Prólogo

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NOTA ANTES DE EMPEZAR:

-Esta es la primera vez que escribo un fanfic, así que me encantaría que me dejarais comentarios sobre cómo veis el desarrollo de este, algunos consejos, y si os está gustando la historia; de esta manera podemos construir una "obra abierta" que, a fin y al cabo, es de lo que se trata en literatura. Gracias a todos.

-También quiero recalcar que, en esta historia, los personajes no tienen quince años como en la serie, sino que tienen entre los diecinueve y veinte años. Esto quiere decir que, no es que se encuentren en un grado superior en sus estudios académicos, sino que han entrado a la U.A con diecinueve años, y esta academia solo constará de dos años de preparación en la formación de nuevos héroes.

-Las imágenes no son mías, así que todo el mérito de eso se lo llevan los dibujantes de las mismas, así como los personajes que no son de mi creación, sino de Kohei Horikoshi, aunque la historia sí que sea original. 

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La camiseta negra de tirantes de Bakugou hacía que se le marcasen los pectorales trabajados durante horas de duro entrenamiento en la U.A, revelando el duro abdomen del chico, quien poseía una musculatura bastante desarrollada para su edad, que se transparentaba, sin ningún decoro, a través de la fina tela de algodón que cubría su pecho. Kirishima tragó saliva nervioso, y se volvió a mirar las manos, intentando pensar con claridad en una respuesta aceptable para explicarle a su amigo su extraño comportamiento.

-¿Qué rayos es lo que pasa Kirishima? –Bakugou se estaba empezando a impacientar.

De por sí, Bakugou era ya un chico nervioso, con una tendencia más marcada a la impaciencia que a la calma y reflexión, hecho que solo se estaba viendo aumentado en la situación que se encontraban. Kirishima le había pedido a Bakugou que le acompañase a los aseos de la U.A porque necesitaba contarle algo de suma importancia después de las clases, y Bakugou, quizás con un sentimiento de deuda, o humillación de su orgullo hacia su amigo por haberle salvado de la Liga de Villanos, había aceptado a acompañarlo a los lavabos de hombres, localizados en la primera planta de la academia, justo al fondo del mismo pasillo donde estaban las clases de los de primer curso.

Kirishima volvió a tragar saliva. Había actuado por instinto, sin plantearse lo que podría pasar si le pedía a Bakugou que le acompañe. Apenas había tenido tiempo de decidir siquiera qué era lo que quería hacer o, más bien, lo que se atrevería a hacer si Bakugou le acompañaba. En un primer momento, había pensado que este se negaría o le haría decir lo que fuese que tuviese que decirle en medio de toda la clase, pero, sorprendentemente, este solo se había limitado a seguirle, mostrando la misma cara de fastidio que tenía siempre; y, ahora, Kirishima no sabía cómo salir del atolladero en el que se había metido él solito.

-¿Me estás escuchando? ¿Qué cojones es lo que te pasa?-las amenazas de Bakugou alteraron a Kirishima, que bajó la mirada un momento, aunque no fue buena idea hacerlo, porque se encontró fijando la vista en las musculosas piernas de Bakugou, y en la línea que formaban sus músculos al contraerse en los ajustados pantalones caídos que llevaba. Kirishima sintió como subía la sangre desde su cuello hasta sus oídos. Sintió que ya no podía contenerse por más tiempo.

Estaban en uno de los reservados del lavabo de hombres. Habían cerrado la puerta y se encontraban los dos pegados el uno al otro en un espacio muy reducido por la posición incómoda que tenían que adoptar para solventar el obstáculo que presentaba la taza del wáter que se encontraba en el cubículo. Sus respiraciones parecían confundirse en el aire en una sola. Estaban tan cerca el uno del otro que el espacio entre sus cuerpos le dolía a Kirishima en el pecho.

-Bakugou, yo...estaba muy preocupado por ti cuando te capturó la Liga de Villanos. No sabía qué hacer, y me culpaba constantemente por no haber podido salvarte cuando me enteré que iban a por ti. No pude ayudarte. Dejé que te capturasen...-las palabras salían solas en un torrente inconsciente de fluyo de conciencia. Apenas estaba pensando lo que decía, solo lo soltaba tal y como lo estaba sintiendo en ese mismo instante. No había coherencia ni una intención determinada en el discurso de Kirishima.

-Idiota-le cortó Bakuguo con esa sonrisa lobuna que le caracterizaba, mostrando sus incisivos blancos y algo afilados-estoy bien, ¿acaso pensabas que no iba a poder vencerlos? ¿Me llamas débil?-sus palabras cortaron el aire de repente. Kirishima no sabía qué responder a eso. La conversación estaba tomando un rumbo inesperado. Aquello no era lo que había planeado, y ni siquiera había podido continuar hablando, porque Bakugou le había cortado de forma inmediata.

-Si no tienes más que decirme, y solo te vas a quedar ahí lloriqueando como una niña, me largo-Bakugou hizo un amago de abrir la puerta para salir del cubículo, pero Kirishima fue más rápido de reflejos que él y, movido por la desesperación, cogió a Bakugou de la muñeca, apretándosela en un agarre reforzado por el uso de su Don. Teniendo cuidado de no rozar sus palmas para que no le lanzase una explosión, le retuvo, con sus ojos rojos clavados en los ojos de él.

-¿Qué es lo que crees que haces...?-Bakugou no llegó a terminar la frase, porque Kirishima había adelantado su cuerpo hasta rozar el pecho de su amigo, agarrándole por ambas muñecas, y sujetándoselas por encima de su cabeza, aprovechando esos segundos de confusión de Bakugou para acercar su rostro al de él y, suavemente, acercar sus labios a los del otro chico, que no le dio tiempo a reaccionar a tiempo. Kirishima, siguiendo sus instintos, y con el corazón latiéndole a cien por hora, había acercado su boca a la de Bakugo, notando como todo su cuerpo se estremecía de excitación. Las palmas de sus manos no paraban de sudar, y su cabeza parecía a punto de estallar de la tensión acumulada.

Fue un segundo. Sus labios se unieron, al principio, en un beso suave, que, lentamente, fue haciéndose cada vez más ardiente. Kirishima, al notar el sabor de la boca de Bakugou en sus labios, movió su lengua buscando encontrarse con la de Bakugou, mientras el otro chico empezaba a sentir una extraña sensación de ardor que le iba recorriendo todo el cuerpo, una sensación que hasta ese momento no había experimentado antes. Todas las células de su cuerpo se encendían a la vez como antorchas vivas, lanzando destellos que se reproducían en su cuerpo como calambres de placer que se disgregaban en todas direcciones. Kirishima soltó las muñecas de Bakugou que aun tenía agarradas, sujetando el rostro del chico con la palma de una de sus manos que se había endurecido como la piedra a causa de la excitación, mientras que con la otra agarraba una de las hebillas del pantalón de Bakugou, atrayéndolo hacia su cuerpo, notando cada músculo de Bakugou en tensión, cediendo ante su presión, ardiendo bajo la ropa, y excitándose a cada instante que pasaba. Las lenguas se encontraban, se unían y se separaban, buscándose entre los dientes, mordiéndose y separándose. Bakugou se separó un poco de Kirishima, deslizando sus labios por el cuello de este en suaves besos y mordiscos, haciendo que el chico soltase un bufido de placer, mientras que Bakugou seguía lamiéndole la piel. Excitado, Kirishima apretó con más fuerza el cuerpo de Bakugou contra su propio cuerpo, queriendo reducir, aún más, el espacio inexistente que se establecía entre ellos. Su mano se deslizo hacia uno de los bolsillos de la parte trasera del pantalón de Bakugou, apretando su trasero con fuerza. Bakugou dejó de besar el cuello de Kirishima, que, con los ojos cerrados y el rostro sonrojado, exploraba el cuerpo musculoso de Bakugou.

-¡Qué haces idiota, para! Yo no soy un puto marica, déjame en paz-de repente la expresión de Bakugou había cambiado y se volvió hostil. Un ramalazo de ira surcó sus ojos carmesí en un torrente violento- no te atrevas a volver a tocarme, maldito gilipollas. Bakugou, aprovechando la turbación y confusión de Kirishima, aprovechó para empujar la puerta de un golpe y salir del cubículo de forma apresurada. En apenas unos segundos ya se encontraba en el pasillo, respirando el aire fresco que entraba por una de las ventanas. No había notado que hiciese tanto calor en los lavabos si la calefacción ya no se encendía en esos meses del año. Se acomodó los pantalones que tenía algo bajados y se encaminó hacia su habitación en la academia con la cabeza dándole vueltas y una sensación extraña ardiendo en la boca de su estómago. 

Y no saber nada [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora