Chapter 15.
El lunes cuando me levanto tengo unas ganas inmensas de llegar al trabajo, y no precisamente por trabajar, sino por ver a Niall y preguntarle qué narices pasa en su santa familia. Lo de ayer fue extremadamente raro, cuando parecía que todo iba medio bien con Niall, llega Hugo y se puso de esa manera. Se puso como Niall le trata, como un adulto. He de reconocer que me asusté, últimamente me asusto mucho con ellos y no es una cosa que me agrade precisamente. Pero aún así, quiero seguir viendo qué pasa, que es lo que esconden y sin saber porqué quiero ayudarlos.
Cuando llego a la oficina me encuentro con Sarah la recepcionista y con Margaret de recursos humanos en una conversación que parece de lo más interesante, decido aumentar el ritmo para llegar al ascensor pero ambas me llaman en un susurro y me acerco mirando hacia los lados como si fuésemos a cometer un crimen las tres.
-¿Qué pasa?.
-Nena, si fuera tú no subiría a tu despacho hasta dentro de un ratito.- Me dice Sarah mientras que Margaret me mira asintiendo con la cabeza.
-¿Qué ha pasado?.
-El señor.- Margaret se recrea en decir su nombre con algo de sarcasmo.- He pasado por su planta ha dejar unos documentos y tiene una montada con alguien al otro lado del teléfono.- Antes de que siga hablando me acuerdo de la bronca que tuvo hace poco más de una semana con lo que parecía ser una mujer. Días después de esa bronca, apareció su hijo. ¿La madre de Hugo tal vez?.- Pero es que ahí no acaba la cosa. ¡Estaba tirando cosas!.
-¿Lo has visto?.- Pregunto.
-No, pero lo he oído. No sé que habrá sido, pero ha estallado contra el suelo, a la guapa que la toque recoger eso se va a acordar bien de toda su familia.- Antes de que me digan algo más he corrido hasta el ascensor que para mi suerte está con las puertas abiertas. Cuando llego a la última planta y me acerco a su despacho, ahora el mío también, no se escucha nada. Pego el oído para asegurarme. Nada. Pero por otro lado sé que está ahí. Lo siento. Abro la puerta con sigilo y dejo el bolso en mi silla. No me ha visto pero sabe que estoy aquí, está de espaldas a la puerta mirando a la gran cristalera.
-¿Niall?.- Susurro cortado por el nudo de mi garganta.
-¿Quién eres?.- Dice él en un tono más bajo si cabe.
-Emily.
-Santo y seña.- Pienso por unos instantes. ¿Qué?.
-No tenemos, Niall.
-Pues inventate uno, porque lo vamos a necesitar.- ¡Me pone enferma tanto secretismo!.
-Alí babá y los cuarenta ladrones.
-Ingenioso. Siéntate.- Con más inquietud que otra cosa cojo la silla de mi escritorio, cambio el bolso de lugar y la acerco hasta estar sentada a su lado. Al principio miro a su dirección. Coches y gente de aquí para allá, pero llega un momento en que la vista va dirigida a su rostro. En ese momento quiero hacerle miles de preguntas, acercarme a él y abrazarle con todas mis fuerzas. Tiene la cara algo pálida y los ojos rojos, no me atrevo a decir si es de rabia o si ha llorado, cosa que dudo. En la mano izquierda sostiene un cerveza y lleva un traje azul oscuro con una camisa blanca, hoy sin corbata. Me tiende la cerveza.
-No bebo por las mañanas.- Asiente y le pega un trago.
-Ayer se me fue de las manos.- Las lágrimas me llegan a los ojos anunciándome que en cualquier momento, sin ningún aviso, van a salir. Miro hacia arriba y vuelvo a mirarle. Una lágrima solitaria le cae a través de la mejilla y ni siquiera hace el intento de quitarla. Estiro la mano para acariciarle el hombro, pero se aparta levemente para que no le toque.- Casi le pego. Estuve tan cerca...Si no llega a llegar Julia.- Respiro. Miro hacia la esquina del despacho. Margaret tiene razón algo había estallado. No sé realmente lo que es, pero parece una figura.