Avanzando

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Sin comprender aún lo que Cate me había dicho, fui pasando los días. Limpie la casa, aspire todo el polvo. Pasaron dos semanas de ese sueño, y ya no volví a soñar con Cate. Ya no aparecía tan constante en mi vida y eso me desesperaba. No sabía que pasaba, pero algo en mi decía que era lo correcto aunque me doliera y no quisiera verlo.

Iba a hacer mis compras de despensa y Liv llegó a casa justo en ese momento. Esa chica se convirtió en un gran apoyo, y su madre igual. Nos convertimos en amigas y era eso justo lo que necesitaba. Al igual que Carmen siempre venía en sus días libres. Mis madres estaban más alegres al respecto y les gustaba que mi vida se empezara a llenar de personas.

-¿lista para ir de compras?

Preguntó Liv, ella me acompañaría...

-Vamos, pero no seas como tu madre de impedirme comprar mi comida.

-no compres solo comida chatarra y ya

-yo no cocino. La que cocinaba era mi esposa.

-lo sé Dan, pero has de aprender. Te apuesto lo que quieras a que ella esta arriba en este momento riéndose de ti y de tu inutilidad.

-me siento oficialmente ofendida.

Le dije entre risas, quizá sí en este momento Catie se estuviera riendo de mi por mi nulo talento en las artes culinarias.

Cerré la puerta de casa y fuimos directo a un centro comercial. Entramos a una de esas tiendas gigantes y comencé a poner en el carrito lo que creí necesario.

Shampoo, acondicionador, jabones, perfumes de casa, desinfectantes, insecticidas, pastillas de olor.

-creo que te obsesiona la limpieza Dan...

-No, pero quiero tener la casa limpia.

Seguí la compra, fui a la comida y las latas. Compre pizza congelada, tortas de papa congeladas, albóndigas congeladas, pastas, sopas de tomate y macarrones con queso. La mirada de Liv era anonadada.

-comes como un niño de diez años.

-pero todas las calorías se van y se queman con todo el ejercicio que hago.

Liv se empezó a reír colocando verduras en mi carrito... manzanas y lechugas con espinacas, brócolis, tomates, apios.

-esto podría echarse a perder. No soy de las que cocina Liv.

-aprenderás, ahora vives sola Dan. Tienes que esforzarte a vivir de nuevo autónomamente. 

A pesar de su edad, era una niña muy madura y consciente. Y no puedo negar que sus palabras tenían razón. Pero aún me dolía pensar en mi Cate. Era un duelo muy grande. Siete años, de un día para otro me convertí en viuda aunque no fuese mi culpa.

-¿cómo van las cosas en el colegio?

Le pregunté intentando callar mi mente.

-están normal, las chicas son unas idiotas que piensan que todo es raro sino son igual de huecas que ellas. Los chicos ignoran a las chicas como yo porque nos denominan como "las raras" así que...

-Cariño no eres rara, solo pelirroja pero eso no es tu culpa. Sino de tu madre...

-Daniela jajajajaja

Las dos reímos mientras pagaba en caja. Tome las bolsas y las llevé hasta el auto.

-Liv, ¿quieres ir de compras? Me refiero a ropa y eso.

-claro, necesitas un cambio de look.

-no quiero un cambio de look. Así me siento bien, solo quiero ir a comprar más camisas y unos vaqueros.

No sabía. Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora