Capitulo 43. 2/3

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Se puso de pie y se acercó a ella, busco un trapo húmedo, y lo coloco sobre su frente, rogando que fuera suficiente para bajar su temperatura corporal, Alex miraba cada unos de sus movimientos, pero la idea de que fuera porque desconfiara de él no cruzó su mente, así que debía estar mirándolo por otra razón. Sus ojos se cerraban y abrían paulatinamente, el agotamiento presente en cada uno de sus rasgos, pero ella seguía dando pelea, debía estar utilizando todas sus fuerzas para mantenerse despierta, se revolvió en el sofá, hasta que quedo acostada de lado, se sentó en el suelo, justo en frente de ella, y observo como el sueño la tomaba en sus manos, fue lento, y Alex parecía resistirse, pero su cuerpo empezó a relajarse, y en cuestión de minutos sus ojos estaban completamente cerrados, había peleado con valentía, pero al final, no funcionó, el sueño ganó, llevándosela consigo, también estaba el hecho de que las pastillas que tomo tenían como efecto secundarios el sueño.

Así pasaron los minutos, tal vez podría pensarse que se aburriría en esa postura, simplemente quedarse ahí, estático, pero para él era todo lo contrario, era fascinante simplemente verla dormir, por muy raro que sonara, ¿Quién pensaría que encontraría entretenido ver dormir a una chica? Su rostro parecía en paz, a medida que pasaban los minutos empezó a captar pequeños detalles, era como si su cerebro estuviera tomando fotografías de cada uno de las cosas que sus ojos captaban de ella, como lo espesas que eran sus pestañas, generalmente cuando una persona dormía, podías ver el contraste de sus pestañas contra el color de su piel, pero con Alex ese no era el caso, al ser su piel tan blanca, sus pestañas reposando sobre su piel no se distinguían con facilidad, parecían adoptar un color plateado, le recordaba bastante al aspecto de una telaraña, bajo cierta luz, los hilos parecían casi transparentes, y sumándole el hecho de que sus pestañas eran largas, parecía una especie de velo o tejido; sus labios una vez rojos, estaban decolorados, como la acuarela, seguramente por la enfermedad, básicamente eran del color que resultaría de mezclar pintura roja con agua; su nariz era recta, y bastante proporcional con su rostro, un poco respingona, salpicada con algunas de las tan características pecas presentes en las pelirrojas, pero en ella parecían encajar muy bien, su rostro era ligeramente ovalado, su barbilla no era pronunciada, y sus mejillas estaban coloradas por la fiebre. 

Sus cejas enmarcaban muy bien su rostro, una de ellas tenía una ligera marca, que era donde había visto anteriormente la costura, eran del color de las zanahorias, es decir, del mismo color de cabello que tienen las pelirrojas, es decir, sus cejas eran del mismo color de las pelirrojas falsas, pero que técnicamente no era rojo, de hecho, la única persona cuyo cabello merecía el nombre de pelirrojo, era el de Alex, ni naranja, ni tirando a rojo, no, era completamente rojo, incluso se podía pensar que era gracias a un tinte, pero su cabello no daba señales de que estuviera pintado, generalmente las mujeres que se teñían el pelo tenían una textura diferente, no es que él hubiera tocado el cabello de Alex, pero desde aquí podía ver muy bien, era de apariencia suave, y tenía el aspecto de una melena, con pequeños bucles por todos lados. 

Entonces se fijó más de cerca, y vio pequeñas marcas, los moretones en su cara, la mayoría habían desaparecido, lo único que quedaban eran pequeñas manchas amarillas, que en unos días ya no estarían ahí, pero junto a su ojo había una pequeña marca, no debía ser de más de un centímetro, en su tabique también había una bastante parecida, y en su mentón, eran bastante parecidas entre sí, se podría pensar que eran marcas de nacimiento, pero eran demasiado similares, casi como si hubieran sido hechas de la misma forma, eran cicatrices, su estómago se retorció, ¿Qué clase bastardo tocaba la cara de una mujer, de su hija? La cara de una mujer es sagrada, no es que él se considerará un caballero con resplandeciente armadura, y excelentes modales, pero, mierda, la cara, todo el cuerpo de una mujer es sagrado, y justo como dice el refrán "no debe tocarse ni con el pétalo de una rosa".

Debían de haber pasado unas dos horas desde que había entrado al apartamento, y el solo se quedo ahí, con la vista fija en las cicatrices de Alex, estando tan cerca de ella, podía ver algunas en su cuello, no alcanzaba a reconocer que las había causado, pero sentía ganas de vomitar, gritar protestar, lo que sea, ácido acumulándose en sus venas, todo esto sucediendo en su interior, mientras la chica dormía plácidamente, esta hizo un ruido pequeño, como un gemido, movió sus piernas, como si estuviera pateando algo, y su brazos descansaban sobre su pecho, entonces ella negó con la cabeza, y empezó a retorcerse en el sofá, estaba empezando a considerar llevarla a su cama para que tuviera más espacio, ya que obviamente no tenía un sueño tranquilo, pero de un momento a otro, Alex gritó, y empezó a moverse de un lado a otro en el estrecho mueble, y la cosa ya empezaba a ponerse rara.

― ¡Déjame! ―gritó, completamente sumida en el sueño, él no se movió, solo se quedo mirándola tratando de comprender que cojones pasaba― ¡NO! - se levanto de un brinco, alarmado― ¡DÉJAME! ¡DÉJAME EN PAZ! ―una lágrima corrió por la mejilla de Alex, y empezó a soltar golpes a diestra y siniestra, se acerco a ella, tratando de agarrar sus manos para calmarla, sus piernas daban patadas más rápido que un samurái.

― ¡TE ODIO! ¡DÉJAME! ―su voz parecía enfurecida, y con quien sea que estuviera soñando, seguramente de verdad lo odiaba, de tanto resolverse en el mueble, cayó del sofá, pero ni siquiera eso la despertó, simplemente todo continuo en el suelo con ella tratando de golpear a alguien que no estaba ahí, se sentó sobre ella, sobre sus caderas, cuidando de que su peso no la lastimara, y sujetando sus manos, pero sin apresarlas demasiado fuertes, sus piernas seguían moviéndose como locas.

―Alex.... Alex, no hay nadie ―pero era bastante inútil, bien podría estarle diciendo que había extraterrestres en la sala― ¡NO! ¡DÉJAME EN PAZ! ¡JURO QUE TE ODIO! ―se inclino hacia ella, y le hablo al oído.

―Alex...es solo un sueño. ―susurró en su oído, empezó a masajear su cara con cuidado, tratando inútilmente de calmarla― ¡VETE! ¡TE ODIO! ―sujeto sus manos, para que así dejara de golpearlo a él, y a la persona en su sueño, susurró en su oído, esperando que escuchara su voz y despertara, quería calmarla, y hacerle saber que todo estaba bien, ella pataleo un poco más y de un salto sus ojos se abrieron con sorpresa, sus rostros estaban uno frente al otro, ya que le había estado hablándole al oído, así que aquí estaba, sus narices rozándose, y por estúpido que pareciera, sus labios parecían una señal de neón para él, ella le miró a los ojos, algunas lagrimas aun se escapaban de sus ojos, ella se fijó en sus manos, tratando de sujetarla, libero sus brazos, y se levanto, para no seguir aplastándola, y para tratar de acomodar el maldito bulto en sus pantalones, extendió su mano hacia ella, y la ayudo a ponerse de pie y sentarse en el mueble, sentado a junto a ella, esperaba una explicación, pero Alex parecía congelada, envolvió con sus manos las suyas, y le susurró al oído―: Tranquila. ―y esa sola palabra precio traerla de vuelta, se giró hacia él.

―Perdón, no fue mi intención...

―No es tu culpa ―respondió― No tienes nada por lo que disculparte. ―le dijo, sobando con sus pulgares sus manos, tratando de relajarla, y que su pulso volviera a su normalidad.

―Yo... Gracias, no... estoy bien, lo siento. ―parecía insegura, y en ese momento pudo disfrutar de la vista que tenía frente a él, ella estaba tan expuesta, incluso un poco vulnerable, el escudo que siempre llevaba con ella se había desvanecido, como si pudiera ver finalmente a través de un cristal, que por mucho tiempo había permanecido opaco, sin nada que interfiriera su visión; el resto del día, Alex se haría la dura, no lloraría en frente de él, ni tartamudearía insegura acerca de qué decir, pero en este momento las defensas estaban bajas, la estúpida idea de aprovecharse de eso paso por su mente, pero la descartó inmediatamente, sería una canallada de su parte hacer eso, pero algo le decía de que si le preguntaba algo en este momento, una pregunta profunda y difícil, ella no respondería con la verdad, no, pero seguro tendría algún traspiés, a diferencia del resto de los días cuando la veía en la universidad, sus muros siempre altos, y nunca parecía enredarse con las palabras, a pesar de que pocas veces era honesta con ellos.



Cicatrices en el Alma [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora