Ligereza

1.4K 128 13
                                    

Daniela pov
Ajustando mis solemnes virtudes. Respiré profundo tratando de ocultar la furia. Carol observaba como mi tensión corporal estaba en un punto de hervor bastante pesado. Mi equilibrio se desmoronaba, mi balance se derretía.

Sus ojos azules miraron o vislumbraron el colapso más estruendoso de todos. Uno donde la furia, el enojo y la sed de reclamo inundaban un miserable cuerpo.

-Dan...

Musitó Carol antes de que me volviera a levantar y correr a mi jodida furgoneta. Sentía pasos detrás mío, sentía cómo era que se asustaban de nuevo. Tomé el maldito bate y con furia miré todo lo que había perdido. Miré a mi Catie irse y fue allí cuando rompí el parabrisas. Sintiendo la maldita cólera explotar. Como astillas de vidrio volando en el aire. Me importó una mierda que me viesen en la calle.

Segundo golpe, también va por Catie.

-¡¿POR QUÉ TE LA LLEVASTE?!

grité sintiendo las puñeteras gotas de agua correr por mis mejillas. Tres, cuatro, cinco, seis golpes con el bate. Seguidos. Mis neuronas estaban descontroladas, mi sangre estaba en ebullición y estaba jodidamente en llamas. Mi piel ardiendo a falta de todo, mi alma rota a falta de todo. Quería sacar cada miligramo de mierda represiva. No más la fuerte no más la chica de acero. No más.

Se escuchaba el estruendo, se escuchaba el metal caer. El metal abollando, el rugir de un bate, el rugir de los brazos. Los jadeos de cansancio de vida, las lágrimas que no se habían escapado en su tiempo. Las palabras que no se llevó el viento.

Victoria pov
Ver a mi hija convirtiéndose en alguien que no era me destrozó. Hasta qué maldito punto ella había sufrido para abandonarse a sí misma. Para querer huir de todo. En qué maldito momento dejó de ser feliz.

Mirarla allí, destruyendo su más grande orgullo. Lo que se esforzó por tener, lo destruía con un palo. Con sus puños. Con sus piernas, con su cuerpo. Estaba hecha un manojo de coraje, de recuerdos y maldiciones a todos los más poderosos.

Mi hija dejó a un lado su vanidad y su arrogancia. Mi hija ya no era esa chica tan linda y llena de ilusiones. Era ahora una mujer con pocas ansias y pocos sueños. Me dolía verla de esa manera. Mi niña no merecía nada de lo que le había pasado. El corazón se me partía en mil pedazos. Mi alma se rompía.

Quise detenerla pero Carol me detuvo.

-No, deje que haga esto. Lo necesita

-se hará daño

Dije con llanto en los ojos.

-tal vez lo necesita para decir adiós.

La reciente mujer, la que conoció Daniela había hablado con propiedad y sin dejar de observarla.

Me giré y pude analizar a todos. Julianne abrazaba a Elizabeth con mucha fuerza. Estaban todos asustados. Camila lloraba en el suelo porque mejor que nadie, ella entendía lo que Daniela pasaba. Liv abrazaba a la pequeña morocha. Caliope estaba enmudecida. Estaba con lágrimas junto a George... esto era un caos.

Cuando volví a ver hacia Daniela, había sacado un rifle de su furgoneta.

-¡Danielaaaaa!

Gritamos casi todos al unísono. Ella completamente eclipsada por su furia, apuntó a la furgoneta. Uno, dos, tres, cuatro y cinco disparos. Al sexto disparo, apuntó por unos instantes a ella misma.
Quise correr pero mi edad no me lo permitía, mi corazón latía con rapidez pero no me podía mover como quería. Todos estaban en shock. Y la única persona que menos esperamos fue con ella y le quitó el rifle de las manos.

No sabía. Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora