Explosión

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Después del ataque que habían sufrido los estudiantes en el campamento de verano por la escasa protección con la que la residencia del campamento contaba, y la negligencia que los profesores de la U.A habían mostrado al no reforzar tanto la vigilancia como la seguridad del centro, provocando que la Liga de Villanos hiriese a bastantes alumnos y secuestrase a Bakugou; el director de la U.A se había obligado a disculparse ante las autoridades y la prensa, prometiendo una seguridad total para los alumnos, haciéndose cargo de su mantenimiento y protección las veinticuatro horas del día, ofreciendo, a los padres de los chicos, que estos se quedasen en el centro de forma interina.

Aquella podía parecer una medida un tanto excesiva, pero los medios de comunicación la mostraron como necesaria ante la población, por lo que la U.A, para no perder el prestigio que se había ganado a lo largo de todos los años, tuvo que mantener el temple firme, y continuar con su promesa de proteger a los alumnos matriculados que, ahora, se convertirían en residentes del centro.

De esto hacía ya dos meses y, gracias al poder de creación de Yaoyorozu, se habían podido empezar las obras de ampliación y reforma de la academia, construyendo habitaciones disponibles para las clases de la U.A. Este hecho había conseguido que los alumnos se aproximaran más los unos a los otros, surgiendo pequeñas disputas entre ellos, roces, y alguna que otra situación comprometida como había pasado con Bakugo y Kirishima.

Después de que Bakugou abandonase los lavabos de forma apresurada, Kirishima se había desmoronado. No sabía qué hacer, si disculparse con su amigo, justificando su comportamiento o dejarlo pasar. De todas formas, ¿qué podía decir en su favor, cómo podía justificarse? Podría decirle a Bakugou que había sido todo una broma pesada o que había estado bajo la influencia de alguna droga, pero dudaba si eso podría restaurar la amistad que habían tenido. ¿Cómo había sido tan estúpido de dejarse llevar por esos sentimientos? Él siempre había presumido de su virilidad, de su forma de actuar impulsiva, tan propia de un hombre...un hombre que estaba enamorado de otro hombre. Eso no era varonil. Kirishima pegó un puñetazo a la pared del cubículo, sentado sobre la taza del wáter, con los brazos recogidos a lo largo de su cuerpo, intentado protegerse de algo invisible, como si el dolor que sentía dentro se pudiese materializar para atacarle. En ese mismo instante, sintió como la puerta de los baños se abría de un portazo y entraba corriendo Midoriya, con el cabello rizado alborotado y el rostro sudado. Probamente había estado entrenando nada más acabar las clases.

-Oh, Kirishima, no te había visto-Midoriya cortó en seco el discurso al fijarse en el rostro de su compañero de clase-¿ha pasado algo?-la pregunta de Midoriya iba sin malicia alguna, intentando desentrañar el misterio de por qué su compañero tenía el rostro tan desencajado, los lagrimales a punto de estallar y los pantalones más bajos de lo acostumbrado. De repente, Midoriya se fijó en que Kirishima tenía marcas de dientes en el cuello y un rastro de lo que parecían ser quemaduras cerca de su cintura, revelándose en forma de pequeños círculos concéntricos en su piel.

-¿Te ha atacado alguien?-Midoriya se tensó, apretó los puños y paseó la mirada por el baño, intentando desentrañar el misterio, buscando posibles amenazas ocultas.

Al principio, Kirishima no entendió por qué Midoriya le estaba preguntando eso, pero, al mirarse en el espejo de frente de los lavabos, pudo comprobar por qué le había hecho esa pregunta su compañero, estallando en una sonora carcajada para liberar la tensión acumulada. Midoriya no entendía nada. Se quedó parado mirándole a la cara sin comprender.

-No te preocupes Midoriya-le dijo Kirishima cuando terminó de reír, posando una mano sobre el hombro del chico de pelo negro rizado y reflejos verdes-estoy bien. No se trata de nada de eso, te lo prometo. Tú siempre intentando ayudar a los demás, ¿verdad?-una sonrisa se extendió por la cara de Kirishima, esbozando una forzada sonrisa.

-Kirishima...sé que te pasa algo, lo noto-la voz de Midoriya sonaba apurada y se abría paso a través de su garganta de forma tímida. No quería inmiscurrirse en la vida de su amigo, pero notaba que no se encontraba bien, y sentía que era su deber ayudarle, aunque sabía muy bien que, pese a que a él se le diese muy bien entrometerse en la ida de otros, no siempre esto era plato de agrado para la otra persona.

-Midoriya, todo está bien. Solo he tenido un día muy duro en clase, y ya sabes que suspendí el examen práctico el semestre pasado, y voy retrasado con los estudios. La presión me ha vencido, no es nada más-mintió Kirishima con una sonrisa amigable, intentando que no se notase mucho que le estaba mintiendo a su amigo.

-Puedo hablar con Lida y pedirle que le pregunte a Yaoyorozu que te ayude con las clases, probablemente esté encantada de hacerlo, ya sabes que le gusta ayudar a los demás con cosas de estudios...-empezó Midoriya con una sonrisa-seguro que al final todo va a ir bien. Es solo cuestión de esforzarse un poco más.

Kirihima no había escuchado ni una sola de las palabras de Midoriya, pero asentía vehementemente, como si siguiese la conversación con gran ánimo, pero la verdad es que, por una vez, quería estar tranquilo junto a los pensamientos que se agolpaban en su mente y que Midoriya le dejase solo para pensar un plan de actuación. En ese momento, Midoriya se dio cuenta de que estaba molestando a su compañero, que no parecía escucharle de verdad, así que, con un gesto de disculpa, se intentó retirar.

-Espera, Midoriya-Kirishima se sentía culpable por no haber escuchado nada de lo que Midoriya le intentaba decir. Sabía que solo había intentado animarle para que se sintiese bien, y que no era justo tratarle así-no te he dicho toda la verdad.

Midoriya se quedó parado a la entrada de los baños, con una de sus manos reposando ya sobre la puerta, a punto de abrirla para marcharse y dejar solo a su amigo de nuevo. Se detuvo, se giró lentamente y observó a Kirishima, que suspiraba y tenía la vista fija en alguna mancha del suelo, como si los azulejos del baño fuesen de lo más interesantes.

-En realidad, antes de que llegases, estaba aquí con Bakugou-Kirishima no sabía por qué le estaba contando esto a Midoriya. Sentía que tenía que contárselo a alguien, porque si no lo hacía iba a estallar, pero también era consciente de la mala relación que tenían Bakugou y Midoriya, por mucho que hubiesen sido amigos desde pequeños. Se sonrojó antes de continuar hablando, pensando que la decisión que había tomado ya estaba decidida y que si se arrepentía de contárselo, ya lo lamentaría más tarde-besé a Bakugou, y al principio parecía que todo iba bien porque me respondió al beso, pero, de repente, salió corriendo y me dijo que no me acercase a él de nuevo- las palabras salían a empellones de su boca, atropellándose las unas con las otras en un caos constante. Midoriya se había quedado helado. No se esperaba esa confesión, y no sabía qué decir. Miraba constantemente a Kirishima y a la puerta de salida, pensando que, en estos casos, quizás la respuesta más sensata era salir huyendo él también, pero, al ver la cara sonrojada de Kirishima y la desesperación de sus ojos, se acercó a su amigo y le puso una mano en uno de sus hombros.

-Es algo nuevo para los dos, supongo, así que deberíais daros tiempo. No creo que Bakugou siga enfadado para siempre, pero quizás le tengas que dar un margen de tiempo-empezó Midoriya.

Kirishima alzó la mirada y la clavó en los ojos verde esmeralda de Midoriya, intentando averiguar, en el líquido de sus ojos, si lo que decía lo pensaba en realidad o solo le decía para calmarle, pero vio determinación y convicción en ellos, por lo que se relajó lentamente, dándose cuenta de que, en algún momento de la conversación con Midoriya, se había puesto a llorar y ahora su rostro estaba lleno de lágrimas que se deslizaban por las mejillas.

-Gracias por ayudarme-agradeció Kirishima, apretando los puños e intentando sonreír a su amigo y compañero de clase. Midoriya sonrío complaciente y le tendió una mano para ayudarle a levantarse de la taza del baño.

-Es el deber de un héroe ayudar a la gente, y eso pasa por ayudar, en primer lugar, a los amigos-la sonrisa de Midoriya no era tan impersonal como la de All Might, pensó Kirishima, era más dulce, más sincera, más real, y, en ese momento, era todo lo que necesitaba para encontrarse mejor. Ambos amigos se dieron la mano para despedirse, y Kirishima salió de los baños en dirección a su habitación con la intención de estudiar algo en el resto de la tarde antes de la cena, mientras que Midoriya se quedó para lavarse la cara y quitarse algo del sudor del entrenamiento, antes de irse a la ducha para prepararse para esa noche, porque él también tenía planes para esa noche, y esos planes llevaban el nombre de Uraraka escrito en ellos. 

Y no saber nada [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora