¿Amigo? o ¿Enemigo?

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Delante de ella estaba Ashkore. Portaba en su mano aquello que muchas chicas en el C.G deseaban. La milagrosa y escasa pastilla del amor.

—Has sido tú...—

—Te dije que haría algo por ti. Para que veas que no miento. Así al menos sabrás que ya no hay ni rastro de esto por el C.G—

—Bueno... no diría exactamente que "ni rastro". La ultima que queda la tienes tu.—

Así es. Pero pronto desaparecerá.—

El hombre enmascarado se acercó a Ran a una gran velocidad. Este, colocó la pastilla en la boca de elfa a la fuerza. Haciendo que la pobre tuviera que tomarla. Ashkore se aseguró de que los ojos marrones de aquella joven lo mirasen a él.

—¿Estás loco? ¿Pero a ti qué demonios te ocurre?— Dijo molesta mientras intentaba escaparse.

Pero inútil huir de él. La tenia agarrada por el brazo.

—Durante tres días estarás locamente enamorada de mí. Me voy a divertir mucho, te estaré vigilando cada segundo.—

Nuevamente desapareció. No daba crédito. Una cosa era segura, ya no quedaban pastillas del amor.

Al día siguiente. Los efectos de Ezarel ya habían sucumbido, era libre de nuevo para hacer lo que quisiera con sus sentimientos.

Pero una elfa se sentía algo mal. Sabía que era observada cada paso que daba, por el hombre que había hecho que se enamorase de él. Lo que hacía que se volviera más patosa en sus labores.

—Auch...— Recibió un golpe por parte de su jefe en la frente por no prestar atención a lo que le pedía.

—Te pedí que me dieras un recipiente hace tres horas. ¿En qué estás pensando?—

—En nada, ya, ya voy.— Cuando fue a pasarle el recipiente de cristal, este se cayó haciéndose añicos.

Cuando lo fue a recoger rozó uno de los cristales. El corte, era pequeño, pero sangraba como si hubiera sido algo peor.

—Sinceramente, márchate. Estoy perdiendo tiempo y me estás haciendo enfadar. Si no te vas te daré una patada en ese trasero elfico que tienes.— Con el dedo índice señaló la salida.

La elfa salió de allí. No sabía cómo explicarle que había un hombre que observaba cada movimiento y por eso estaba tan nerviosa.

De camino a despejar su mente, con una vendita en el dedo herido, vio a Meiling y a Liadan discutir.

—No, es mío.—

—No, yo estaba antes.—

—Tú ya tienes a ese Beriflor.—

Lia la miró con odio antes de volver hablar.—Se supone que ya no está bajo el efecto de esa pastilla y aun así me sigue todavía.—

Las jóvenes peleaban por alguien o algo.

—Hola, chicas. ¿Qué ocurre?—Ran aprovechó su silencio para hablar.

—Le estoy diciendo que el nuevo disfraz que hemos encargado será para mi.— Dijo Mei mientras se cruzaba de brazos.

—¿Disfraz?— Confundida miró ambas.

—Si. Tú también tienes. En la tienda de ropas encargamos unos trajes. Todos son iguales salvo algunos detalles para diferenciarlos.— Respondió esta vez Lia.

—¿Pero para qué?—

—Dentro de unas semanas viene alguien importante. Vamos hacer un pequeño evento donde haremos "trabajos" y cosas cotidianas de los humanos.— Mei seguía explicándole mientras que Lia intentaba echar al Beriflor.—Nosotras nos encargaremos de algo que los humanos llaman. "Maid Café"—

Tras la explicación de lo que significaban aquellas palabras, el cual consistía en que varias chicas llevasen un lugar donde servían comida y bebidas vestidas de sirvientas.

Las encargadas de regentar aquel lugar serian, Ran, Kira, Shiro, Meiling, Liadan Halane y Red, ellas llevarían ese llamativo traje de sirvientas y el trato con el cliente, sin olvidar a Yachi, que junto con Nifer, se encargarían de los cobros a la gente que entrarse y hacer a su vez un poco de jefas de salón.

Pero, tenían como primera misión, hacer sus uniformes para dicha ocasión. Antes de que el invitado especial llegase.

Esa misma tarde se reunirían todas, después de hacer sus tareas, tenían que sacar tiempo para decorar la tienda que le prestaban para hacer ese "Maid Café".

—Si Ez no se enamora de mi cuando me vea con ese traje tan provocativo ya no sé qué voy hacer.—

—¿Has probado con sobornarle con miel, Halane?— Preguntó Yachi divertida.

¿Y tú has probado a darle un meneo a Valk a ver si así es capaz de pronunciar más de tres palabras en una sola frase?—

—No te pongas así, solo intento ayudarte.—

—Pues ayúdame con algo que no haya hecho ya. Gracias.—

—Sigo sin entender por qué te gusta Ezarel.— Dijo Ran mientras tendía parte del decorado a Shiro.

—Pues porque es masoquista.— Rió Shiro esta vez.

—Idiotas...— Se giró indignada.

La pobre Halane estaba enamorada de Ezarel, todas sabían eso, y también se aprovechaban para burlarse de ella. Todas menos Ran, que la miraba curiosa, ya que aún intentaba averiguar por qué le gustaba tanto.

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora