Almas separadas

53 2 2
                                    

-La Razón Vital es insostenible en nuestra edad contemporánea. La respuesta de Kant, por lo tanto, no puede seguir considerándose cierta como antes.-apuntaba una chica de rostro ovalado, cabello plateado, ojos negros como dos tizones y figura esbelta-Teniendo en cuenta que es una contradicción del principio de causalidad de David Hume, se definiría como la no interacción y relación de causa y efecto entre acontecimientos históricos y personales, al igual que la regularidad de los fenómenos y los procesos- la voz de una chica de cabellos plateados pareció inundar la cafetería en la que se encontraba junto a un compañero de su misma clase en la U.A.
El chico que la acompaña era rubio, bajito y de complexión media, aunque se notaba, por la ropa que llevaba, que antes había sido mucho más delgado, ya que su musculatura en desarrollo se dejaba ver a través de la apretada camiseta negra de manga corta que llevaba, y que era tres tallas más pequeña de lo que debía ser. El joven observaba a la chica en silencio, llevándose la mano derecha al mentón en un gesto de contrariedad, intentando procesar lo que su amiga le acababa de decir, pensando en cómo rebatir su argumento.
-Puede ser válida para las ciencias naturales, aunque en nada aporta a las ciencias humanas, pero eso ya lo postuló Ortega y Gasset con la razón vital. Entiendo tu postura, aunque no la comparto del todo. No creo que se deba desacreditar del todo su teoría, solo completarla, ya que no es errónea en su planteamiento, simplemente queda obsoleta para tratar otros campos-Toshinori sonrió a su compañera mientras bebía un sorbo de su batido de chocolate, consultando algunos de los apuntes de las clases que habían tenido aquel día en la academia. Aunque la asignatura de filosofía no eran obligatoria, ambos amigos la habían elegido por su devoción hacia ella, pese a que esta no les puntuase muy alto en la nota final del semestre en comparación con otras que les enseñaban a desarrollar su potencial como héroes.
Rei sonrió de medio lado, recogiéndose algunos de los mechones de cabello suelto que le caían en cascada por los laterales del rostro. Aquel era un gesto que ya le pertenecía, y que le encantaba a Toshinori cada vez que la veía hacerlo, consiguiendo que se sonrojase violentamente al ser consciente de que nunca había visto a una mujer más hermosa que su amiga.
-La vida como realidad radical. ¿Es esa tu filosofía, Rei?-la pregunta la acababa de hacer el rubio, juntando ambas manos, un instante, en el centro de la mesa, para luego estirar su mano derecha hacia el plato de patatas fritas que había pedido su amiga y que se encontraba a su lado de la mesa.
-Creo que se debe superar el realismo. No creo que haya prioridad o superioridad del individuo sobre la realidad, sino una constante interacción-la chica bebió un trago de su café con leche, mientras miraba distraída los posos que se formaban en el fondo de su vaso. Se veía ausente- quizás, mejor dicho, una insistente cooperación entre la realidad y el individuo.
Toshinori pareció meditarlo por unos segundos. Ninguno de los dos chicos se había percatado de que la cafetería estaba a punto de cerrar. Eran los únicos que quedaban en las mesas, y las camareras les miraban insistentemente, en un intento de que captasen la indirecta de que debían marcharse del local, pero los dos jóvenes seguían hablando con naturalidad, ajenos a todo esto, ya que, cuando tocaban el tema de la filosofía, podían pasarse horas enteras hablando sobre el tema sin darse cuenta del tiempo que pasaba.
-No hay una franja límite entre el "yo" individual y el mundo. No hay prioridad de las cosas sobre el ente, ni del ente sobre las cosas. ¿Quieres decir, entonces, que consideras como prioridad a la orgánica del suceso?-se aventuró a postular el chico rubio, depositando su bebida acabada a un lado de la mesa mientras consultaba su reloj de pulsera, emitiendo un pequeño bufido cuando vio la hora que era. No obstante, no se movió de dónde estaba, observando fijamente a su amiga que aún no se había acabado el café, y se dedicaba a mirar el vaso de forma pensativa. Se notaba que le preocupaba algo desde hacía tiempo, y puesto que su amiga era de naturaleza reservada, esta tampoco había querido dar a conocer lo que le inquietaba.
-No, primacía de la vida por encima del realismo y del idealismo. Cada hombre decide lo que hacer a cada instante, y esto no puede ser transferible. De esta forma la razón vital se convierte en parte de la historia, puesto que el hombre es, en sí mismo, un ser histórico, incapaz de desligarse de la realidad social-las palabras de Rei parecieron ahogarse en su garganta, emitiendo una especie de quejido que se convirtió en un sollozo apagado.
No creía en sus palabras, y ella, en verdad, quería creer en ellas. Lo necesitaba.
Los ojos acuosos de la chica fueron a parar al chico de cabellos rubios, que se había convertido en su mejor amigo desde su ingreso en la academia de héroes, y que ahora la miraba con la boca abierta y sin saber muy bien qué hacer. Era la primera vez que veía a Rei llorar. Era la primera vez que Rei lloraba en frente de alguien.
-¿Qué es lo que te pasa, Rei?-Toshinori se había levantado de la silla que estaba en frente de la de la chica, y se había posicionado a su lado en el pequeño banco acolchado de la cafetería donde estaba su amiga. El joven pasó su brazo derecho por la espalda de la chica, atrayéndola hacia su pecho, mientras depositaba un beso en su frente, meciéndola en sus brazos. La chica, al verse protegida por su amigo, rodeó la cintura de este, mientras apretaba la camiseta de este, como si quisiese desgarrársela de un momento a otro. Gotas saladas mojaban el pecho del joven.
-Ayer escuché a mi padre por teléfono-la voz de Rei sonaba cascada y ronca por el llanto. Pasó una de sus manos por el rostro, quitándose parte de las lágrimas que le resbalaban por las mejillas humedecidas- hablaba con el padre de Endeavor. Están teniendo problemas entre ellos. Mi padre se ha metido en asuntos no muy legales- Rei se mordió el labio inferior, dudando de si confesarle a Toshinori que el padre de Endeavor pertenecía a una de las mafias más poderosas de la ciudad.
Toshinori estrechó a la chica entre sus brazos, haciendo que esta posase su rostro en el hueco que formaban su clavícula y su hombro, mientras él le quitaba las lágrimas con pequeños besos. Ella sonrió y se estremeció ante el contacto, soltando una risita entre dientes.
-Toshinori...-ella pareció entristecerse de repente, posando las manos en el pecho del chico intentando alejarlo de ella-Endeavor le ha pedido a su padre que coarte al mío para pedirme en matrimonio cuando acabe la U.A.
El tiempo pareció congelarse en ese momento en la mente del chico rubio. Su rostro seguía fijo en el de su amiga que le miraba casi desesperada, intentando encontrar en alguno de los gestos de su rostro alguna señal de comprensión, alguna salida. Quería que le dijese que se iba a interponer en la decisión de su padre, que siempre estarían juntos, que la amaba, pero el joven solo apartó la mirada y se alejó de la chica consciente, cogiendo el vaso vacío con ambas manos, mientras intentaba controlar en vano sus lágrimas, fijándose en los dibujos en relieve del vidrio. Sentía un gélido frío colarse por cada célula de su cuerpo, congelándole le los huesos, aplastando cada partícula de su ser.
-Deberiamos irnos ya. Están a punto de cerrar-fue lo único que consiguió articular en ese momento el joven, evitando la mirada de la chica que, en forma de súplica muda, le rogaba por un calor que no podía darle. La amaba, pero sabía que él, un chico sin casi recursos, no podía imponerse a la voluntad del hijo de uno de los grandes empresarios del momento, y que además formaba parte de la mafia de Japón, algo que, aunque Rei no se lo había dicho, lo sabía de primera mano por su maestra que había tenido antiguos roces con el cabecilla de esta.
Él no era nadie, y si decidís resistirse a la voluntad de Endeavor, o si le daba esperanzas a ella de un posible futuro juntos, era posible que ambos acabasen muertos, y él no se perdonaría jamás que, por su propio egoismo, ella acabase sufriendo, así que guardó silencio. Un silencio que le pesaría toda su vida.
-¿Así que la realidad vital es, después todo, transferible, no? Mi padre me transfiere su voluntad y anula la mía. Será que Ortega y Gasset se equivocó, y el ser humano no puede elegir su camino a placer, y siempre estará supeditado a mandatos internos. Te amo Toshinori-. Y la chica de cabellos plateados se levantó del asiento, y sin volver la mirada atrás como la esposa de Lot, caminó hacia la salida de la cafetería, ignorando las peticiones de su amigo de acompañarla a casa, perdiéndose en la oscuridad de la noche, permitiendo a las tinieblas que la engulleran por dentro y por fuera.

Y no saber nada [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora