ALEX KENT.
No se arrepentía de haber pasado toda la noche en Sinners, todo en ella le dolía, su pecho ardía, y su cerebro dolía tanto, que a veces pensaba que le saldría por los oídos.
Al parecer la clase de circuitos integrados la compartiría por un tiempo con James, el comienzo de las clases no fue de maravilla, ella se había molestado con él por estarle preguntando cosas acerca de los nombres que había estado garabateando distraídamente en su cuaderno, había escrito el de él, Sam, su madre, Mack, April, Sara, Ian, Valentina, Mary, Irina, Daniel, Max, Aiden y Finnick, el profesor no había llegado aún, así que ella se había puesto a pesar en todas la personas que había conocido hasta ahora, todos menos el de su padre. James la había agarrado desprevenida y le había preguntado si Ian era un flechazo, flechazo, que idiota, hasta ahí había llegado su conversación.
Se había entristecido un poco, ya que después de considerarlo por unas horas, se había dado cuenta de que nunca había tenido un flechazo, ¿Qué tan triste es eso? Bastante en realidad,- pensó con pena- ella casi no interactuaba con la gente, era por eso que durante 11 años de escuela, su única amiga había sido April, si eso había sido con las amigas, ni hablar de los varones, ella era una paría social, nunca se había preocupado mucho por los muchachos, no es que alguno se hubiera fijado en mí, pero ahora empezaba a darse cuenta de que ella seguramente tenía una de las existencias más solitarias conocidas por el hombre, seguramente terminaría con 15 gatos. ¡Vaya vida que me espera!
Por la noche se encontraba en un dilema, por lo general ella no era de las chicas que pensaban mucho sobre qué ponerse, pero esta vez estaba frente a su clóset, el día de ayer había sentido tanto calor que se había sentido como si estuviera de nuevo encerrada en el patio de su casa, como si estuviera en un horno, la sensación era tan desagradable para ella, que ahora se encontraba indispuesta, cualquier cosa que se pusiera representaría afrontar sus miedos, o por lo menos soportarlos; si se ponía la ropa que siempre utilizaba, larga y ancha, se rostizaría, como carne a la parrilla, pero si se colocaba una blusa fresca, ―si, si tengo blusas cortas, solo que no las utilizo en público, ni siquiera frente a April― no sentiría calor, estaría cómoda toda la noche, pero, por otro lado, tendría tanto los hematomas, como las viejas cicatrices expuestas, lo que provocaba que la gente la mirara, y ella odiaba que la miraran, por ende, estaba en una encrucijada, debía sacrificar la comodidad y frescura, o su armadura.
Horas después estaba en Vesubio, había escogido una blusa de manga larga, sí, no se sentía preparada como para utilizar cualquier cosa que mostrara sus brazos, hombros, pecho, nada, demasiado estaba haciendo con tener su cuello descubierto, y eso solo porque no tenía casi bufandas, tal vez debería empezar a considerar comprar un burqa, cobarde.
La noche estuvo bastante movida, se encontró con los chicos, al parecer, Daniel, Max, Aiden y Finnick parecían pensar que un barman mujer era la cosa más sexy sobre la tierra.
―Eso, y una mujer en motocicleta, eso sí que es caliente.―dijo Aiden, ella se sintió sonrojar, era mejor que no supieran de su moto, ella no era caliente, no se consideraba sexy o llamativa de alguna forma, simplemente alguien normal.
―Oye ¿No deberías estar usando ropa sexy? ―dijo Finnick.
―Cierto, además debes estarte rostizando con esa ropa. ―apuntó Aiden.
Claro que sentía calor, sudaba horriblemente, pero era eso, o tener que utilizar ropa escotada. ―No me gusta utilizar ropa abierta.
-¿Por qué?- le preguntó Max, ella se debatió por un momento, ellos eran buenas personas, pero no estaba segura de decirles, aunque era más fácil decirles a ellos que a Aphril, tembló tan solo al pensar en decirle algún día la verdad a su amiga.
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Cicatrices en el Alma [COMPLETA]
RomanceLa ropa lo oculta, pero se nota todo lo que tiene mi piel, nadie más que yo sabe lo que se siente traer dolor contigo. Resulta difícil. Pero es más difícil vivir la vida como si nada pasa cuando te pasa todo. Y es que nadie merece que ellos paguen t...