Intento abrir los ojos cuando el despertador de las siete menos cuarto me avisa de que tengo que levantarme, pero el sueño, el cansancio y la resaca es superior a mí. Estiro la mano, apago el despertador de un golpe y me siento en la cama.
-Necesito un perro...No un perro no, que hay que sacarlo y recoger las cacas. Necesito una cobaya.- Sí, una cobaya sí. ¡Eh!. Eso ya es una motivación, ¿no?. ¡Bien!.
Después de ducharme, vestirme con unos pantalones grises de lino algo anchos, una camisa azul claro y tacones, hacer la cama y desayunar, cojo el bolso y salgo de casa. Quito el candado a la bici y me voy a trabajar. A decir verdad, tengo el carné de conducir y tengo coche, pero me gusta ir en bici.
-Buenos días.- Intento sonar lo más relajada cuando llego a recepción.
-Emily, cielo, siento lo de la boda. No me extraña que te pidieras unos días de descanso. Menudo hijo de puta, guapa. Ya sabes que estoy aquí para lo que necesites.- Ian, te debe de estar pitando el oído izquierdo una barbaridad...
-Gracias, Sarah. ¿Sabes si Darren quiere su café?.- Darren es mi jefe desde que entré a trabajar en esta empresa de publicidad.
-Ehm...Cielo...Darren ha sido mandado a Los Ángeles, ahora hay otro nuevo director. Ni idea de como se llama, solo quiere que lo llamemos señor.- Asiento.
-Pues voy a ver...
-Cuidado nena, porque el tipo se las gasta. Ha estado preguntando todos los días por ti, parece que no sabe vivir sin una secretaria. Tiene una mala hostia...- Pues sí vamos lo que me faltaba a mí ahora mismo.
-Bueno luego te cuento.
-Suerte nena.- Subo en el ascensor hasta la séptima planta y voy a dejar mis cosas a mi mesa. Cuando he cogido fuerzas suficientes, me acerco al despacho del director y llamo un par de veces.
-Vamos a ver, ¿crees que esto es fácil para mí?. No. Pues claro que lo quiero. Mamá, ¡mamá! ahora no puedo hablar, luego te llamo.- Cuando a terminado de hablar por teléfono dice.- Adelante.- Cuando entro, el despacho parece otro. Ha hecho reformas por todas partes, todo lo ha puesto en negro y hace que resalte con los ventanales que llegan del suelo al techo. Él está sentado mirándome con gesto serio, sin ninguna expresión creo que está esperando a que diga algo.
-Buenos días, soy su secretaria. Mi nombre es...
-Oh, tú eres la de los putos problemas personales.
-¿Perdone?.
-Mira aquí todos tenemos problemas, y aquí se viene a trabajar. Señorita...
-Emily.
-No te he preguntado tu nombre.
-Bell.- Quiero llorar.
-Bien, señorita Bell. ¿Piensa irse muy a menudo?. Porque no estoy para aguantar sus niñerías.
-No, ya estoy aquí, no pienso volver a irme.
-No, señor.- ¿Señor?. ¿En serio?. ¿Cuántos años tienes veintiséis?. ¡Por favor!.
-Bien, señor...
-Señor a secas.- Ya me ha tocado los cojones.
-Bien, señor a secas. Cuando me diga empiezo con mi trabajo.- Suelta una sonrisa lasciva y los ojos se le oscurecen.
-Ya puede irse a su despacho, Emily Bell.- ¡Mierda!.
Paso la mañana trabajando, el señor a secas no sale ni un segundo de su despacho, ¡qué soso!. No recibe ninguna llamada en toda la mañana y justo cuando voy a bajar a tomar mi comida, entra una llamada.
-Le atiende Emily, ¿en qué puedo ayudarle?.
-Buenos días. ¿Me puede pasar con Niall Horan?.- ¿Niall Horan?.
-¿Perdone?.
-Sí, Niall Horan.- Sonrío para mi interior. Así que Niall Horan.
-Muy bien. Espere un segundo por favor.- Me levanto, llamo a su despacho y cuando he oído el adelante entro lo más serena que puedo.- Señor a secas, preguntan por Niall Horan, ¿qué le digo?.- Me quita el teléfono de la mano y antes de contestar me susurra.
-No juegue conmigo señorita Bell. Se puede arrepentir.- Ya, cariño, pues para chula yo.
-Como diga, señor Horan.