Confusión.

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Me mire de nuevo en el espejo y mi reflejo era algo indescriptible.
Me relaje de nuevo y sali hacia la mesa con Carmen.

-¿Qué hiciste criatura?

Me preguntó bastante intrigada.
-C, no se...

Fingí amnesia y seguí actuando como ebria.
No podía dejar de pensar en esos labios... Sus labios que me hicieron tocar el cielo.

¿Soy lesbiana?
¿Qué soy?

Mil preguntas atacan mi mente y siento miradas sobre mi.
Mire la hora y vi que ya íbamos tarde para mi casa.

-Carmen ya es hora de irnos. Mi mamá Cal me va a matar si llegó tarde.

Carmen mira su teléfono y asiente.
Nos despedimos de Damian y salimos hacia el estacionamiento.
Un chico se acercó a Carmen y comenzaron a platicar.
En ese momento Carmen me arrojó las llaves del su auto.
Camino hacia allá y distraída me tropecé con una mujer...

¡Qué vergüenza! ¡Es Miller!

Me sonroje y la misma estrategia que utilice con Carmen la usaré aquí.

Otra vez actuar como ebria.
-Profesora Miller...

Digo pausadamente.
Ella sólo se me queda viendo y dice
-Ciges.

Inhaló aire y me doy cuenta que quiero volver a probar sus labios.
Miró sus interminables ojos azules y me sumerjo en ese mar de confusión que me reflejan sus pestañas.

-¿que hace aqui?

Digo yo fingiendo estar más que ebria.
Ella me observa de pies a cabeza y me dice
-Srta. Ciges, sabe lo que acaba de hacer?

¡Mierda!
¿Ahora que digo?

No se que me trajo hasta acá... ¿Qué es esto?

El mismo instinto salvaje y lleno de ella volví a tomarla de las mejillas.
Era un sentimiento desconocido en mi.
No me espere ni un minuto más.
Mire sus ojos y después sus labios. Y dije

-Podría estar ebria, podría ser una completa idiota y todo lo que quieras. Pero aún puedo besarla. Se que soy una estudiante y soy una adolescente. Que soy mujer, pero Catherine te aseguró que después de esto si tu quieres hacerme la vida imposible dejaré que lo hagas. Pero de verdad necesitó darte mis labios una vez más para poder soñar de nuevo. Dejame hacer esto Miller.

Dije mucho y nada a la vez. Porque ella sólo me observaba y sus labios temblaban, sus ojos cristalinos y sus manos tiritando aún con el calor que hacia.

La sujete con fuerza y la jale hacia mi y como si fuese lo único que hubiera en mi vida.
Reconocí sus movimientos y seguí insistiendo. Pero después de tanto sentimiento, sujete su cintura y me aferre a ella.
Y ella sujetaba intensamente mis hombros.

Sentía el universo entero en mis labios y una sinfonía sinfín de mil vientos y de mil flores.

Me separe de ella y mire de nuevo en sus ojos azules.

Y ella sólo respiraba.
-Daniela, Daniela ¿por qué me haces esto? ¿No ves que me estoy muriendo de indecisión? ¿No ves como me tienes? No me hagas esto por dios. Me pones en un sitio muy difícil.

Sigue con su respiración entrecortada y agitada.
-Además, de esto no puedes decirle a nadie. Daniela, mi novio estaba allí dentro y salió furioso. ¿Sabes en que problema me acabas de meter?

No dije nada, sabía que era una estupidez y me sentía más que idiota observando como sus palabras acababan con esa pequeña ilusión desesperanzada.

No sabía. Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora