Control

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NOTA: 

-Este capítulo va a fluctuar en la línea del tiempo, por lo que nos vamos a encontrar fragmentos de distintos años del pasado de Kirishima, pasando desde los cuatro, siete, catorce, quince, diecisiete y dieciocho años respectivamente. Estos flashback del pasado del chico van a estar ordenados cronológicamente dentro de la analepsis en la que están incluidos, por lo que, tendremos un momento temporal en el que el protagonista tiene dieciocho años y, desde ese momento temporal, se irán sucediendo los distintos flashback de su vida de manera ordenada.

-En este capítulo se alude a la amistad previa entre Kirishima y Kaminari, hecho que se desvía totalmente tanto del anime como del manga original, por lo que, en esta historia, ambos chicos se conocerán antes de ingresar en la U.A. Además, Kaminari tendrá  cuatro años más que Kirishima, aunque entrarán al mismo tiempo a la U.A a estudiar, por lo que formarán, en la academia de héroes, parte de la misma clase, a pesar de la diferencia de edad. 

Espero que lo disfruten.

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Era siete de julio. El calor húmedo y pegajoso de Japón se pegaba en el cuerpo del chico pelirrojo de dieciocho años que corría, subiendo por una de las colinas empinadas que conectaba con un camino empedrado y escarpado que llevaba a la villa, en las cercanías de Kamagasaki, uno de los distritos marginales y más pobres en el área de Japón, sin censo propio, y donde las disputas territoriales se encontraban a la orden del día. Nadie hubiese sido capaz de decir que Kamagasaki, una de las partes del distrito de Nishinari-ku, en la ciudad y prefectura de Osaka, pudiese desembocar en uno de los valles más hermosos y recónditos del país.

Kirishima solo recordaba haber visitado Tokio un par de veces cuando era pequeño. Se acordaba de haber salido de Osaka, punto desde el cual el viaje en coche duraba unas seis horas, pasando por Nara, en la prefectura de Nara; Hamamatsu, en la prefectura de Shizuoka; y, finalmente por la ciudad de Shizuoka. 

Kirishima se paró en medio del camino para coger aire, doblando su espalda, mientras apoyaba sus manos en las rodillas, jadeando, buscando llenarse los pulmones de ese aire puro y limpio de las montañas donde había crecido. Después de unos cuantos años había vuelto a su pueblo natal por la festividad del Tanabata, aunque allí, en verdad, ya no le quedaba nada.

A los dieciocho años, Kirishima era un muchacho que ya no guardaba las trazas de la timidez e inocencia de su infancia. Era un chico alto, de complexión musculosa, de tez pálida y mirada orgullosa, muy diferente a como había abandonado su lugar natal a los siete años. La vida, la miseria y el dolor le habían ido fortaleciendo el caracter. Ya no había casi nada en él del niño que un día fue. A pesar de los esfuerzos que Kirishima hacía por recordar su vida en el pueblo, no tenía prácticamente ningún recuerdo antes de que su padre muriese en un cruento ataque perpetrado por unos villanos profesionales. Habían sido siete  hombres armados, los cuales, entrando en el pueblo de granjeros donde vivía, huyendo de las autoridades de Kamagasaki, arrasaron con lo poco con lo que contaba la villa. Aunque, en este punto, su memoria se volvía un borrón, Kirishima podía vislumbrar, a través de sus recuerdos parciales y brumosos, cómo esos hombres, vestidos de negro, con pasamontañas y botas altas de cuero, irrumpieron en cada casa, exigiendo, a punta de pistola, todas las joyas y el dinero de las familias. También era capaz de recordar el olor. El olor a pólvora y carne quemada, cuando prendieron fuego a algunas de las casas antiguas y granjas, donde se encontraban los animales; los gritos desesperados de los niños; las voces de las mujeres violadas, espesas como la sangre que manchaba el suelo, mientras se confundían los timbres en su cabeza. 

Y no saber nada [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora