Las cartas sobre la mesa

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Bakugou pensó en la nota que la acababa de dejar a Kirishima en su habitación. No se había atrevido a llamar a la puerta y mirar al chico de los cabellos de fuego a la cara, así que había pensado que con una nota su problema se resolvería. Se preguntó si Kirishima iría a su dormitorio esa noche después de lo que le había dicho. Bakugou apretó los puños con rabia. ¿Por qué había sido tan imbécil?

«De todas formas», pensó el chico, « ¿qué se supone que le voy a decir esta noche?».

Bakugou se detuvo en medio del pasillo. Se había dado cuenta que Todoroki tenía un cuaderno suyo de apuntes que Aizawa sensei les había mandado compartir para un proyecto de confianza en el que estaban trabajando recientemente en clase. Apretó los dientes. Necesitaba pasar a recogerlo antes de las clases del día siguiente. Maldiciendo por lo bajo, Bakugou se dirigió hacia una de las puertas del principio del enorme pasillo de los dormitorios de los chicos.

Mientras que todos los demás jóvenes de la clase 1-A de la U.A habían decorado las puertas de sus cuartos con algún letrero o cartel, la puerta de Todoroki estaba intacta, aséptica, casi se podría decir que el cuarto no había sido ocupado por ningún estudiante si no llega a ser porque de él salían dos voces diferentes que estaban hablando en aquel momento. Ambas parecían masculinas.

Bakugou se paró en medio del pasillo y aguzó el oído. ¿Estaría Todoroki hablando por teléfono con Endeavor? No, eso no era muy factible, debido al odio que había entre ellos, y que Todoroki no había logrado superar aún. De repente, Bakugou distinguió con claridad a quién pertenecía ese otro timbre de voz: Deku.

« ¿Qué cojones está haciendo Deku en la habitación de Todoroki?» gruñó para sí mismo Bakugou.

Sin esperar a llamar siquiera a la puerta, Bakugou puso la mano en el pomo de la puerta y lo giró bruscamente. La puerta se abrió con un ronroneo, revelando que esta no había sido cerrada por dentro. Bakugou asomó la cabeza por el resquicio de la puerta, oteando al interior del cuarto. Todoroki y Deku se encontraban sentados con las piernas cruzadas en la cama de este primero, ambos al lado del otro, mientras miraban hacia la televisión de pantalla plana que Todoroki había mandado instalar en su cuarto por encima de la mesa de estudio. Ambos sostenían los mandos de una play, y parecían muy concentrados en la conversación que estaban teniendo, más que en el juego que se desarrollaba en la pantalla.

-Uraraka y yo...la cosa se puso algo caliente-estaba diciéndole Midoriya a Todoroki muy avergonzado - y bueno, al final tuvimos sexo y fue bastante bien, pero...-Midoriya dejó de hablar de inmediato nada más vio aparecer por el quicio de la puerta el rostro conocido de Bakugou, sonrojándose de inmediato ante lo que le acababa de oír decir-...Kacchan, ¿qué haces aquí?-la vocecilla de Deku irritó aún más a Bakugou que le miraba con los ojos entrecerrados y un rictus de fastidio y odio en el rostro.

-Lo mismo te podría preguntar a ti, imbécil-la respuesta de Bakugou fue tajante, haciendo que Midoriya se encogiese en la cama y bajase la mirada a la colcha azul y roja de la cama de Todoroki.

-Vengo a por los apuntes de clase que le presté a Todoroki para la mierda de proyecto que hacemos con Aizawa. Más te vale que no me los hayas perdido, gilipollas-le soltó a Todoroki, apoyándose en el marco de la puerta de entrada a la habitación de Todoroki con el ceño fruncido, evitando mirar a los ojos a Deku.

«Deku acaba de decir que ha hecho el amor con Uraraka. Maldito bastardo. De todas formas, ¿quién me iba a asegurar que, alguna vez, le fuesen a gustar los hombres? No es más que un crío, y además yo tampoco estoy seguro de seguir queriéndole como cuando éramos niños.»

Bakugou se sentía fuera de control. Estaba cabreado, enfadado y dolorido por lo que acababa de escuchar. Una vocecita dentro de su cabeza aún le decía que había amado a Midoriya y era esta misma, la que le instaba a quererle bajo ese fondo irritante que le hacía ocultarse debajo de una máscara de odio ante los ojos de todo el mundo.

-Aquí tienes Bakugou. Puedes irte ya-las palabras frías de Todoroki hicieron que Bakugou diese un brinco en el suelo, fulminando al chico con la mirada, mientras le dedicaba una mueca de desprecio. Odiaba la cercanía que Deku y Todoroki tenían desde el día del festival de deportes. Bakugou cogió de mala gana el cuaderno y se decidió a salir de la habitación del joven, pero antes de ir a cerrar la puerta, una mano en el hombro le detuvo en medio de la salida. Bakugou ni se giró a ver quién era. Simplemente emitió un gruñido por toda respuesta, una mezcla entre una amenaza y un apremio para que el otro le dijese lo que tuviese que decirle. Y rápido.

-Bakugou, para otra vez, llama a la puerta. No pienso volver a repetírtelo, no puedes ir entrando a las habitaciones de otros sin pedir permiso-las palabras de Todoroki sonaban cortantes como cuchillas. Bakugou soltó una risita y una sonrisa enorme de medio lado hizo que sus incisivos reluciesen a la luz blanca de las bombillas de bajo consumo que se localizaban en la lámpara del techo de la habitación de Todoroki.

-Yo hago lo que me da la gana, y tú no eres nadie para hablarme. Apártate de mi camino o te vas a arrepentir -Bakugou se desembarazó de la mano que le sujetaba un hombro y cerró la puerta de un golpe, quedándose, de nuevo, solo ante aquel pasillo de losetas blancas, vacías y frías.

Tan blancas, vacías y frías como hacía tiempo sentía que se encontraba él mismo. 

Y no saber nada [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora