Cap. 37 "Bajo el agua" (sin editar)

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  -Punto de vista de Hannah-

Abro los ojos lentamente, intentando acostumbrarme a la luz. Hay demasiada, pero toda es artificial, miro por la ventana y está completamente cerrada, con la persiana bajada y las cortinas tapándolo todo. Frunzo el ceño, extrañada, ¿cuando habrá hecho eso Harry? Y sonrió levemente al pensar que ha hecho todo eso para protegerme y separarme de mi padre. Me retuerzo un poco entre las sábanas.

- Hey.- su suave y aterciopelada voz me saluda.- Ya estás despierta.- él me mira con una amplia sonrisa. Asiento copiando su gesto. Él se da la vuelta aún sentado en la silla frente a su escritorio, quedando de cara a mí. Sus piernas entreabiertas y los codos apoyados en sus rodillas, uniendo las manos al final.- ¿Cómo has dormido?

- Hacia mucho que no dormía tan bien.- sonríe.

- ¿Sí?- sí, desde la última vez que dormí contigo. Decido simplemente asentir con una sonrisa.- Me alegro. Desde luego has tenido tiempo para descansar.

- ¿Qué hora es?

- Las dos.- la cara que pongo le debe resultar muy graciosa porque empieza a reírse.

- ¡¿Qué?!¿Y las clases?¿Has ido?

- ¡Claro que no!- hace una mueca quitándole importancia.- ¿Cómo te iba a dejar aquí e irme a clase?

- No sé.- me encojo de hombros.- ¿Has estado aquí todo el rato?- asiente.- En la habitación.- vuelve a asentir abriendo mucho los ojos, riéndose por mis  preguntas y nerviosismo.- ¿Todo el tiempo?

- Hannah, sí, he estado aquí mismo.- dice señalando la silla en la que está sentado y la mesa detrás de él. Me quedo en silencio, sin saber bien qué decir.- Haces unos ruiditos muy graciosos.- dice arrugando un poco la nariz y sonriendo.

- ¿Qué?

- Sí, son como unos ronquiditos.

- Cállate.

- Te has puesto roja.- se ríe. Me giro en la cama dándole la espalda. La cama se hunde detrás de mí. Su brazo rodea mi cintura. Su aliento resopla en mi oído.- Son muy monos.

- Déjame.- me quejo como una niña pequeña, me giro y empiezo a darle golpes en el pecho intentando que se aparte. Él se ríe fuertemente. Sus manos rodean mis muñecas. Mis manos se paran notando la vibración de su pecho, su risa invadiendo mis oídos, devolviendo la vida a mi interior, devolviéndome el calor que sólo vuelvo a encontrar cuando estoy con él, como ahora. Ese calor que necesito, ese calor que recorre mi cuerpo encendiéndolo de nuevo, ya que hace años que se había apagado, y creí que nunca volvería a pasar, nunca volvería a sentirme viva. 

Pero aquí estoy, tumbada en la cama, con él, con su risa, su calor, y sin saber por qué, yo también río. Río como una loca, como una demente que ríe sin razón, pero que no encuentra una sola por la que no hacerlo, río como si la vida me fuera en ello, río como si nunca lo hubiera hecho, río como si supiera que nunca lo volveré a hacer, río queriendo hacer de éste el mejor momento de mi vida, río por él, río por mi mala suerte, río por la vida, río por cómo la vida me odia, y río porque por mucho que después vengan momentos peores, éste no me lo podrá quitar, y me río de ella, porque éste momento es mío. Él ríe también. 

Unos largos segundos después, quizá minutos, poco a poco dejamos de reír, aún con una sonrisa en nuestros labios y lágrimas en nuestros ojos, pero estas lágrimas son tan diferentes. 

- Nunca pensé que tendría la suerte de oírte reír así.- dice mirándome a los ojos.

- No creo que me haya reído así alguna vez.

No me pidas que te ameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora