Capitulo 44. 3/3

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―Tranquila, es solo un sueño ¿Cierto? ―dijo tratando de animarla.

―Sí, yo... Gracias por quedarte conmigo, no pasa nada, yo... ―su voz parecía triste y gris, y sus gestos también.

―No es nada, ya estás despierta, ¿Cómo te sientes? ―Algo pasaba, Alex parecía asustada, y ver lagrimas por secarse en sus mejillas le decía que eso no había sido nada, si presionaba, ella se cerraría, si lo dejaba así, pasaría un mes preguntándose qué le había alterado de esa forma, era solo sueño, un día cualquiera, una pesadilla cualquiera, pero, ¿Qué podría haberla alterado de esa forma? las pesadillas no tienen poder sobre nosotros, solo son sueños mezclados con recuerdos y películas de terror― ¿Tenías una pesadilla? ―Alex asintió levemente.

―Ya no importa, es solo un sueño... ―sus respiraciones empezaron a hacerse más regulares, tocó sus mejillas, limpiándolas de las lagrimas, era un gesto un poco invasivo y personal, especialmente porque no tendían a tocarse mucho, pero fue un impulso que no pudo controlar a tiempo antes de que su mano actuara por sí sola, retiro la mano despacio, y siguió masajeando las suyas con cuidado― Estoy bien, ya el piso no da vueltas, lo cual es decir bastante. ―completó.

―Los sueños no tienen poder sobre nosotros, Alex, ―de nuevo su nombre en sus labios sonaba diferente a cualquier otra palabra que decía, el rostro de Alex se endureció, y aquella ventana de oportunidad que creía haber visto en sus ojos, se cerro, así que cambio de tema― Es bueno que te sientas mejor, aún estas un poco caliente, pero con una ducha, y otra pastilla estarás mejor.

―Si... creo que voy a... a tomar una ducha, eh... si quieres puedo abrirte, para que no te quedes aquí... ―ofreció.

―Tú tranquila, no me voy a ir a ningún lado.

―Pero... ya estoy mejor. ―le daban ganas de reír, porque Alex acababa de hacer un puchero, y en esos labios parecía quedar hecho a la medida, las mujeres que había conocido hasta ahora, cuando hacían lo mismo se veían un poco tontas, sobre todo cuando lo hacían para llamar su atención, como Laurel, en el caso de April, Sara o Jess, era simplemente risible, pero, no, en los labios de Alex un puchero era lindo, lindo, ¿Cómo un puchero puede ser "lindo"?

―Si, bueno, no me voy a ir hasta que sepa que estás mejor. ―Alex abrió la boca para seguramente replicar, pero la interrumpió― Sin discusiones, ve a bañarte, si necesitas ayuda o algo me dices, voy a ordenarnos algo de comer, ya que ni por mi vida sé cocinar ¿Qué te gusta?

―Eh... pues lo que sea, no soy exigente con la comida. ―ella lo miraba extrañada, y de alguna forma, sospechosa, como si fuera un súper villano o algo así, cuyos planes eran difíciles de descifrar, al igual que sus intenciones; pero ni tenía un plan oculto, ni tenía intenciones con Alex.

―Pizza entonces, amo la pizza, casi tanto como el helado. ―decidió.

―Asegúrate de pedirla con pimientos y mucho queso. ―dijo Alex, y con eso se levantó del mueble y entró al baño.

Después de ordenar una pizza, con muchos pimientos, queso, salsa, vegetales y pollo, se sentó en el mueble esperando por el timbre que anunciaría la llegada del repartidor, estaba hambriento, parecía ya ser la hora de la cena, pero en realidad no era así, debían ser aproximadamente las 3 o 4 de la tarde, y le sorprendía que Sara aún no hubiera llegado. Las paredes eran delgadas, al igual que en cualquiera de los apartamentos de la universidad, así que podía escuchar el sonido de la ducha, lo cual lo llevaba a pensar en que Alex se estaba bañando, lo que trajo pensamientos nada apropiados, ¿Cómo se vería desnuda? Apostaba a que tenía un cuerpo bonito, por lo que no entendía porque siempre parecía andar con ropa tan holgada y bastante lejana de su talla real, no podían culparlo, era un hombre por Dios santo; la mayoría de las mujeres que conocía tendían a vestir como rameras, dejando nada a la imaginación, pero Alex, con toda esa estúpida ropa ancha que usaba, que no mostraba nada, parecía incrementar su curiosidad, y alterar su morbosa mente, se preguntaba cual era la diferencia, no quería comparar a Alex con las mujeres con las que salía, pero la pregunta ya estaba ahí, Alex no era una de esas, a diferencia del 90% de las mujeres que conocía de la universidad, el problema era esa ropa, ¿Cómo podía ser una ropa tan discreta y casta un problema? ¿No debería ser que hubiera un problema si llevara ropa ajustada e indecente? No, ese no era el caso, su ropa era un problema ya que la cubría toda, no podía ver nada, por lo que dejaba todo a la imaginación, y él, pues tenía bastante imaginación.

La pizza llegó, pagó al repartidor, y coloco la comida sobre el pequeño comedor de la cocina― ¡James! ―le llamo Alex, se acerco a la puerta del baño, y vio a Alex asomando la cabeza por la puerta del baño, con su cabello húmedo, y desprendiendo un olor que lo emborrachaba más que una docena de tragos, demonios, y ya estaba duro, sentía como toda la sangre bajaba a su entrepierna, estaba rogando porque Alex no se diera cuenta de eso, además no era su culpa, no es como si pudiera controlarlo, tragó con fuerza, resistiendo sus impulsos de abrir la puerta, y simplemente satisfacer su curiosidad, pero se detuvo, con mucho esfuerzo, trago duro.

―Dime, ¿Pasa algo? ―no es que se encontrara atraído por Alex, no lo hacía, sino que ella era una chica hermosa, y él era un hombre.

―¿Crees que puedas hacerme el gran favor de traer mi toalla, está colgada de la puerta de mi cuarto, es negra. ―sus mejillas estaban rojas, y apostaba a que era porque detrás de la puerta se encontraba desnuda, y le avergonzaba pedirle un paño, ya que seguro se le había olvidado ir por ella cuándo se metió a bañar, asintió, y buscó la toalla, después de que se la entregó, ella le agradeció con una media sonrisa, y cerró la puerta del baño; empezó a servir rebanadas de pizza en dos platos, cuando la puerta del baño se abrió, Alex caminaba en puntillas, sin nada más que una estúpida toalla negra, le hubiera gustado tener alguna forma de atar sus pies al suelo, porque estaba que corría a por ella, Alex se fijo en él, y corrió acortando el trecho entre el baño y su habitación. Genial, ahora ella esta desnuda en su cuarto, vistiéndose, no era atracción, era simplemente la naturaleza haciendo su trabajo, y al parecer sus hormónas estaban trabajando turno doble, además esta semana no se había acostado con nadie, lo cual era raro, así que seguramente solo era eso, hormónas, y necesidad, eso era lo que debía tenerlo así de duro solo por ver a una chica a la que apenas conocía en nada más que una toalla.


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Cicatrices en el Alma [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora