Daniela pov
Mierda, mierda... mi Cate está en el hospital. Salí corriendo tomando la motocicleta a toda velocidad. Dios, rezaba por su bienestar, añoraba que estuviera bien y que no tuviera algún mal. Me dolía pensar que estuviera sufriendo.
Cuando por fin llegué, mire a mi hermano pálido cual papel. Lourdes hecha un mar de lágrimas. No sabía que sucedía. Mi alma se estaba rompiendo lentamente, sentía las grietas abriéndose cada vez mas. Era algo tremendamente doloroso.
-¿qué pasó George?
Llegue tomando a mi hermano bruscamente, sabía que me estaba excediendo pero era el amor de mi vida la que estaba en peligro.
-estabamos mirando vestidos de novia Dan, de la nada comenzó a sentirse mal y grito muy fuerte, y comenzó a vomitar Dani, vomitó sangre...
-¡¿SANGRE?! ¡¿QUÉ MIERDA DICES?!
Me preocupaba cada vez más y el publico que estaba allí en el hospital me miraba detenidamente, y eso me importaba una mierda.
Estaba por romper en llanto, cuando salen médicos de una puerta.
-¿Familiares de Catherine Miller?
Corrí deprisa y me coloqué justo a un lado de Lourdes, expectantes por escuchar qué le sucedía a Cate.
-bueno, la paciente está estable ahora. Pero desgraciadamente, la enfermedad está muy avanzada y su páncreas ya está muy afectado. Es muy poco lo que podemos hacer. Si decidimos operarla, pondríamos en riesgo el resto de los órganos por alguna metástasis. Es muy agresivo, rápido y peligroso este tipo de cáncer. Se lo había dicho antes a Catherine, le dije que debía someterse a tratamiento lo antes posible, pero no hubo efecto ni reacción positiva del medicamento. Lo siento mucho, pueden pasar a verla...
¿qué? Mi Catherine con cáncer. Mi mundo comenzó a desmoronarse, mi vida entera estaba perdiéndose en ese dolor de sentir que se iba de mis manos. En completo silencio, agache la cabeza, baje la mirada y solo caminé en busca de la habitación de Cate.
Los pasillos a pesar de escucharse ruidos, para mi, no me aturdía ningún sonido. No sentía ninguna onda de sonido entrar a mi tímpano. Nada absolutamente nada.Llegué por fin a la puerta, sin importarme siquiera que Lourdes viniera detrás de mi. Mi vacío aumentaba, y no un vacío de ausencia sino de que el dolor se las apañaba para hacerme sentir sola. No sé cómo describir esto.
Giré la perilla lentamente, temiendo encontrar lo peor. Pero ahí estaba ella inconsciente, con sus cabellos dorados completamente limpios y brillantes. El vestido se encontraba en una bolsa negra de plástico en una silla a un costado de ella.
Lo tomé y miré la pulcritud del blanco, con las manchas del rojo intenso de la sangre. Trague saliva, y cuando volví a levantar la vista su par de ojos azul zafiro, me miraban intensamente. Disculpándose, la conocía mejor que a mi misma.
No me atrevía a decir una sola palabra, solo la miraba y ella a mi. Era avanzado y jamás me di cuenta en estos meses. Si tan solo lo hubiera sabido antes. Pude hacer algo, intervenir.
-no puedo imaginar lo que pase por tu cabeza Daniela.
Musitó extendiendo su mano hacía mi.
-no te reclamare nada Cate. No te diré nada más que me quedaré contigo siempre.
-lamento que te enteraras de esta forma amor mío.
-no digas nada más, no busco explicaciones Catie, vine para estar a tu lado.
Sus ojos se cerraron con intensidad.
-no sabes lo que me duele hacerte esto Dani, tú no mereces vivir esto.
-¿y dejarte sola?
-no me gustaría que me vieras en un estada aún más deplorable que este.
-¿A qué te refieres Cate?
-digo que no quiero que me veas decaer aún más. Eres una chica joven llena de vida Daniela, y aunque te ame como lo hago, no puedo sujetarte a mi ante el inminente final
-Catherine, no entiendes ni un poco. No te dejaré sola, no puedo y no quiero. Te amo tanto que soy incapaz de alejarme, no entiendes que eres mi vida y aunque la vida se acabe y el fin del mundo se acerque, no te dejaré sola. Vas a ser mi esposa. Dios entiende, eres mi mujer.
Sus ojos brillaban, sabía el temor que sentía. Al decirme todo aquello, sabía que el dolor que sentía era algo más allá de su enfermedad.
Sujete sus manos y besé el dorso de su mano. Me di cuenta de su piel, se tornaba amarillenta.
Me concentré tanto en ella que me había olvidado de que todos nuestros familiares estaban tan cerca de nosotras, en esta misma habitación.Semanas más tarde...
-lamento darles esta noticia, pero no puedo hacer más Catherine. No hay quimioterapias, o medicamentos que puedan ayudar.
El doctor se miraba estresado por hacer su labor.
-ya, soy consciente de que ya no hay más que hacer doctor Howard. Sólo quiero morir en paz, y con el menor dolor posible.
Mi corazón se acongojaba, sabía que Cate era testaruda. Y no podría convencerla de luchar. Se notaba su cansancio y los vómitos eran cada vez más frecuentes y dolorosos. No sabía que hacer.
Pasaban los días. Pasaban los minutos más largos y intolerables de toda mi vida.
-¿no ha querido tratamiento?
Pregunta mi mamá Cal.
-no mamá, se niega a eso. Sufre mucho... no sé qué pueda hacer. Mamá no la quiero perder
Por fin lo dije, todas esas noches en vela rezando para su bienestar, todas las lágrimas y llantos ocultos para sacar mi dolor.
-yo sé que no quieres mi niña, pero si ella no quiere luchar no puedes obligarla.
-mamá no puedo dejarla ir. Es mi todo.
-Daniela, la vida es así. Sé que es difícil, sé que nadie comprende la magnitud de lo que te pasa ahora. Pero debes respetar lo que Catherine diga, porque ella es quien lo vive directamente.
No dije nada, ya sabía yo que era inevitable, no sabía cómo poder seguir.
-creo que lo único que puedo hacer mamá es estar con ella. Y darle la alegría más grande, darle la felicidad del mundo. Darle cada gota de mi amor. Darle cada momento de dicha y que nunca se arrepienta de haber vivido conmigo.
Días más tarde
Daniela pov
Llamé a un juez, acababa de organizar una pequeña ceremonia, mi hermano esta con un traje azul marino, Lourdes también se engalanaba, mis madres. La única que faltaba era mi Catherine.Me coloqué mi uniforme de gala y me quedé esperándola. Y ahí ya estaba, tan hermosa como siempre. Con sus magníficos ojos color mar. A pesar de su pérdida de peso, seguía siendo la Diosa que siempre ha sido.
La sujete firmemente, le sonreí confortando.
-eres preciosa Catie. Soy la persona más afortunada del mundo, gracias por ser mi mujer y compartir tu vida conmigo. Te juro que te amo, te amaré toda la vida.
Su dedo índice calló mis labios. Y asintió dándome ese amor que tanto me llenaba el alma.
El juez comenzó la ceremonia, y sus ojos se abrían dilatando sus hermosas pupilas. Esa mirada que tanto adoraba, el calor inmediato de su preciosidad y su divinidad. Esa mujer que me encarnaba a tiempos antiguos de cruzadas y fantásticas batallas.
-acepto.
Su voz, su voz diciéndome que sí.
-acepto.
El compromiso más bello de este mundo.
Te amaré por siempre Catherine Miller.
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No sabía. Segunda parte.
Teen FictionCaliope y Victoria por fin habían hecho su vida juntas, dos hijos que adoraban y una familia que además de peculiar, era una familia extraordinaria. Daniela, la hija menor de ese par de tórtolas, podría pasar lo mismo que ellas... Pero, ¿será más in...