Buscando soluciones absurdas.

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<< Liadan (Lia): Es una chica que lo da todo por la guardia, se involucra demasiado y le gusta mucho la fiesta. Por eso siempre es la primera en proponer quedadas para divertirse con las amigas.>>



En menos de cinco días se acercaba el comienzo del festival. Ran, estaba preocupada y buscaba desesperadamente una forma de conseguir ganar. Preguntó a una de las chicas de la guardia la cual estaba en la biblioteca.

—Hola, Nifer. ¿Qué tal?—

—Ran. Hola ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a por otro libro de plantas?—

—No, pero si hay alguno de como exterminar a un elfo de pelo azul de la manera más discreta avísame.—

Nifer rió ante aquello.

—Es cierto que ahora eres esclava de Ezarel.—

—Decir esclava es quedarse corta.—

—¿Existe algún otro sinónimo que exprese lo que eres para el elfo?—

—Conejillo de indias, siin duda. Esta mañana quería que probara una poción, me negué y salí corriendo. Él decía que era para que la piel se viera más bonita, pero al saber el ingrediente que llevaba me daba la sensación que la poción cambiaría mi color de piel a un tono verde.—

—No cambiará nunca... Al menos, llevarías el color de la guardia— Volvió a reír. —¿Entonces qué buscas?—

—Necesito algo para poder ganar en la competición. Si la prueba es de hacer algo físico estaré acabada. Si fuera buena en esas cosas estaría en la Guardia Obsidiana, no aquí.—

—Hay chicas de Absenta que son fuertes...—

—Yo hablo de mí...— Empezó a mirar en libros mientras tanto.

Nifer se ofreció para ayudarla. Aunque no había nada que les fuera de ayuda referente a la competición.

—Creo que te tocaría pedir ayuda a Cameria, para que te ayude a entrenar, en los libros no hay nada.—

—Cameria ya tiene a varias chicas entrenando, sería un abuso pedirle también ayuda.—

Sin encontrar nada que le pudiera servir para la competición, a tan solo tres días del festival, se da por vencida.

Ezarel estaba en su cuarto, hizo llamar nuevamente a la elfa. Una vez allí, una montaña de ropas le llovió a la pobre Ran, haciendo que esta perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

—¿Cómo puede existir una persona tan torpe como tú?— Alzó sus ojos al cielo antes de volver a  hablar.— Es un milagro que con tanta torpeza aún sigas viva.—

—¿Qué hago con esta ropa?—

—¿Enserio lo preguntas?— La miró disgustado y movió su mano con el gesto de que se retirase.—Lávala, sécala y regresa para colocarla. Cualquier cosa que vea que no está en orden recibirás un castigo.—

La elfa fue a lavar sus ropas, no sabía si lo hacía queriendo pues era imposible que ensuciase tanto en tan poco tiempo.

—Esta ropa ya está limpia...Y hace que la vuelva a lavar...— Murmuró para sí misma.

Para su desgracia cayó la noche, ya estaba casi todo preparado para volver a dejarlo todo en la habitación del elfo, pero temía que si entraba en su cuarto cuando él dormía se enfadase. Aún así fue con temor, deseaba no llegar nunca, pero desgraciadamente llegó más rápido de lo normal. Tocó la puerta suavemente. No halló respuesta alguna y repitió la acción. A la tercera vez giró la manivela y tiró de ella. Misteriosamente el elfo no se encontraba dentro, algo inusual a estas horas. Colocó todo en su sitio como le había ordenado anteriormente. Mientras se disponía a salir de la habitación, alguien abrió la puerta de nuevo, para su sorpresa no era Ezarel.

—¿Tú qué haces aquí?— Preguntó Ran confusa.

—Te hago la misma pregunta.—

—Yo tengo que hacer las tareas que me ordene, pero, ¿tú? Halane...—

La joven rió por lo bajo.

—Te vi entrar y creí que ibas hacerle algo al jefe sin mi permiso. Quería pillaros con las manos en la masa para poder chantajearos.—

—¿Cómo? Yo no haría algo así y menos con él.—

—Ya... eso cuéntaselo a otra. En fin, ya que estoy aquí...— Halane empezó a buscar cosas en los cajones del jefe.

—¿Qué estás haciendo?—

—Buscando algo para poder atesorar.—

—Anda, vámonos, si nos pilla a las dos estaremos en problemas.— Ran empujó a Halane hacia la puerta.

—¿Más problemas aún?— Sonrió.

Pero justo alguien iba a entrar a la vez por la puerta, ¿sería el elfo?,  ¿otra de la guardia que quería un objeto del jefe?, ¿la amante real de Ezarel? 

Del odio al amor... y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora