La soledad se posa bajo un pequeño beriflor, un ser que por bendición o por maldición ha sido agraciado con el amor, un amor que nunca olvidará, un amor simple y puro, un verdadero sentimiento de felicidad y alegría para este pequeño animal.
Comenzaba la mañana y ese pequeño y simpático familiar seguía como un pollito a Lia, como cada día, siempre esperaba la hora de que ella le diera de comer porque era cuando toda la atención de la joven se posaba sobre él, caricias, palabras bonitas y abrazos los tenía en ese momento, pero su frustración más grande era que él no sabía cómo demostrar su amor, ¿qué podría hacer un simple beriflor para hacer entender todo ese sentimiento que tenía en su corazón?Lo pensó y quiso poner en marcha su plan.
—Ven pequeño beriflor, es la hora de tu comida. — Aquella voz para el familiar era como cánticos de ángeles.
Fue a toda velocidad hasta el lugar donde la joven se encontraba, se abalanzó sobre ella, lo que casi provoca que cayera al suelo, por suerte, y acostumbrada a que siempre hiciera eso, pudo mantener el equilibrio.
—Eres muy travieso, no deberías correr de esa forma. — Le regañó, pero su voz era amigable por lo que no parecía estar molesta.
Después de alimentarse de marchó corriendo dejando a la pobre Liadan confundida.
El beriflor llegó hasta donde se encontraba una elfa simpática la cual estaba con el libro de alquimia repasando los ingredientes de las pociones. Cuando se percató de la presencia del familiar, sorprendida, se levantó hasta donde el animal se encontraba, pero él pasó de largo y se dirigió hacia el libro de alquimia. Lo tiró al suelo y la elfa rápidamente intentó cogerlo para dejarlo en su sitio, pero el familiar lo volvió a agarrar con la boca y tras un forcejeo la elfa desistió.
—Suéltalo. — Replicó insistentemente.
Pero el familiar negó con la cabeza, intentó abrir el libro como pudo con sus patitas siendo algo difícil para él, así que la elfa se acercó y lo abrió por él.
—¿Buscas algo de aquí? — Ran pasó las páginas una a una hasta que el beriflor puso su patita en una de ella. —¿Esto? —
La elfa lo miró y dudosa por la poción que había elegido lo miró unos segundos.
—Está bien, no te prometo que funcione, pero se puede intentar. Necesitamos los ingredientes, algunos los tengo pero necesitas pelo de un brownie.—
El beriflor partió a toda velocidad, necesitaba ese cabello rápidamente y sabía donde tenía que ir para conseguirlo.
Cruzó el C.G y encontró a lo lejos una larga y hermosa cabellera de color naranja cual atardecer, era su presa, ese mechón debía ser suyo.
Ykhar se encontraba paseando tranquilamente hasta que notó que algo la observaba, asustada y temerosa por aquella sensación se giró para ver de quien se trataba, no vio a nadie, sólo familiares alrededor jugando hasta que uno de ellos, un beriflor se lanzó sobre ella tirándola al suelo, con su boca intentó arrancar unos mechones siendo alto totalmente fácil para él, dada su fuerza.
—¡Ahh! ¡Socorro! — Gritó la brownie mientras agarraba su pelo. —¡Un beriflor me está atacando! —
Cuando el familiar obtuvo lo que quería se marchó corriendo de allí antes de que alguien lo viera, llegó a la sala de alquimia y le entregó el mechón a Ran, esta tendió la mano y se quedó mirando.
—Supongo que esto explica los gritos de Ykhar...— Con el ingrediente en sus manos lo lanzó al caldero donde se estaba creando la poción.
Después de una hora estaba todo terminado, la poción no era segura del todo, pero la única manera era que el familiar la bebiera.
Así lo hizo, se tomó toda la poción a pesar de que la expresión en su rostro daba una sensación de que no estaba precisamente buena. Poco a poco las extremidades del beriflor fueron cambiando, de patas a piernas y manos, su torso se volvió totalmente el de un hombre, más bien un joven, no parecía más mayor que Chrome, sus ojos era grandes y verdes y su piel era morena al igual que su cabello que tenía ligeros toques castaños.
Una vez que su transformación se completó se fue rápidamente de la sala de alquimia dirigiéndose hasta el lugar donde se encontraba Lia, al verla se lanzó sobre ella, esa costumbre era inevitable para él pero esta vez Lia no supo como mantener el equilibrio, no era su familiar el que la había tirado al suelo, era un jovencito que parecía estar lleno de energía.
—¡Hola Lia!— El joven sonrió a Lia, confundida intentó apartarlo pero este no se lo puso fácil.
—¿Podrías levantarte? Pesas. —
—Perdona...—
Ambos se levantaron y Lia lo miró por unos segundos, intentado averiguar quien era.
—¿Te conozco? No te he visto nunca por el C.G—
—Lia, soy yo... El beriflor. —
Lia abrió los ojos tanto que parecía que se le saldrían de las órbitas, parpadeó e intentó marcharse, aquella broma no le hizo tanta gracia, pero él la detuvo y agarró su brazo con una expresión.
—Necesitaba cambiar mi aspecto para poder decirte lo mucho que te quiero, Ran me ha ayudado a tener esta forma. —
Lia palideció, dio unos pasos hacia atrás y salió corriendo hasta llegar a la sala de alquimia.
—¿Qué le has hecho a mi beriflor?— Gritó histérica desde la puerta.
—Yo no le he hecho nada. Él quería cambiar para hablar contigo, creo. —
—Es un chico, no un oso. —
—Si, de eso me di cuenta...No te preocupes el efecto sólo durará una semana, tiene ingredientes de la poción de Alajea, así que sólo te quedan seis días. —
Antes de que pudiera volver hablar detrás de ella resonó una voz.
—¿Lia se ha enfadado conmigo? — Preguntó apenado el familiar.
Suspiró Liadan antes de hablar. —Seis días, ¿eh? — Cruzó sus brazos por debajo del pecho mirándolo fijamente. —... Bueno... empecemos por ponerte un nombre...—
(...¿FIN?)
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Del odio al amor... y viceversa
FantasíaLas aventuras de una elfa que sufre bastantes situaciones desastrosas en su vida diaria en el mundo de Eldarya. Sobre todo por culpa de Ezarel y de su mala suerte. + Actualizaciones casi diarias. + Posibles spoiler de la historia original de Eldarya...