Pálpito

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La tarde se desangraba detrás de los cristales de la ventana de la habitación de la madre de Todoroki, tiñendo el horizonte de pequeños pétalos de rosas que parecían resbalar, agitarse, y gritar al viento, para luego fundirse con los demás tonos cromáticos del cielo en un suspiro leve y melancólico, como una lejana balada suspendida en la inmovilidad de la atmósfera.

El aire dentro de la habitación se había vuelto opresivo. Los ojos oscuros de la madre del chico se habían quedado sumidos en una especie de letargo, mientras que su cuerpo se tensaba por momentos, para luego relajarse por completo. Todoroki se preguntó si habría sido buena idea pedirle ayuda a su madre con el trabajo de clase. Tenía que haber sido algo más comprensivo con su estado, con el sufrimiento que le ocasionaría a su madre tener que revolver en antiguas memorias del pasado. Pensó que lo más prudente sería levantarse de la silla donde estaba, pedirle perdón y marcharse, para no turbarla más por el momento, pero, cuando el chico se estaba levantando de la silla, su madre le lanzó una mirada profunda, como si le estuviese pidiendo que no se fuese en una muda súplica de comprensión. Sus ojos ya no parecían estar sumidos en esa especie de pozo abismal, sino que ahora se posaban con gravedad en las paredes desnudas de la habitación, en la cama, en el escritorio, y, finalmente, en los ojos tristes y bicolores de su hijo.

Tardó apenas unos segundos en darle la espalda a Todoroki, y ponerse a rebuscar en el cajón del escritorio que estaba al lado de la ventana, buscando algo entre las carpetas y los papeles acumulados que se encontraban desperdigados en su interior. Al poco tiempo, sus dedos toparon con el lomo rugoso de algo que parecía un cuaderno, que sacó con cuidado para depositarlo encima de la cama.

-Podemos empezar por aquí-su voz era muy suave. Parecía estar tejida con finas hebras de nubes, con el aliento del aire-este es mi diario personal. Toda mi vida hasta ahora está en él, mis memorias, mis recuerdos, mis sensaciones...hasta las más horribles. Todas ellas se encuentran aquí.

Todoroki se la quedó mirando, pasando su mirada intermitentemente de su madre a aquel cuaderno viejo, que, al parecer, contenía toda la historia de su familia, todos los fantasmas que se guardan en los cajones de las casas, todo el polvo y todas las telarañas de la vida conyugal.

La tapa del diario era dura, de color marrón oscuro, y las páginas parecían abultadas e hinchadas, como si se hubiesen mojado en algún momento. La letra de su madre, una caligrafía inclinada y diminuta, configuraba las venas del diario, que se extendían por entre hojas y hojas llenas de sentimientos encontrados, odio y llanto. Todo un mundo interior encerrado en un solo cuaderno ajado, una mente apresada en forma de venas hechas de letras de tinta.

-Cuando ingresé por primera vez, el médico me dijo que la forma de recuperarme era escribir sobre lo que había vivido, así que continúe con el diario. En él aparece desde el primer día en el que conocí a tu padre hasta hoy mismo -las palabras de su madre hicieron que el chico temblase de arriba abajo, consciente del material que tenía en sus manos, de los pensamientos más profundos que estaba sosteniendo en ese mismo instante, pensamientos frágiles como el propio material en el que estaban plasmados, y tan atroces que habían sido capaces de desestabilizar la integridad emocional de una persona.

-Conocí a tu padre a los cuatros años. Los dos éramos hijos de dos empresarios de buena fama. Mi padre, por aquel entonces, era dueño de una de las multinacionales más exitosas del país y bajo su mando trabajaban los cinco mejores héroes de la ciudad. El padre de Endeavor tampoco se quedaba atrás, ya que controlaba todos los medios publicitarios, el marketing de casi todo el país, y tenía academias diseminadas por todo Tokio en las que se formaban los nuevos héroes, que luego entraban a trabajar directamente para él. La mayoría del capital de la ciudad quedaba en manos tanto de mi padre como del padre de Endeavor. Como consecuencia, desde que éramos pequeños, nuestros padres insistieron en que nos conociésemos-la mirada de la madre de Todoroki estaba fija en el anillo de boda que aún llevaba en el dedo anular de la mano izquierda, y con el que ahora se había puesto a juguetear de forma inconsciente, moviéndolo de un lado a otro.

Todoroki estaba en silencio, mirando el gesto ausente de su madre. Su sonrisa apagada, sus ojos acuosos y esa mirada perdida, que ya era algo característico de ella desde que había entrado en el hospital.

-Tu padre y yo crecimos juntos en las mejores escuelas, fuimos a las mejores academias para preparar nuestros poderes, e ingresamos en la U.A, donde estás estudiando tú ahora, para convertirnos en héroes. Tu padre nunca mostró tener ningún sentimiento romántico hacia mí desde un principio, pero, cuando entramos en la academia, y me quedé prendada de All Might, tu padre se sintió traicionado. Era como si yo, por el hecho de que nos conociésemos desde pequeños, le perteneciese de alguna forma. Mi poder y el suyo eran de los más fuertes de toda la clase, solo superados por la fuerza sobrehumana de All Might-la voz de su madre descendió unas octavas, haciéndose más grave y pesada. Sentía la boca pastosa y la lengua reseca. Había estado conteniendo las ganas de llorar hasta ese momento.

Todoroki siguió sin moverse, mirando de forma pausada a su madre, la cual hacía unos esfuerzos horribles por no dejarse caer al suelo y romper a llorar.

«Hay algo que le hace aún más daño que lo que me está contando, y es lo que se calla», pensó tristemente el chico.

-Tu padre sentía unos celos enormes por All Might, quería superarlo costase lo que costase, pero su Don no era tan poderoso como el de él, ni sus habilidades eran tan deslumbrantes. Entonces, ideó un plan, ignorando por completo mis sentimientos. A los pocos meses, el padre de Endeavor habló con el mío para que me entregase a su hijo en matrimonio. Mi padre me obligó a casarme con él. La influencia y el poder del padre de Endeavor era descomunal, ir en contra de su voluntad solo habría conllevado la ruina a la empresa de mi padre, que solo aumentaría el capital de ingresos si se fundía con la que llevaba el padre de Endeavor. Yo me tragué mi orgullo y me casé con él, ignorando...-las palabras se le atoraban en la garganta-mis sentimientos por All Might. Y así es como naciste tú, el plan perfecto de tu padre: un hijo que combinase nuestros dos Dones, un niño capaz de desarrollar un potencial superior a All Might y poder vencerlo. Al fin y al cabo, no fui más que un peón en su juego, aunque siento que nunca he sido otra cosa. Pasé de ser el peón de mi padre al de Endeavor-sus palabras estaban cargadas de un pesimismo atroz, que hizo que Todoroki se removiese incómodo en su silla, bajando los ojos al suelo, pensando en que él, Shoto Todoroki, nunca había sido tampoco otra cosa que no fuese un peón. Su madre no le había concebido por amor, ni su padre le había tenido por amor.

«Me pregunto hasta qué punto se puede soportar vivir una vida sin amor.» 

Todoroki se deslizó de su silla y posó una de sus manos, cálida y tierna, sobre las de su madre, que estaban recogidas en el regazo. Una lágrima resbaló por la mejilla de ella, que se deslizó, tintineando en el aire con una leve cadencia musical, hasta fluctuar y depositarse en las manos entrelazadas del joven y su madre.

Y no saber nada [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora