Culpa

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Mientras que intentaban escaquearse de las otras dos compañeras, ambas tenían en mente la situación desastrosa que se le avecinaba si Ezarel pillaba a Helane allí.

De repente escucharon un grito. Un grito muy varonil.

—Creo que, la hemos cag....—

—¡Vamos!— Ran interrumpió a Mei agarrándola del brazo.

Hora de correr.

Ambas fueron directas a las duchas comunes. Con la trágica y desastrosa escena de encontrar a Halane haciendo algo indebido al jefe.Para su sorpresa ya no había nadie, bueno si, Ezarel. Pero... ¿Y su amiga la pervertida?

Los ojos de las dos chicas se desviaron, pues tenían a su jefe desnudo frente a ellas. Con todo sus atributos al aire, por acto reflejo el elfo se cubrió con las manos.

—¿¡Qué demonios hacéis aquí!? ¿¡Y MI ROPA!?— Preguntó muy enfadado el elfo. —No os vais a librar de esta, pequeñas— Esbozó una sonrisa terrorífica, digna de villano de película.

Sin responder salieron corriendo de allí. Tocaba correr de nuevo. No iba a servir de nada, pues ya sabían de una forma u otra que las culpas iban a ser para las dos.

—No teníamos que haber vuelto— Chasqueó Mei la lengua enfadada. —Y menos dejar que Halane participara. Todas sabemos su afán por el pitufo—

Ran suspiró y se sentó en un banco. Definitivamente no tienen suerte para nada, ni para realizar venganzas.

La culpa hacía que no pudiera dormir, ambas iban a ser castigadas y tampoco era plato de buen gusto que por su idea otras tuviesen un castigo.

Nuestra elfa fue a la sala de alquimia. Con temor observó desde la puerta al jefe realizar experimentos.Una parte de ella temía que pudiera usar una poción en su contra si entraba y le confesaba todo.Se giró para irse, pero Ezarel la vio y paró sus pasos.

—Tú. Pasa—Le insinuó con el dedo para que entrara.

Temerosa dio pasos hasta colocarse delante de él.

—Tú eres la de antes. ¿A qué guardia perteneces?—

Ran lo miró sorprendida. Pues ella era parte de la guardia Absenta desde hace meses.

—Soy de Absenta.—

—¿Enserio?— La miró de arriba abajo unos instantes, era como si en ese momento el elfo hubiera recordado algo.— Tu voz me suena de algo, sin embargo no recuerdo entablar conversación contigo.—

A la pequeña elfa le saltaron todas las alarmas, peligraba que, ya no sólo el hecho de que le echaría las culpas de lo sucedido, si no que recordase aquel día donde gracias a la "no ayuda" de su jefe tuvo que pasar la noche fuera del C.G.

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora