia sombra se marchó de allí dejándolos solos.

Un enfadado Ezarel miró a su asistenta.

—¿¡Por qué has hecho eso!? Estaba declarándome.—

—En un futuro, me lo agradecerás, créeme.—

—Debo ir con él.—

Ran agarró el brazo de Ezarel, pero este forcejeó con ella para soltarse, haciendo que la pobre se cayera al suelo.

Dolorida nuevamente, intentó levantarse para ir detrás de él. Pero siendo inútil su esfuerzo se quedó en el suelo.

—¡Haz lo que te dé la gana! ¡Luego no vengas a regañarme! ¡Estúpido elfo!—

Sus gritos alertaron a Lia, la cual seguía corriendo de un lado a otro por el C.G. La compañera de Ran llegó hasta donde se encontraba. La ayudó a levantarse, pero necesitaba respuestas.

—¿Qué ha pasado?—

—Ese idiota. Se ha declarado a Nevra, la pastilla que le dio Halane hizo que se enamorase del vampiro. Pero por suerte Nevra se lo ha tomado a broma, por ahora. No se cómo se lo tomará en cuanto empiece acosare.—

—Ya veo... Como si no tuviera ya suficientes rivales. Ahora Ezarel también va detrás de MI Nev.—

—Bueno, al menos es temporal.— Ran miró de la joven.— ¿Te está siguiendo un Beriflor?— Señaló detrás de Lia.

Contemplando así el familiar que esperaba impaciente.

—Odio esas pastillas. Espero que esto acabe pronto.— Malhumorada se despidió de la elfa.

Quedándose así sola. Necesitaba deshacerse de aquellas pastillas. Aunque solo quedarán dos.

—No.— Dijo Halane tajantemente.—No te las daré. Las necesitamos.—

—Sabes que Ezarel está enamorado de Nevra, no te servirá de nada.—

—Ran, sabes que ese elfo va a ser mío. No te servirá de nada intentar dialogar conmigo.—

—Lo has intentado ya, y has fracasado. Incluso Liadan es perseguida constantemente por un familiar.—

—Esa es lerda.—

—Halane...— Frunció el ceño.

—Nunca, no te las daré— Cerró la puerta de su habitación.

Un suspiro de la elfa sonó por el pasillo. Cansada de dar vueltas de un lado a otro, tuvo que idear un plan.

—No se me ocurre nada.— En la sala de alquimia, discutía mentalmente lo que podía hacer.

—Suspiros de una elfa...—

—¿Otra vez tú? Voy a empezar a pensar que me acosas. Ashkore.—

—Tengo mucho tiempo libre.—

—Demasiado.—

—Pero no estoy aquí por gusto, al menos esta vez. He venido porque tú y yo tenemos un trato.—

—Sí, lo sé.—

—Es hora de que cumplas. Recuerdas el libro que te di. El del templo. Necesito que lo descifres.—

—No sé si seré capaz. Además, el libro está custodiado, no podré acercarme a él.—

—No hace falta que te acerques. Yo te traeré lo que necesitas y tú me dices que pone.—

—De... de acuerdo.—

—No pongas esa cara. Haré algo por ti.—

Sin más conversación. Nuevamente se quedó sola. No estaba muy convencida, por una parte, tendría que traicionar a la guardia. Pero tampoco tenía más opciones.

—¡Tu! Maldita elfa metomentodo. Me lo has estropeado. ¡Todo! Te voy a torturar hasta que mueras.—

—Ez...Ezarel... ¿Pero qué te ocurre?—

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora