Mi gran amor.

1.5K 117 37
                                    

Daniela pov

Los días más hermosos han sido a tu lado, los más bellos atardeceres los he visto en tus ojos. La mujer que me hizo ver el cielo de colores, que me hizo tocar la brisa de las nubes. El alma detrás de los besos más profundos y los te amo más sinceros. Tras esos cabellos dorados se esconde la inteligencia y astucia de una mujer completa, de una mujer totalmente indiscreta y llena de secretos. Poseedora de incontables tesoros, de náufragas caricias. La mujer con caminos de rosas, caminos perfumados con alhelís. Zafiros de azul océano debajo de esas interminables pestañas. La mujer más cercana a los Dioses. El motivo de la poesía, la razón detrás de las risas del mundo, mi meta después de una batalla. Mi hogar...

La mujer que me ha dado la alegría y la dicha, la mujer que se ha entregado y me ha llenado de felicidades interminables. La obra divina de Dios, la obra maestra de la evolución. La manifestación más grande de amor al ser humano. Ella, mi único y verdadero amor. Mi Catherine.

-hoy, queridos hermanos, nos reunimos aquí para celebrar la vida de una mujer integra, un ejemplo. Una mujer que brilló donde quiera que pisara, que proveyó amor a todos los seres que la rodeaban. Un gran ejemplo de ser humano, lleno de virtudes y de una pasión por vivir....

Dejé de escuchar. El último adiós a mi mujer. Tan solo una semana de casadas y se me fue de las manos. Quería darle calor a su cuerpo helado. ¿Cómo fue que perdí? ¿cómo mierda se me fue? 

No sabía si estaba llorando o no y a ciencia cierta me importaba una mierda, sentía coraje, dolor y una inmensa tristeza. Perdí al amor de mi vida, perdí a la mujer de mis sueños. ¿Cómo iba a despedirme? Si todavía quiero aferrarme a ella.

Colocaban sus cenizas en el mausoleo de su familia. El paisaje también se tornaba de luto, hasta el cielo sabía que hoy era una tarde triste. Comenzó a llorar el cielo, arrojando gotas gordas de lluvia sobre los hombros de todos. Las sombrillas negras protegían a todos aquellos indolentes.

Mi cielo se tornó gris, mi alma se fue con ella. Mi corazón está hecho cenizas junto a ella...

Las personas se fueron yendo, pero no me atreví a moverme ni un sólo centímetro. Aunque el frío arremetiera con toda su fuerza, aunque el viento soplara para hacerme caer y aunque la lluvia se deslizara por mis hombros. No quería alejarme de allí.

Sentí una mano en el brazo pidiéndome insistentemente irnos de allí. Mi mamá Vica.

-ya es hora amor... es hora mi niña. Vamos a casa.

¿Cuál casa? Asentí para no lastimar más, no podría dormir en aquella cama que compartí con ella, me dolería. Una parte de mi quería estar sola para pensarla, una parte de mi quería dormir abrazando su almohada. Una parte de mi quería dormir en el armario olfateando su ropa. Una parte de mi quería gritar hasta quedar muda. Una parte de mi quería sacarme el corazón para morir yo también.

En completo silencio llegamos a casa de mis mamás. Me bajé del auto sin siquiera mirar atrás. Llegué al jardín y los recuerdos de sus besos, nuestros besos al inicio de lo nuestro me embriagaron en cócteles de lágrimas.

Me adentré en la casa, evitando mirar a cualquier otro sitio. Sintiendo que me caería en cualquier momento, subí la escalera, interminable. Dios, no sé qué es esto. Debiste tomarme a mi en lugar de ella.

Por fin llegué a mi antigua habitación, estaba como la dejé, me senté en la cama sin siquiera hacer ruido. Sin ver a mi alrededor. Sin escuchar absolutamente nada. Estaba aislada, estaba dolida. Estaba asustada, estaba temerosa de perder todo, aunque claro está que ya lo perdí. Perdí a mi amor, perdí mi vida y el futuro que quería. Perdí, perdía mi gran amor, a mi perfecta mujer.

Respire profundo levantando la vista y mirando a mi mamá Vica observándome con absoluta tristeza.

-Cariño... no sé qué decirte para poder consolarte.

La escuchaba, sus palabras las entendía pero aún así no se quedaban.

-no sé cómo mi niña. Me duele verte así, la amaste tanto...

-la amo mamá, la amaré hasta que muera e incluso ni muerta dejaré de amarla.

Lo dije con profunda tristeza, mi corazón no soportaba tanto. Estaba acongojado, estaba cual guiñapo. Estaba hecho mierda, un puré, estaba hecho polvo.

-mi amor, solo el tiempo podrá curar ese dolor...

No le decía nada y al parecer comprendió. Pues me dejo sola. Cerré los ojos queriendo jamás volver a abrirlos y encontrarme con ella.

Dios Catie... no debiste irte. No debiste dejarme amor mío. Me harás falta, te echare tanto de menos. Abrazarte cuando tenías frío y cuando tus pies se quedaban helados porque jamás los metías debajo de las frazadas.
Cuando tus dedos se enredaban en mis cabellos y caminaban despacito por todo mi cuero cabelludo. Me harás falta cuando jugábamos noches enteras a recitar poemas. A besarnos como esquimales, a tocarnos las manos y comparar nuestras yemas. Echaré de menos tus extrañas manías de limpiar la casa dos veces al día, de pasar la aspiradora por las paredes. Echare de menos esos gritos de risa cuando perdías contra mi en los videojuegos. Cuando tus estornudos se escuchaban como zumbidos de abeja, y cuando comías cucharadas enteras de mantequilla de maní. Y cuando tu comida se quemaba en el horno por lo distraída que eras, y esas sonrisas que me dabas después de tus travesuras, esconderme la ropa interior antes de irme al cuartel. Tu superstición con el numero cinco y siempre contar los pasos de un lugar a otro, y esos saltitos extraños que dabas al bajar las escaleras o cuando los subías de dos en dos. Y esa música de heavy metal que tanto te gustaba, cuando subías todo el volumen de tu amada Nirvana. Y como nunca me dejabas conducir tu amado Cadillac. Como siempre elegías una película de dibujos animados en el cine, las palomitas de caramelo y una smoothie de cereza. Hasta cuando tus labios sabían tan dulce y te decía que me mareaba el olor seguías robándome besos. Y esos delicados suspiros al dormir para después roncar ligeramente cuando dormías de lado derecho y como te tranquilizabas cuando rascaba tu espalda en círculos.

Todos esos detalles que tanto amé de ti Catie, que ahora no sé que haré si vuelvo a escuchar No one like you de Scorpions, no sabré como actuar si veo de nuevo Cars...

¡Oh Catie! No sé qué haré si alguien usase tu mismo perfume. No sé que haré si al regresar no huele la casa a carbón. No sé que haré cuando me vaya cada mañana a sabiendas que cuando regrese no estarás en casa. Que todo esto no fue una pesadilla, que es la terrible y espantosa realidad donde ya no te tengo. Donde ya no podré abrazarte y hacerte el amor.

Que no veré tus zafiros envolverme en el oleaje del azul.

Que todo esto no fue una pesadilla, donde ya se acabo la luna y no alcanzamos una luna de miel. Donde ya no te tengo Catie, donde te fuiste. Donde ya no sé qué haré sin ti. Donde el tren de los recuerdos se lleva tu cuerpo.
Donde mi memoria recreara cada uno de tus besos para terminar en lágrimas.

Donde no sabré como despedirme...

No sabía. Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora