Bakugou volvió a mirar su móvil. Eran las 24:00. ¿Dónde estaba Kirishima?
«Aunque, a lo mejor, es que hoy no va a aparecer», reflexionó Bakugou mientras se daba la vuelta en la cama, propinándole una patada a las sábanas que se le enroscaban en el cuerpo. Sentía mucho calor, y no estaba seguro de si eso era porque acababa de comenzar el verano o porque se encontraba inquieto. No creía haber hecho nada para molestar a su amigo, aunque, pensó amargamente, nunca había sido de las personas más amables, claro está. No, seguro que Kirishima aparecería esa noche, como las dos anteriores.
Bakugou se miró las manos callosas en la oscuridad, preguntándose cuándo fue el momento en el que se acostumbró tanto a la presencia de su amigo por las noches. Ya casi no recordaba cómo era dormir sin otro cuerpo a su lado, sin sentir la calidez del cuerpo desnudo de Kirishima junto al suyo, su olor a perfume, sudor y tierra que tanto le caracterizaba. Bakugou refunfuñó mientras volvía a cambiar de postura en la cama. Se estaba acostumbrando a sentir el cariño de otras personas y a darlo, y eso le aterraba, porque abrirse a amar y a ser amado, es abrir una rendija, un resquicio en tu corazón para que la otra persona pueda entrar y, quizás, herirte de muerte.
Intentó cerrar los ojos, pero en la inmensa oscuridad de la habitación donde todo estaba en silencio, no podía conciliar el sueño, porque estaba pendiente de escuchar pisadas al lado de la puerta de su dormitorio, esperando que estas fuesen de Kirishima.
« ¿Por qué estará tardando hoy tanto?»
Bakugou se revolvió inquieto mientras se quitaba la camiseta del pijama de verano, quedándose solo en bóxer. Notaba el calor ascender por todo su cuerpo, cómo cada fibra de su ser temblaba de emoción cuando parecía escuchar voces en susurros o pasos inquietos en el pasillo. El calor tampoco estaba ayudando mucho, porque el chico rubio llevaba ya dos horas excitado, pensando en que aquella noche podría desahogarse con Kirishima hasta caer los dos rendidos por el cansancio como ocurrió en la primera noche que durmieron juntos, pero ahora que el chico pelirrojo no llegaba, Bakugou pensó desalentado que tendría que solucionar su problema a la antigua usanza.
«Joder, ¿por qué tengo tantas ganas de hacer el amor?»
En eso estaba pensando cuando unos golpecitos en la puerta de su dormitorio le hicieron pegar un bote de la cama, sacarse rápidamente la mano de sus calzoncillos y deslizarse hasta la puerta. La voz ronca de Kirishima le respondió desde el otro de la puerta, haciendo que el corazón de Bakugou diese un vuelco en el pecho. ¿Por qué hasta su voz era tan sexy? Rápidamente, Bakugou abrió la puerta de su dormitorio, poniéndose un dedo en la boca para indicar que no hiciese ruido, no fuera a ser que despertasen a los demás compañeros o profesores, y tuviesen que explicar qué hacía un Bakugou en bóxer en medio del pasillo con una erección enorme, junto a un Kirishima despeinado y en pijama.
El chico pelirrojo se coló en la habitación deprisa, cerrando la puerta con llave por dentro, mientras el rubio volvía a la cama, apartando las sábanas para que su amigo pudiese meterse en la cama. Kirishima estaba algo azorado. Había visto la erección del rubio y sentía cómo un calor insoportable le ascendía por el cuello hasta el rostro. Un picor conocido le estaba empezando a trepar por las piernas, notando un cosquilleo en la entrepierna. Intentó calmarse, mientras respiraba de forma pausada. Tenían que controlar sus impulsos, porque un día les podrían pillar si hacían demasiado ruido por las noches. Las paredes de los dormitorios de la academia eran de papel y todo se podía oír de una habitación a otra. Kirishima rió por lo bajo, pensando en que Kaminari, que tenía la habitación al lado de la de Bakugou, debía de pensar que este se ponía porno para dormir estas últimas noches.
Kirishima se deslizó entre las sábanas de la cama de su amigo, quitándose el pijama para quedar en calzoncillos, mientras cerraba los ojos al notar el suave colchón sobre su espalda. Estaba agotado por el entrenamiento, así que, aunque desease con toda su alma tener sexo esa noche, su cuerpo parecía optar por un sueño reparador, aunque había partes de este que no se ponían del todo de acuerdo.
Bakugou se tumbó al lado de su amigo, rozándole con los dedos de la mano derecha el pecho desnudo, deslizándolos por los pectorales trabajados y los duros abdominales de Kirishima, haciendo que este cerrase los ojos, concentrándose en las caricias. Para cuando la mano del rubio paró de acariciarle, Kirishima ya estaba besando al chico con pasión. Sus lenguas peleaban en la boca del otro por hacerse con el control, mientras sus piernas se enredaban con las del otro en un baile frenético de posesión. Las manos de Kirishima acariciaban el pecho de Bakugou, mientras que, sin darse cuenta, bajaban hasta la ropa interior de este, peleándose con sus bóxer para quitárselos. Bakugou jadeaba con voz ronca en la oreja del chico pelirrojo. Tenía las mejillas teñidas de un rubor carmesí y sus ojos lanzaban llamas que atravesaban la piel de Kirshima como lanzas incendiarias. Sus cuerpos desnudos parecían arder al contacto con la piel del otro.
Casi sin darse cuenta, ambos se quedaron desnudos y jadeando en la cama, mirándose con esa pasión que solo se encuentra en las almas jóvenes, todavía hambrientas de pasión y emociones.
Bakugou no pudo aguantar mucho tiempo, posicionándose encima del chico pelirrojo, mientras le obligaba a abrir las piernas. Kirishima soltó un jadeo cuando sus miembros se rozaron en el movimiento. Bakugou tenía una mirada feroz, hambrienta, casi animal, y eso le gustaba demasiado a Kirishima.
-No grites o despertaremos a Kaminari-la voz ronca y dura de Bakugou solo consiguió excitar aún más al pobre Kirishima, que se revolvía en el abrazo de su amigo.
-Estira una de las piernas por encima de mi cuerpo y dobla la otra contra mi pecho. Iré suave, además estás bastante excitado ya. La voy a meter de golpe, prepárate-Bakugou hablaba entre gemidos, mientras acariciaba el cuerpo del pelirrojo, notando como sus erecciones se endurecían cada vez más. La mano de BaKugou agarró el mimbro de Kirishima mientras le penetraba por detrás, haciendo que este soltase un grito de placer cuando notó como su amigo estaba dentro, por lo que el rubio tuvo que colocarle una mano en la boca.
-Muérdeme si lo necesitas, pero no grites.
Kirishima asintió despacio, conteniendo los gemidos y jadeos que querían salir de su boca y que tenía que reprimir. Con los dientes, intentando, al principio, controlar su fuerza mordió la mano de Bakugou que en seguida se quedó marcada con las huellas de los dientes del pelirrojo.
Las embestidas de Bakugou no duraron mucho, porque ambos llegaron al orgasmo en seguida de tan excitados que se encontraban, por lo que se fundieron en un abrazo placentero, quedándose dormidos al instante. Estaban tan agotados que no fueron capaces de ver que una sombra les había estado vigilando todo el tiempo desde la ventana de la habitación, y que ahora se colaba, como si fuese humo, por la puerta de la habitación del rubio, mientras que unos dientes afilados y blancos parecían relucir en la inmensa oscuridad del dormitorio, reclamando una presa a la que atacar.
Esa noche, Kirishima y Bakugou tuvieron pesadillas.
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Y no saber nada [kiribaku]
FanfictionDespués de que la Liga de Villanos consiguiese secuestrar con éxito al joven Bakugou, y su rescate a manos de sus amigos y compañeros de la U.A, Kirishima empieza a notar cómo algo extraño le está sucediendo. ¿Qué significan esos sentimientos que es...