•Capitulo 8. El reencuentro.

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JAMES STANTON.

La mañana había pasado lentamente, se había encontrado con Sara durante el descanso.

―Hola J, ¿Cómo sigue April? Se veía bastante alterada anoche.

―Está mejor, ya está planeando sus jugadas para tratar de encontrarla. ―recordó el optimismo grabado en el rostro de April al hablar con ella por la mañana.

―La chica no parece que quiera ser encontrada.

―Tal vez tiene miedo.

―Espero que April la encuentre, no es bueno que después de lo que paso, la chica ande sola por ahí.

―Opino igual, ¡Oye! ¿Y tu nueva compañera?

―Ella llegó ayer por la noche, seguramente mientras estábamos en Vesubio, así que cuando llegué ya estaba dormida, no vi su cara, así que no se cómo es, cuando me desperté en la mañana ella ya se había ido.

―En cuanto la conozcas me das tu calificación. ―ellos siempre le daban una calificación a sus compañeras de cuarto, del uno al diez, entre mayor era el puntaje, peor era la chica.

―Te mantendré informado. ―dijo ella mientras reía.

― ¿Oye quieres almorzar con nosotros en el jardín?

― ¿Me estas incluyendo en tu circulo? ―se burló.

―No, solo estoy aceptando que tienes un tiempo formando parte de el.

― ¡Vaya! Está bien, acepto, ¿Puedo almorzar con ustedes todos los días? Mis compañeros de clase me aburren.

―Es un trato, nos vemos mas tarde.

Tras salir de su clase de circuitos integrados, su cerebro dolía, tenía una hora para almorzar y relajarse junto a sus amigos, al llegar a la mesa en donde se sentaban habitualmente, vio que las chicas ya estaban sentadas una al lado de la otra conversando animadamente; nunca pensó que dos personas tan disparejas podían llevarse bien, así como tampoco nunca pensó que podría tener una amistad estable con una mujer, al parecer se había equivocado. 

El día estaba soleado de una extraña forma, no hacía calor, pero el día no estaba oscuro, la luz era de una tonalidad gris o blanquecina, era la misma sensación que tenía cuando comparaba la luz de un bombillo amarillo, con la de uno incandescente, alzo la vista al cielo y se dio cuenta de que el color de la luz era debido a que el sol se encontraba vestido con nubes de tenues tonalidades grises; prefería la luz amarilla y plena del sol, pero se conformaba con que no estuviera lloviendo, odiaba cuando llovía, lo que era todos los días desafortunadamente para él.

Se sentó frente a las chicas y justo cuando las saludaba su primo llegó y beso sonora, asquerosa, pública e indecentemente a April mientras Sara y el hacían ruidos de asco.

―Cállense. ―espetó Sam― ¿Es qué no puedo besar a mi novia? ―dijo con tono dramático.

―Claro que puedes idiota. ―le contestó Sara― Solo que eso no fue un beso, ¡Eso fue porno!

Los cuatro rieron ante eso y después de colocar cada uno sobre la mesa su comida, habían empezado a comer y conversar entre ellos.

―Y después la perra me dice que debería dejar de tratar de meterme en los pantalones de "su chico"―comentaba Sara.

―Laurel nació ramera, es ramera y morirá siendo una ramera. ―señalo April.

―Primo, ella te cela como un raro y psicópata perro rabioso. ―dijo Sam

Cicatrices en el Alma [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora