capitulo 37. 2/3

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Estaba cansada, agotada en realidad, pero aún así, tomo lo último de fuerza que le quedaba en el cuerpo para asistir a clase, no me malinterpreten, amaba sus clases, pero tenía varios días sin dormir, miércoles por la mañana, y aún no dormía desde la noche del sábado, pensar en ese día hacía que su cerebro de revolviera, tarde por la noche, o temprano por la mañana, había llegado a la conclusión de que había algo que hacía que confiara o no en una persona, si esta persona había sido aprobada, su propio cuerpo cambiaba, como si sus reflejos tuvieran algún tipo de interruptor, haciendo que no se estremeciera o corriera estando cerca de él, o ella, pero principalmente, él, y por "él" me refiero a James; seguía preguntándose porque hasta los gestos o reflejos más básicos en su cuerpo parecían dejar de funcionar junto a él, no lo entendía, y seguiría sin entenderlo porque ya tenía varios días dándoles vueltas al asunto, y nada parecía darle una respuesta satisfactoria, estaba en una clase, que estaba por convertirse en la más odiada, la razón, pues en ella estaban las chicas que se habían reído de su nombre, y aunque lo hubieran escogido dos personas que nunca la quisieron, a ella le gustaba su nombre, estas chicas eran iguales a las que por años la torturaron en el colegio, era estúpido pensar que por estar en la universidad la gente así dejaría de existir; pero era injusto que siempre le tocara a ella soportarlas, podía escucharlas hablar de ella, unas filas atrás, quería que la clase terminara, para así poder salir corriendo, y nunca volver, no ayudaba el hecho de que lo único que hacían era hablar, se maldijo a si misma por haber tomado esta clase, fue una tontería, ¿Qué estudiante de ingeniería en sus cabales escoge una clase de filosofía? ¿Qué estaba pensando? 

Había tomado la clase simplemente por hacerlo, había pensado que era bueno tener una clase que no fuera de ciencia, para despejar la mente y tal, pura mierda, se arrepentía, con creces, el profesor solo estaba sentado en su computadora, seguramente jugando algún tipo de juego estúpido en facebook, mientras todo el resto de la clase se distraía, todos, menos ella, que solo podía escuchar los comentarios que hacían acerca de ella, y sus moretones, se concentro en lo que tenía en frente, una hoja en blanco, empezó a hacer círculos en ella, y a escribir todas las preguntas que se había hecho durante el fin de semana, siempre le calmaba escribir, ver las preguntas ahí, en el cuaderno de sus pesadillas, le daba la sensación de que tenía las respuestas en la punta de la lengua, como si estuvieran ahí al alcance de su mano, pero la verdad era que estaba tan lejos de conseguirlas hoy, como el día de ayer, y anteayer, y antes de eso. La última vez que había escrito, había sido la madrugada del domingo, después de que se duchara, y se calmara del sueño del cual había despertado, esta vez él solo había estado mirándola en la oscuridad, y diciendo cosas horribles acerca de ella, y de lo repugnante y decepcionante que era como hija, no importó lo mucho que cubrió sus oídos, nada funcionó, solo gritó hasta que su garganta doliera, y de pronto, estaba despierta, sola, en la habitación de hotel, y bueno, desde ese día no dormía, razón por la cual estaba más que agotada, sabía, no, temía, que hoy tendría que dormir de nuevo, y bueno, ya y sabía que nada bueno esperaba por ella cada vez que tocaba la almohada.

No estaba oscuro, y eso le sorprendió, generalmente sus sueños no estaban plagados de luz, pero esta vez se encontraba en la sala de su casa, y lo más extraño, había alguien más ahí con ella, Ian, estaba discutiendo con alguien más, con mi padre, este sueño definitivamente era el más extraño que había tenido, hasta ahora siempre participaba en sus sueños, pero en este no era más que una mera espectadora, su cuerpo era prácticamente invisible, era un fantasma.

― ¡Aléjate de mi hija!grito mi padre, mientras se acercaba con gesto amenazador a Ian, pero este no se inmutaba.

Ella no es tu hija. respondió, quería decirle que se fuera, porque conocía a ese hombre, sabía que tan rápido crecía el instinto homicida en él, y por la mirada en sus ojos, eso estaba cerca, estaba enojado, siempre habría logrado saber el momento exacto en el que su padre perdía la mente, el momento en el que se desbordaba y explotaba, era como verlo en cámara lenta, el momento en que esos ojos muertos parecían encenderse.

Cicatrices en el Alma [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora