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Uraraka le miró algo desconcertada cuando le abrió la puerta del dormitorio. Midoriya tenía el pelo revuelto y mojado, por lo que algunos de los mechones de su pelo negro y verde se pegaban a su rostro. Un tick nervioso hacía que la mano derecha le temblase convulsivamente cada pocos segundos. Uraraka se preguntó si le habría pasado algo, pero se contuvo y no le hizo ninguna pregunta, limitándose a entrar en la habitación del chico y cerrar la puerta.

-¿Y bien? ¿De qué querías hablarme?-la voz entusiasta de la joven llenó el vacio del cuarto de forma imprevista.

La chica buscó con la mirada un sitio donde poder sentarse, encontrando, bastante despejada de ropa y libros, una esquina de la cama de Midoriya, a la que fue a sentarse, balanceando las piernas que no llegaban a tocar el suelo de su habitación.

El dormitorio de Midoriya era muy similar al de los demás chicos. Una cama localizada a la derecha de la habitación, con un escritorio justo en frente repleto de libros, y una ventana que se extendía al fondo de la misma, todo decorado con posters de All Might, cojines de All Might, una colcha de All Might y peluches de All Might. La verdad es que su habitación parecía una especie de templo consagrado al culto de este héroe.

Midoriya miró a su amiga que se había tumbado en su cama, con el rostro fijo en el techo de su habitación, mientras cerraba los ojos. Llevaba puesto su pijama de color rosa chicle, que consistía en una camiseta corta de tirantes y un pantalón muy corto del mismo color, que dejaba ver parte de sus nalgas. Uraraka no debía de llevar ningún sujetador puesto, porque sus pezones se transparentaban a través del fino tejido de su camiseta. Midoriya tragó saliva nervioso. Acababa de masturbarse y estaba empezando a volver a sentir unas ansias tremendas de tocarse solo con ver a su amiga.

-Se trata de la última aparición de All Might-empezó titubeante el joven sin saber exactamente qué debía contarle a Uraraka-ya sabes, cuando ganó a All for One, exponiendo su verdadera forma de cara al público.

Uraraka le observaba sin decir nada. No sabía a dónde quería ir a parar su amigo con aquella conversación, así que se mantuvo en silencio con los ojos cerrados y las manos cruzadas en el pecho, como si estuviese dormitando. Pensó que, con lo nerviosa que estaba por estar en el cuarto de Midoriya a esas horas, una forma de clamarse sería no establecer contacto visual directo. Por el momento, parecía que eso funcionaba, aunque la voz de su amigo le producía escalofríos por todo el cuerpo, haciendo que la imagen de él con el cabello mojado después de haberse duchado se repitiese una y otra vez en su cabeza. Uraraka negó con la cabeza e intentó volver a concentrarse en lo que le estaba diciendo Midoriya.

-All Might ya no puede luchar más, Uraraka. Ha agotado toda su fuerza en ese último combate-las palabras salieron de la boca del chico en forma de torbellino, sin que pudiese pararse a pensar en lo que estaba diciendo.

Uraraka abrió los ojos de repente en un estado de perplejidad absoluta, se incorporó de golpe en la cama, levantándose con un movimiento brusco que hizo que sus pechos se balanceasen en el aire por unos minutos.

-¿Por qué dices eso? No sabes si All Might...

-Lo sé porque...-Midoriya suspiró. Iba a contárselo a Uraraka por fin. Tragó saliva-...porque All Might me otorgó su poder a mí. Yo tengo el One for All, y sé que All Might ya no puede luchar más porque todo el poder restante que le quedaba lo utilizó en aquel combate-las palabras salían mezcladas con un sabor salado, con el sabor de las lágrimas que le rodaban por las mejillas a Midoriya mientras hablaba. Había apretado los puños y sentía como iba perdiendo fuerzas según iba hablando, de forma que sus rodillas empezaron a temblar, amenazando con dejar de sostenerle.

Uraraka seguía sin decir nada, pero ahora le miraba con una mezcla de curiosidad, ansiedad y tristeza. Un cóctel de sensaciones que Midoriya no sabía bien cómo interpretar.

-En el anuncio que hizo después de la pelea, la gente entendió que con su mensaje de "ahora te toca a ti", estaba amenazando a los próximos villanos que apareciesen en la ciudad, pero, en realidad, lo que hacía era mandarme un mensaje a mí. Me estaba diciendo que ahora me toca ser a mí el héroe, porque él ya no puede serlo más-la voz le salió en un suspiro quebrado por el llanto, cediendo a la presión de sus rodillas, por lo que cayó al suelo, rasguñándose la piel. Midoriya se clavó las uñas en las palmas de sus manos con fiereza, haciéndose sangre. No le importaba. No sentía nada.

-Pues ya sabes cuál es ahora mismo tu cometido, ¿verdad, Deku? Tienes que mostrarle al mundo quién es el héroe número uno que va a estar ahí para ellos cuando lo necesiten, así que levántate y quítate esas lágrimas-las palabras de la chica hicieron que Midoriya dejase de sollozar, incapaz de creer que su amiga le estuviese diciendo eso. No solo le había creído a pies juntillas, sino que ahora le estaba animando como solo ella sabía hacerlo: de forma directa y rotunda.

-Demuéstrale al mundo que All Might tenía razón cuando te eligió como sucesor-Uraraka sonreía, aunque una punzada de celos se extendió por su cuerpo como un manto gris. Estaba muy contenta por su amigo, porque sabía que no había nadie como él capaz de llevar aquel don y aquella carga al mismo tiempo, pero se sentía extraña, como si no fuese nada especial comparada con Midoriya, alguien con un don insulso, sin nada que ofrecer. El joven notó esto al instante, y se levantó del suelo, acercándose a la cama donde estaba su amiga, y la tomó de una de sus manos, mirándola directamente a los ojos enormes y brillantes de la chica.

-Sin ti no podría lograr nada. Eres tan especial como lo soy yo-su voz estaba cargada de un cariño infinito que conmovió a la chica, haciendo que su primer impulso de celos se desvaneciese en un instante, siendo reemplazado por una cálida emoción de placidez. ¿Quién habría más capacitado que Midoriya para llegar a ser el héroe número uno? Ese chico bajito, de pelo negro y verde, con esos ojos tan grandes y luminosos que parecían devorarlo todo con su calidez, ese chico tierno y apasionado que parecía demasiado sensible como para soportar el mundo, pero que, al mismo tiempo, demostraba su convicción y sus ideales de forma tan rotunda. ¿Había alguien más capaz de llegar a ser el número uno como él? ¿Habría alguien más capaz de enamorarla como había conseguido Midoriya? Sin pensar en lo que estaba haciendo, Uraraka se inclinó hacia el chico, acercando sus labios hacia los de él que la seguía con la mirada desorbitada, pero sin moverse ni reaccionar. La chica posó sus labios en los de su amigo, abriendo la boca en un acto instintivo, guiando los labios de Midoriya, obligándole a abrir también la boca para que sus lenguas se juntasen. Un gemido de placer brotó de la garganta del joven, mientras Uraraka le empujaba hacia el suelo, en donde quedaron ambos tumbados: él debajo de ella, mientras sus manos y sus lenguas exploraban los distintos caminos de sus cuerpos. 

Y no saber nada [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora