•Capitulo 54. Un poco de piel.

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JAMES STANTON.

El dolor de cabeza amenaza con reventar su cráneo, es domingo por la tarde, durmió lo que pareció un siglo, cuando en realidad habían sido unas insignificantes 12 horas, se siente como si hubiera estado 100 años en hibernación, pero desafortunadamente para él, no es así, e incluso es tan estúpido como para verificar la fecha en su teléfono, esperando tontamente, de que al menos sea un año diferente, pero eso solo pasa en las películas, después de bañarse, se sienta en el comedor, tratando de tragar lo que parece una hamburguesa pre cocida― Te ves como la mierda, primo. ―Sam está parado frente a él, obviamente se despertó más temprano, April envuelta en sus brazos, y con la usual mirada de adoración que tienden a dedicarse entre ellos.

―Tal vez es porque me siento como la mierda. ―contesta.

―Estuviste bebiendo. ―la voz de April es pequeña, y ya venía venir una reprimenda.

―Claro que estuve bebiendo, mi abuelo murió. ―no quería ser grosero con ella, pero en este momento la delicadeza era la menor de sus preocupaciones, su primo le dio una mala mirada, una que le advertía que fuera educado con su novia, o lo patearía.

―Se eso, pero hay otras formas de lidiar con ello, Sam no se fue a beber después de pasar 5 minutos en el funeral.

―Es diferente.― se puso de pie, dándole la espalda, y lavó los platos, tratando de enfocar su mente en la tarea, y no en las mierdas que empezarían a caer sobre él.

―No es diferente.

―No es tu problema.

―¿En que es diferente? Tú y Sam son iguales.

―Te equivocas, él te tiene a ti.

―Nos tienes a nosotros.

―No, no es cierto, no para esto, mira, si Sam fuera soltero, en este momento estaría con tanto dolor de cabeza como yo. ―y esa era verdad, pero las cosas cambian, Sam tenía a April, y él tenía a Vesubio, fin, no quería hacer un drama de ello, ni llorar en el hombro de nadie, quejándose porque tenía que lidiar con esto solo, no le importaba, y odiaba quejarse, o auto compadecerse.

―¿Cómo llegaste a casa ayer? Sam y yo nos quedamos en mi apartamento, pero de alguna forma llegaste, porque cuando entramos aquí a las 7, tú estabas dormido.

―Mira, no conduje, si eso es lo que te preocupa, me dieron la cola, no tienes por qué preocuparte.

―Me preocupo por ti, eres mi amigo. ―sintió la mano de April en los hombros

―Mira, eso es muy bueno de tu parte y todo, pero estoy bien, o al menos lo estaré, no todos podemos estar bien todo el tiempo, a veces caes, ¿Y qué? Eso no importa, al final, tarde o temprano dejas de revolverte en la mierda, y te levantas.

―James, escucha, si dices que no manejaste te creo, pero si necesitas algo, eras más unido a él que yo, y creo que de alguna forma tienes razón, yo tengo a April.

Y él solo tenía sangre corriendo por sus venas, sangre caliente solo de pensar en lo que había hecho anoche.

Sus manos temblaban, estaba nervioso, y sabía que ya debía haberse pasado las manos por el pelo al menos unas 100 veces, era lunes, y los lunes compartía clases con Alex, si, Alex, saben, ¿La pelirroja mejor amiga de la novia de su primo? ¿La chica de la barra? ¿La que no habría logrado sacar de su cabeza, queriendo hablar con ella? Si, esa misma. Después de que ella se fuera, se había tirado en su cama, tratando de olvidar lo que había pasado, sintiéndose como un idiota, su ultimo pensamiento había sido para ella, y en lo primero que había pensado al despertar el domingo había sido ella, trataba de apartarla de su mente, pero los intentos eran en vano, había estado distraído toda la tarde, su primo lo había notado, y había estado preguntándole si se sentía mejor, "mejor", esa palabra estaba mal, era la última que había escuchado de esa boca, esa boca con labial naranja, labial que había visto impreso en su boca al verse por la mañana en el espejo, de alguna forma no quería quitarlo, pero sabía que si lo dejaba, habría preguntas, así que se limpio, lástima que sus recuerdos no fueran tan fáciles de borrar, le hubiera gustado emborracharse un poco más, así al menos tendría la excusa de que no recordaba, era un movimiento cobarde, entro al salón, el profesor aún no llegaba, todos estaban hablando, parecía un gran nudo de sonidos, pero de nuevo, no es que eso le importara, Alex, en primera fila, en su puesto habitual, estaba haciendo garabatos en su cuaderno, ella levantó la vista, y por un momento pudo sentir todo a su alrededor, como si pudiera ser consciente de las cosas, de todo, incluso de la fuerza de gravedad, esos ojos verdes lo miraron de arriba abajo, ella sonrió ligeramente, inclinando un poco una de las comisuras de su boca, sonrisa torcida, y sus ojos igual de hipnotizantes que siempre, y en ese momento supo que la idea de la amnesia estaba descartada, ella sabía que él recordaba, demonios, desearía poder ser tan buen mentiroso como ella.

Cicatrices en el Alma [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora