Amor a la vista. Parte 1.

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Tanya estaba siendo regañada de tal forma que hasta nuestra elfa desde su cuarto escuchaba los gritos de Miiko. ¿Qué tan grave había sido lo sucedido para estar tan molesta?

—¿¡Cómo se te ocurre siquiera hacer eso!? Si no fuera por Leiftan podrías haber causado un gran mal al C.G—

—Solo era una pequeña broma.—Murmuró apenada Tanya.

—Cambiarle a Ewe los medicamentos a otras cosas no es algo de broma.—Miiko suspiró enfadada. Y se dirigió hacia Leiftan.— ¿Podrías hacer un comunicado urgente sobre que se revisen todos los medicamentos dados en estas últimas horas?—

Todas aquellas que estaban cerca habían escuchado lo sucedido. Hasta Ran, la cual se quedó mirando el frasco de la medicación.

—Mierda...— Ya se había tomado una. Intentó salir de su cuarto para ir a la enfermería, cuando un torso apareció ante sus ojos.

—¿Leiftan? Lo siento pero tengo que ir...—

—¿A la enfermería? —

—Si. No sé lo que contenía este frasco...Y me he tomado una hace un rato.—

—No te preocupes, no era nada peligroso. Si nos dimos cuenta es porque otra persona empezó a comportarse raro con Ewe en cuanto le dio la medicación.—

—¿Cómo raro?—

—Digamos que... Esas pastillas son una especie de "Esencia de Amor"—

—¿¡CO-COMOO!?—

—El que lo toma se enamorará de la primera persona que vea... Después de ingerirlas.—

—Que...—Rápidamente se giró.—Leif...—

—No me digas que... ¿Aun no habías visto a nadie?—

—Vete... —Con los ojos cerrados intentó evitar seguir mirándolo. Antes de que empezaran hacer efecto las pastillas.

Pero a pesar de que Leiftan se hubiese marchado, era demasiado tarde. Su corazón latió rápidamente al saber que él se estaba alejando.

Se asomó y lo vio caminar por el pasillo. De repente unas curiosas Meiling, Halane y Red fueron hacia ella.

—¿Qué te ha dicho? ¿Qué ha pasado?— Preguntó Red muy impaciente..

—Que la medicación que tenía Ewe fueron cambiadas, y que contienen una cosa llamada "Esencia de Amor" quien las toma, se enamorará a quien mire.—Enseñó el frasco a las chicas y estas lo miraron.

—¿Y cuantas te quedan?—Halane agarró el frasco para mirar su contenido.—Cinco...—

—Era la supuesta dosis para mi dolor de tobillo.—

—Las aprovecharemos bien.—Sonrió Meiling.

—No, no podéis hacer eso, me las van a pedir.—

—Siempre puedes decir que al saber la noticia la has tirado.—

Tras decir eso, Meiling y Halane se fueron rápidamente de allí. Dejando a Red con Ran.

—Tienes mala cara... ¿Ocurre algo?— La pelirroja miró a la elfa preocupada.

—Si... Tomé una de esas píldoras y después de eso vino Leiftan. Mi corazón se aceleró con él.—

—¿Y qué vas hacer?—

—Esperar a que se termine el efecto. Si es que tiene fecha de caducidad.—

Mientras tanto, las dos amigas que habían salido corriendo sabían a quien darle esas pastillas del amor

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora