Cambio de aires.

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Ashkore y Naur se encontraban en la cueva, esperando a que la elfa diera señal alguna de que mejorase, pero no era el caso. Naur decidió salir a tomar aire, verla en ese estado le hacía sufrir. Varias horas después, la humedad y el calor en sus labios la despertó. Aún con los ojos cerrados intentaba encontrar la forma de abrirlos, apenas tenía fuerza y sentía un dolor punzante en el costado, finalmente los abrió pasados unos minutos. Se incorporó dolorida, con una mano posada en su pecho, estaba con vendas y no sabía qué hacía en aquel lugar.

—¿Ran?— Al ver como se levantaba, Naur que ya había regresado se acercó a su encuentro.

No muy lejos de ella estaba Ashkore que se giró para ver como el amigo de la elfa se acercaba a ella para abrazarla, un quejido salió de la boca de Ran tras el abrazo.

—Lo siento, ¿estás bien?—

—¿Eh? ¿Qué ha pasado? Mi cabeza...— Miró al joven que aún la tenía agarrada por los hombros, este le sonrió aliviado al verla despierta. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la elfa cuando miró en dirección del hombre con la armadura negra.

—Naur...— Entre susurros, Ran se dirigió a su amigo. —¿Quién es ese hombre?—

—¿Eh? — Naur miró detrás de él, confundido y extrañado por aquella pregunta. —¿No sabes quién es?—

—No... No lo había visto nunca.—

—Será mejor que regresemos al C.G, ¿puedes andar?—

—Si, creo que si... pero, una pregunta ¿qué es el C.G?—

—¿El cuartel general de la ciudad de Eel? ¿Por qué me preguntas eso?—

—¿Ciudad de Eel? ¿Y por qué vamos ahí? ¿Por qué no vamos a nuestro pueblo?—

—Llevas viviendo muchos meses en la ciudad de Eel, eres miembro de la guardia.—

—¿Yo? ¿En serio?— Sorprendida abrió los ojos de par en par.

—Parece que ha perdido la memoria.— Suspiró Naur.

—No del todo.— Respondió Ash. —Pérdida parcial de la memoria diría yo.—

Naur ayudó a su amiga a levantarse, pero a ella le costaba mantenerse en pie. El hombre enmascarado agarró el brazo de Naur impidiendo que se moviera.

—¿Qué parte de que aún está débil no entiendes?—

—Debo llevarla, van a sospechar si no encuentran su cuerpo ni rastro de ella.—

—Diles que te la llevaste a tu ciudad para que se recuperase antes.—

—No debiste traerla.—

—Ahora mismo estaría muerta de no ser por mí.—

Con los puños cerrados, Naur tenía intenciones de asestar un golpe, pero la frágil voz de la elfa le hizo reflexionar.

—Naur...—

—Está bien, se quedará, pero hasta dentro de tres días no podremos volver, se supone que el trayecto de la ciudad hasta nuestro pueblo tardaría un tiempo.—

—Mi cueva es vuestra cueva, pero no será gratis.—

Las horas pasaban y en la ciudad de Eel todos intentaban reconstruir lo que podían, pero en aquella cueva las horas se hacían eternas. Mientras que la elfa descansaba Naur estaba a un lado mirando a Ashkore furiosamente.

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora