Cap. 34 "Para, por favor" (sin editar)

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  -Punto de vista de Hannah-

Desde mi cama puedo ver toda mi habitación. Tumbada, con las rodillas flexionadas, manos en mi estómago. Desde mi posición puedo verlo todo. Veo mis folios, libretas, libros, ahora pequeños trozos de papel esparcidos por el suelo. Veo mi ropa, alguna desgarrada, repartida por toda la habitación. Veo las medallas que algún día tuve la oportunidad de ganar, las pocas que pude guardar, los trofeos, duros y metálicos trofeos que sabiamente supo usar, sabiendo que aquellos objetos podrían causar más daño que sus puños. Veo mis marcas, algunas nuevas, algunas heridas que no llegaron a curarse y que de nuevo se han abierto, algunas son sólo cicatrices que afortunadamente tuvieron tiempo para sanar. Veo mi mesa volcada. Veo mi puerta rota, decisión que tomó para que no pudiera volver a encerrarme, y siempre pudiera encontrarme. Veo mis fotos, las fotos que había colgado en la puerta de mi armario, ahora despedazadas, borrando cada recuerdo que hasta ahora había conseguido salvar. La foto con mi madre, la foto con mi hermano, las fotos con los chicos. Entrecierro los ojos, intentado enfocar en un punto, un punto escondido entre tal desastre, en el que un papel se esconde, un papel que parece entero. 

Me levanto, ilusionada como un niño el día de Navidad, no sé si espero que sea la foto con mi madre, quizá con mi hermano, no sé si ahora quiero guardar el recuerdo de los chicos. Me arrodillo en el suelo, estiro el brazo agarrando aquel trozo intacto, cuando lo levanto puedo ver que no, que le falta una parte, giro el papel, es una foto con los chicos. Jugamos, somos felices, esa foto fue tomada en unas vacaciones en las que fuimos todos con nuestros padres, las primeras y últimas vacaciones que todos pasaríamos juntos. Por el perfecto corte a un lado de la foto sé que eso no lo hizo mi padre con sus sucios dedos, ese corte lo hice yo, intentando borrar su recuerdo, un estúpido intento con el que sólo conseguí que Louis no me hablara por una semana. 

Rápidamente me acerco a mi mesita de noche, me levanto del suelo y me siento en el borde de la cama, abro el primer cajón, con prisa y sin cuidado retiro toda la ropa interior dejándola encima del colchón, conforme voy despejando el cajón puedo ver cada vez más el fondo de éste. Una vez he acabado de vaciar el interior del cajón, veo los pequeños trozos, todos muestran una misma cara, su cara, la cara que casi había logrado olvidar, en la gran mayoría de las piezas está sonriendo, rebusco con mis dedos, hasta encontrar la que busco, la cojo y la coloco en el hueco de la foto, completándola, encaja perfectamente. Sonrío ante el recuerdo, pero un segundo después las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas, siendo consciente de que un momento así nunca podrá repetirse, sabiendo que ya no tengo nada de lo que tenía aquel día, que ya no me queda nadie, ni ella, ni mi madre, ni mi hermano, ni los chicos. 

El ruido de la puerta principal cerrándose de golpe me saca de mis pensamientos. Miro en todas direcciones, asustada. Oigo fuertes pasos, corriendo, cada vez más fuertes, cada vez más cerca. No, no otra vez. Aún no me he recuperado de la paliza de esta mañana, sin duda la peor paliza de mi vida. Ya es por la tarde y aún no he salido de mi habitación, casi no puedo andar, y él ya está de vuelta. Empiezo a entrar en pánico. Él ya va por las escaleras. Quiero morir, la muerte será mejor que esto. Me fijo en que la puerta de mi armario está abierta, pese a que el estante está roto decido entrar, no tengo otro sitio donde esconderme, ya no tengo ni puerta en mi habitación. Me meto y cierro la puerta del armario, con dificultad me mantengo de pie. Sus pasos, ya está dentro. Me extraña que aún no me haya llamado gritando mi nombre. Oigo su respiración, fuerte y agitada, ha corrido mucho, ¿tantas ganas tenía de pegarme? Sus pasos recorren toda la pequeña habitación. Un fuerte golpe me hace saltar un poco, me cubro la mano rápidamente ahogando mi grito. Entonces reconozco ese sonido, ha vuelto a colocar la mesa. ¿Qué está haciendo? Sigue removiéndose por mi dormitorio hasta que ya no oigo nada, se para, y mucho me temo que está delante del armario. 

No me pidas que te ameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora