No sabía que hacer o decir. Me quedé sentada en su sofá por unos instantes. Espere a que regresara, pero no lo hizo. Creo que su enojo pudo más que ella.
Me fui de casa de Julianne y manejé hasta llegar a casa de mis madres. Toqué la puerta hasta que abrieron.
-hola mamás.
Dije dando un abrazo a cada una. Ambas me observaron inspeccionando mi rostro.
-tengo algo que decirles.
Volví a hablar. Entré en casa y les pedí que fuéramos a su habitación. Ya estando las tres acostadas sobre la cama, les di la carta que me llegó.
Mi mamá Cal comenzó a leerla y después mi mamá Vica. Las dos me miraron con temor.
-hija...
Murmuró mi mamá Cal.
-esto es muy serio, significa que tendrás que irte. Que arriesgarás tu vida, que correrás peligro. Daniela, irás a Siria. ¿Sabes lo peligroso que es eso?
Dijo mi mamá Vica, asentí sintiendo por primera vez miedo.
-¿esto es lo que querías? Hija, para esto te preparaste, para esto querías ser parte de la milicia. Para esto estudiaste y para esto entrenaste. Eres muy valiente mi niña, eres extremadamente valiente.
Me abrazó mi mamá Vica muy fuerte, no sabía que decir, solo tendría el día de mañana con todos, y pasado mañana a primera hora en el aeropuerto con el uniforme. Trague saliva sin saber que pensar.
-regresaras con bien, de eso estoy segura.
Dijo mi mamá Cal besándome la frente.
-¿puedo dormir aquí esta noche? ¿con ustedes?
Pregunté, ambas me dijeron que sí y como niña con miedo a pesadillas, dormí entre ellas. Asustada por lo que venía. Pero no tenía otra opción más que hacer mi deber.
Amaneció, y tomé una ducha rápida antes de ir a correr. Abrí la puerta y corriendo dos, tres, cuatro, ocho, diez, 13 kilómetros, sin sentir un poco de cansancio.
Quizá eran mis ganas de huir de todo, quizá eran mis ganas morir en una de éstas carreteras. Quizá era que necesitaba pensar. ¿Qué es lo que causa tanto conflicto en ir?
Ya de regreso, corría y trotaba cautelosamente. Aunque estaba bañada en sudor, me sentía completamente seca. De un momento a otro llegué a mi casa, a mi remolque encontrándome a una Julianne más pálida de lo normal.
-¿estás bien?
Le pregunté preocupada. Ella asintió y con el dorso de su mano tocó su frente
-Daniela Ciges Bailach, escuchame bien. Todo este año no te he presionado, he estado para ti y he procurado hacerte bien. Porque tú me haces bien, ver que mi hija te admire tanto me llena, ver que te quiera como una mejor amiga me da confianza. Ver que ustedes dos tienen unos lazos de amistad muy fuertes me hace sentir dichosa y saber que la cuidas y proteges me da seguridad. Daniela, eres una terca, una necia y obstinada; no aceptas un no, eres arrogante y vanidosa, eres impulsiva y explosiva. Con un carácter de mierda que te hace ser casi insoportable. Eres caprichosa, eres absolutamente controladora, posesiva y eres un desastre. Eres una negativa, tóxica y superficial mujer. Eres todo eso que siempre odie en los seres humanos pero que ahora, ahora adoro observar. Te has convertido en parte de mis días, en mis continuas alegrías. Con todo y tu necedad y tu manera de cerrarse como ostra. Tu terquedad de hacer las cosas a tu manera y todo tu desastre, eres una mujer increíblemente hermosa, tanto por fuera como por dentro. Hay días en los que te odio y otros en los que quiero darte mi vida entera. Eres esa casualidad de odio y amor al mismo tiempo, una bomba y un beso. Daniela, lo que quiero decir es que, es que te amo. Y no es necesario que lo digas de vuelta. Solo vine a decirte esto. Debo irme al hospital, tengo cirugía.
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No sabía. Segunda parte.
Teen FictionCaliope y Victoria por fin habían hecho su vida juntas, dos hijos que adoraban y una familia que además de peculiar, era una familia extraordinaria. Daniela, la hija menor de ese par de tórtolas, podría pasar lo mismo que ellas... Pero, ¿será más in...