Midoriya corría sin pensar por el pasillo de los dormitorios con el corazón desbocado, latiéndole a mil por hora en el pecho.
« ¿Por qué se han vuelto a llevar a Kacchan? ¿Por qué?»
Apenas podía contener las lágrimas que le resbalaban por las mejillas, mojándole el torso desnudo. No había sido capaz de rescatar a Bakugou la primera vez que fue secuestrado, y ahora tampoco había podido hacer nada. ¿Por qué era incapaz de ayudar a aquel que había sido su amigo de la infancia?
Con cada paso del chico pecoso en el suelo de linóleo del pasillo, una memoria distinta se desgranaba en la mente del muchacho, haciendo que se tambalease unos momentos, perdiendo apoyo en el suelo, para luego continuar su carrera desbocada hacia su dormitorio.
Midoriya se veía de pequeño junto a Kacchan, ese niño rubio atractivo que era la envidia de todos los de su edad. En un recuerdo, ambos estaban cogidos de la mano e iban a cazar libélulas al campo, mientras que, en otro fogonazo de sus recuerdos, aparecían guarecidos en una especie de caseta de jardinería abandonada en el parque de enfrente del bloque de edificios de sus casas. Esa caseta había sido su cuartel secreto de pequeños, en la que se refugiaban cuando les reñían en casa o en la escuela. Cuando Midoriya no encontraba a Bakugou por ningún sitio, sabía que tenía que ir a su cuartel secreto, y, a la inversa, cuando Midoriya no aparecía por ningún lado, Bakugou solía comprar unos caramelos de limón, que le gustaban a su amigo, e ir directamente a la caseta, en la que se pasaban la tarde abrazados el uno junto al otro. Evidentemente, todo esto había pasado mucho antes de que Bakugou cumpliese los nueve años. Ahí, el chico rubio empezó a apartarse de Midoriya de forma consciente.
Midoriya apretó los dientes ante este último recuerdo. No sabía por qué su amigo le había echado de su lado sin explicación ninguna, por qué le seguía evitando incluso ahora en el día a día en la academia, pero sentía una opresión punzante en el corazón que le impedía respirar, una angustia enorme que se le enroscaba en la boca del estómago. No quería que le pasase nada a Kacchan. No podría soportarlo. Él siempre había admirado a su mejor amigo, al incansable chico rubio al que todos querían, ese niño sonriente que era capaz de hacer de todo. Midoriya siempre había querido a Kacchan, y eso era algo que el chico empezó a comprender según avanzaba por el pasillo en dirección a su habitación, mientras los sollozos se escapaban de su garganta y tropezaba una y otra vez debido a sus lágrimas que le emborronaban la vista.
«Aunque jamás me atreva a decirle que le quiero a mi lado, aunque duela, no pienso volver a alejarme de ti, Kacchan. Eres mi fantasma, y no volveré a perderte.»
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Y no saber nada [kiribaku]
FanfictionDespués de que la Liga de Villanos consiguiese secuestrar con éxito al joven Bakugou, y su rescate a manos de sus amigos y compañeros de la U.A, Kirishima empieza a notar cómo algo extraño le está sucediendo. ¿Qué significan esos sentimientos que es...